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Gwen Stacy, Mary Jane y Spider-Man
Misoginia en Spider-Man: Gwen Stacy, la competencia con Mary Jane, el tropo de la "Damisela en apuros", la "male gaze"...

Mary Jane y Gwen Stacy: La misoginia en Spider-Man

Si bien el mercado norteamericano tiene una gran variedad de producciones, destacan entre ellas las de dos empresas editoriales de un caudal masivo que acompañan a sus lectores desde el período de la Segunda Guerra Mundial destacando la necesidad de los lectores de creer en un ser heroico extrapolado que podía ayudar al público a pensar en una salida de uno de los períodos más oscuros de la Humanidad. En ese contexto, nacen DC Comics en 1937 y Marvel en 1939. La primera le daría nacimiento a Superman, el primer superhéroe que luchaba contra el crimen y las fuerzas alienígenas y, posteriormente, a Batman. La segunda, con el nombre Timely Comics en sus orígenes, tardó algunos años más en imitar la corriente de los superhéroes dando origen en 1961 (siendo Marvel propiamente dicho) a los Fantastic Four de la mano de Stan Lee y, un año después, a Spider-Man en el Amazing Fantasy #15.

A diferencia de los otros protagonistas de series exitosas en ventas, Peter Parker no es un adulto que debe proteger su identidad en el mundo social y laboral sino un adolescente con quien el público de esa misma demografía podía identificarse notando en él sus propias problemáticas, inseguridades e incertidumbres ante una maduración caótica e imprevisible. Por todo lo anterior, Spider-Man goza de un humor particular, con un lenguaje sumamente gracioso y sin grandes escenas dramáticas sino, al contrario, con una impronta que lograba la identificación con niños y adolescentes como un modelo a seguir y hasta alcanzable. Sabemos que uno de los propósitos de Stan Lee era crear un personaje con el que el lectorado adolescente pudiera identificarse y comprometerse, puesto que, hasta el momento, los superhéroes solían ser adultos con problemas de adultos en su vida cotidiana y grandes problemas vinculados a la moral y a la ética.

Era necesario un personaje con el que pudieran dialogar de una manera más directa y, al mismo tiempo, tenerlo como modelo a seguir en la vida “real”. Sí, porque a cualquiera de nosotros nos puede picar una azarosa araña radioactiva. Este es un punto clave porque los modelos a seguir implican imitación y una meta que nos planteamos alcanzar. Y, en este sentido, Spider-Man debía ser el ejemplo de buen hombre de sociedad, el ciudadano al que debíamos aspirar. Por supuesto, Peter Parker era un buen chico, sobrino, estudiante y trabajador que sufría los contratiempos de su vida como superhéroe y, además, un buen novio y, posteriormente, esposo. Todas estas cualidades, sin embargo, podían verse perjudicadas por su doble vida y el deseo de sus enemigos de hacerle daño a modo de venganza o llamado de atención. Y acá es donde comienza el problema, en el rol que ocuparon las mujeres en la vida de Peter Parker en relación al enfrentamiento con sus otros amores: los villanos.

Pero vayamos por partes. Todo bien con Spider-Man hasta que llegamos a la famosa Edad de bronce (1971 – 1986). Predominaban en este momento los debates sobre la ciencia atómica y los derechos civiles. Aquí, el Comics Code Authority entra en decadencia y aparecen en las viñetas escenas sangrientas, sumamente violentas, con personajes más oscuros y profundos. Aparecen en escena Frank Miller con Batman Year One y Alan Moore con Watchmen y su profunda crítica al sistema de los superhéroes como una fuerza paramilitar. Sin embargo, esta época fue dominada por Marvel y es cuando sucede uno de los grandes puntos de quiebre para la historia de los superhéroes: La muerte de Gwen Stacy, la novia de Peter Parker, aka nuestro amigable vecino, Spider-Man, en los números de la serie del cómic The Amazing Spider-Man # 121-122 (junio-julio de 1973). Igualmente, esto nos lleva a algunos de los tropos más nefastos en la utilización de personajes femeninos en diferentes narrativas. Cuando hablamos de tropos, nos referimos a elementos, estructuras, eventos o “trucos” recurrentes en la narración de historias.

El tropo de “la damisela en apuros” y la “male gaze”, dos feministas de la mano

Este tropo tiene un largo recorrido en la literatura occidental y, por supuesto, se liga a la noción de un héroe que puede y debe salvar a una mujer en una situación de peligro. Lo leímos y vimos con una gran frecuencia. Si no, pensemos en el único papel aparente que puede cumplir Atena o Saori-saaaaaaaaan en Saint Seiya. Y esto nos da el pie para relacionarla a otros personajes mitológicos como Andrómeda siendo salvada por Perseo pues mitología griega. Sin dejar de lado buena parte de los cuentos populares de los hermanos Grimm que fueron adaptados años después por Disney: Blancanieves, Cenicienta, La Bella Durmiente, entre tantas otras. Así que, en este sentido, ¿cuántas veces secuestraron al interés amoroso de Spider-Man? ¿Cuántas veces su deseo, carrera y vida se pusieron en riesgo para salvar a Gwen Stacy o Mary Jane? Pero no nos quedemos solo en la cuestión romántica, sino que también ha tenido que rescatar a la tía May, lo cual nos confirma que este, el tropo de la “damisela en apuros”, es un rol femenino. Así fue como murió Gwen Stacy, gracias al secuestro y sadismo del Green Goblin y ese mismo peligro corrió Mary Jane en incontables ocasiones. Pero, además, este rol no es solo narrativo sino que se complementa con una representación visual de una persona sumisa, vulnerable y frágil. Observemos algunos ejemplos.

Todos recordamos esta escena:

Este arco tendría el título de The Night Gwen Stacy Died publicado en The Amazing Spider-Man en los números #121–122 (1973) con el guión de Gerry Conway, el dibujo a lápiz de Gil Kane y entintados por John Romita Sr. y Tony Mortellaro

Peter Parker era un adolescente como cualquier otro que siempre intentó, en su tarea como superhéroe, llevar ante la Justicia a los villanos con los que se enfrentaba, situándose en el lugar de chico justo y benevolente que evitaba hacerle daño a los demás, especialmente después de la muerte del tío Ben. Su gran némesis fue, con el correr de los números, el Green Goblin, personaje sumamente controversial por ser el padre de su mejor amigo, Harry Osborne. En un enfrentamiento, el villano secuestró a Gwen Stacy y la dejó caer desde un puente sin ningún tipo de compasión. Nuestro héroe intentó salvarla lanzando una telaraña a sus piernas. Pudo atraparla antes de que impacte contra el agua a una velocidad de caída libre. Lo que sorprendió de esta lectura es su clara connotación trágica: Spider-Man cree haberla salvado. Pero no fue así. No sabemos, de todos modos, en este momento, si el cuello de Gwen se quebró por acción del Green Goblin o si fue por el mismo latigazo de la red que la hizo frenar repentinamente. Sería en el número 125 de The Amazing Spider-Man que los creadores confirmen la segunda opción, pero no es algo que quede claro en la historieta en sí, convirtiendo esa escena en un fantasma que perseguirá a Peter por el resto de su vida. En ese momento, Spider-Man desea vengarse, actitud hasta entonces desaprobada por él. Además, la chica cumple con toda la idealización del romance tradicional: fue su primera novia, su primer gran amor y, por eso mismo (y como debe ser porque el amor duele) su muerte lo marcará por el resto de su vida como una gran pérdida de la cual se sentirá responsable por siempre. La maduración del personaje, dolido ahora por la oscuridad de la culpa, le dará más seriedad, introspección y violencia a sus actos en lo que parece haber sido una novela de aprendizaje.

Este evento fue de tanta importancia que se lo propone como el fin de la “Edad de plata” de los superhéroes, dejándole paso a la desolación y la muerte irremediable. ¿Cómo pudieron matar a un personaje protagónico? ¿Cómo nuestro héroe fracasó al intentar salvar a un ser querido? ¿Cómo dejar de pensar en él como nuestra única esperanza? Tanto fue el impacto de esta escena que las situaciones de peligro de los intereses románticos de los superhéroes fueron denominadas bajo el nombre del “Síndrome de Gwen Stacy”, tan común con el paso de los años. Ahora bien, para que el tipo madurara y haya un cambio de etapa en la industria, alguien tenía que morir, ¿y quién fue? La mina. Esto me lleva a una conclusión obvia: los personajes femeninos, generalmente secundarios pero protagónicos por ser “la pareja de” en esta época, solo funcionan como excusas, como motores de la trama, como conductores de la ira y el deseo de venganza. Son una simple pieza en un juego de ajedrez macabro en el que, como peones, deben proteger y aumentar, estratégicamente, la virilidad de los varones.

Otro ejemplo es La última cacería de Kraven de 1987, llevada a cabo por J. M. DeMatteis y Mike Zeck (Web of Spider-Man #31-32, The Amazing Spider- Man #293-294, y Spectacular Spider- Man #131-132). En esta historia de resurrección y venganza, polémica por su aparente apología al suicidio, Mary Jane se desespera porque no sabe el paradero de Peter y, cuando sale a buscarlo, es atacada por unos hombres. Únicamente puede salir de esa situación porque alguien vestido de Spider-Man la salva, ilustrando la función de su personaje, ser un botín que debe recuperarse y, para lo cual, la trama deberá movilizarse. En estas tres viñetas pensadas por Mike Zeck, vemos a una Mary Jane vestida con la camisa de Peter Parker, con un cuerpo feminizado y sensual. En la primera, ataca a una rata que la disgusta, en la segunda parece asustada y vulnerable, mientras que en la tercera huye de la escena. Podemos ver sus piernas y la definición de sus pechos y esto no es un casual fanservice sino que responde a otro mandato de la “damisela en apuros”, el de la belleza. Como dije anteriormente, el superhéroe es un modelo a seguir y así como tendríamos que querer parecernos a él, también deberíamos querer tener una vida como la suya, con sus amantes.

Otro que entendió esto fue Todd MacFarlane. Vemos a Mary Jane angustiada, esperando a Peter Parker y, si bien no es un cuerpo con características de fragilidad debido a sus dimensiones voluptuosas, su gestualidad corporal sí lo es. Responde, además, a la sensualidad puesto que, al mismo tiempo, en el imaginario de estas historias, feminidad, pasividad, fragilidad, vulnerabilidad y sensualidad van de la mano.

Laura Mulvey acuñó la denominación “Male Gaze” en 1973 al analizar producciones audiovisuales en su ensayo “Visual Pleasure and Narrative Cinema” para expresar que las mujeres suelen mostrarse como objetos de deseo y placer o simples funciones en la narrativa de una obra desde el punto de vista de los artistas hombres que las conciben. En este sentido, es común hacer uso del “Test de Bechdel” mencionado por primera vez en Dykes to Watch Out For de Alison Bechdel en 1985. Allí se establece “The rule” que consiste en un método para evaluar la brecha de género en las producciones artísticas. Para que pasen el test deben constar de la aparición de al menos dos personajes femeninos que mantienen una conversación que no tiene nada que ver con un hombre. Por supuesto, se llevó a cabo un estudio que arrojó una estadística alarmante: entre el 2000 y el 2016 el 45% de las 108 películas nominadas a Mejor Película en los Premios Oscar no superaba este test. Por lo tanto, estas producciones no construyen una identificación del público femenino sino una imposición de las características que deben tener para despertar el interés del género opuesto: ser jóvenes, bonitas, delgadas y sumisas. Para esto se utilizan los close ups que suelen hacerse de sus cuerpos que responden a un recorte según sus atributos físicos. Podemos encontrar un ejemplo claro de esta perspectiva en el cine de género slasher, donde las primeras mujeres atacadas tienen sus escenas intentando huir del asesino en circunstancias que pueden hacerlas llorar o gritar pero jamás perder su belleza porque deben cumplir las expectativas de la sala cinematográfica. Esta noción, concebida, en principio para las producciones de films, puede aplicarse tranquilamente al comic ya que este tiene un diálogo constante y fructífero con ese lenguaje. Digamos que son parientes cercanos. Veamos otro caso de Mary Jane del número 42 de The Amazing Spider-Man, escrito por Stan Lee y John Romita, y publicado en 1963. Es de vital importancia tener en cuenta que esta es su primera aparición en la vida de Peter Parker, por lo que es su presentación como personaje tanto dentro de la narrativa como del universo de la Araña. 

Esta es una secuencia canónica de Mary Jane y cumple todos los requisitos de la “male gaze”. Prestemos atención a la primera viñeta de la izquierda, la cara de Peter está sonrojada y, alrededor de su cabeza, se encuentran los clásicos indicadores de sorpresa. En su globo de diálogo expresa ingenuidad porque no puede ser que una mujer así exista, no puede ser esa Mary Jane. En el siguiente cuadro, podemos observarlo con su expresión estupefacta y la boca semiabierta, gestos que se ven acompañados por la mirada de nuestro héroe, con los ojos bien grandes en signo de incredulidad, dirigida claramente a los senos de la mujer. Está de más decir que la mirada de Peter es la que se espera por parte de los fanáticos. Por su lado, ella tiene una figura delgada pero no excesivamente, voluptuosa pero estilizada, con ropa ajustada, y con una expresión corporal feminizada. Sus dedos son finos, su mirada penetrante y sus labios rojos al igual que su pelo. Como si fuera poco, es ella quien le dice a Peter que se ganó la lotería y ese es el mensaje que se transmite a todo el público de Spider-Man: estar con una mujer así es ganarse un premio, un trofeo para mostrarle a los demás varones circundantes. Esta frase, además, connota una clara intención de seducción para facilitar la cosificación y sexualización por parte del lectorado.

Tapa del libro donde después de compiló el ensayo de Mulvey, L. . “Visual Pleasure and Narrative Cinema”. In: Visual and Other Pleasures. Language, Discourse, Society. Palgrave Macmillan, London. (1989). 

La “male gaze” no solo estereotipa sino que también impone las referencias de los parámetros de belleza esperados de la mujer. Mary Jane no es solo un objeto de deseo sino también un modelo a seguir pero que no empodera sino que somete porque se presenta como una norma inalcanzable para muchas al tiempo que las lleva a una competencia sin tregua para alcanzar las condiciones mínimas que parecen ser las ideales de la feminidad.

Ahora bien, a unos señores de renombre se les ocurrió comerle la cabeza a Peter metiéndole en el mismo arco argumental a Mary Jane y a Gwen Stacy porque nunca puede dejar de estar de luto el pobre pibe. Y así nació Spider-Man: Blue como parte de la serie Colors en la que se retoman los personajes de Daredevil, Spider-Man, Hulk y Captain America. Esta comenzó a publicarse en el 2001 y a cada personaje se le otorgó un arco de seis números y un color en específico para representar una característica particular de su personalidad relacionado a su sensibilidad, memoria y sus principales puntos de quiebre. La idea provino de la mano de Jeph Loeb y Tim Sale. La dupla ya había trabajado en Superman: For all seasons que se publicó en 1998 relatando los primeros tiempos del Hombre de Acero y funcionando como influencia directa para la serie de Marvel

Pero a ver qué pasó con la propuesta de la Casa de las Ideas. Estos incluyeron en su obra una fuerte presencia de cartuchos de texto en los que los héroes elaboran su monólogo interior y le otorgaron un color a cada uno de ellos para hacer un juego simbólico con su pasado y sus primeras historias. De este modo, presente y pasado se encuentran en una misma conciencia atormentada que no puede (pero quiere) superar lo que le ha pasado: la pérdida y la muerte en medidas definitorias de su desarrollo, maduración, personalidad y formación de ideales. Por otra parte, y esta es una excelente (o tibia) decisión desde el guión, al no proponer nuevas historias sino retomar momentos clásicos de la construcción del mito y el imaginario de algunos de los personajes más destacados de Marvel, los autores se ahorran de luchar con problemas de continuidad, multiverso y posibles modificaciones en sus trayectorias canónicas. 

En Spider-Man: Blue (miniserie de 6 números por Jeph Loeb y Tim Sale, 2002), el arácnido le habla a Gwen Stacy haciendo clara referencia a The Night Gwen Stacy Died. Con respecto al relato de esta historia, en la que Peter imagina y recuerda momentos junto a Gwen Stacy, Loeb dice las palabras de toda una generación de lectores del arácnido:

The night that Gwen Stacy died was such a seminal Spider-Man story. I never found it fair that Gwen died… the woman that Peter fell in love with before Mary Jane was a story that I really wanted to tell.

[The night that Gwen Stacy died fue una historia de Spider-Man de gran influencia. Nunca me pareció justo que Gwen muriera… La mujer de la que Peter se enamoró antes de Mary Jane era una historia que realmente quería contar]

El color elegido para Spidey fue el azul, uno de los que compone su clásico traje de superhéroe pero que, en este caso, tendrá una fuerte presencia para demarcar su estado de ánimo mientras se graba para dirigirse a Gwen Stacy o a su fantasma. Así, los recuerdos de Peter se sitúan entre los números 40 a 48 de The Amazing Spider-Man brindándonos una mayor carga emotiva que las peleas a las que estábamos acostumbrados en los 70s. Frente a la acción, en este arco, gana la memoria y la subjetividad nostálgica de quien necesita hablarle, aunque sea a una grabadora, imaginando que su “Valentine” puede escucharlo. Le habla de su pasado juntos y le cuenta cómo conoció a Mary Jane (te quiero, Spidey, pero no me hables de otra mina, un poco de respeto). 

En esta página de Spider-Man: Blue podemos notar perfectamente un estado de melancolía. Con este plano contrapicado el personaje parece caer encima de nosotros y es porque, justamente, está cayendo. Si bien se sostiene de la red y podemos notar su fuerte y atlética corporalidad, todo esto no es más que el traje que oculta a un ser humano que atraviesa un momento de gran tristeza. La telaraña está dirigida hacia abajo, zona que podemos vincular con la depresión, el arraigo del pasado y lo que no se puede soltar. Por lo tanto, lo que arrastra y no permite desprenderse ni tomar vuelo. Por otra parte, este color acompaña en la simbolización de la noche y la nostalgia, es un color frío y solitario. El fondo de edificios con ventanas iluminadas mantienen esta paleta de colores pues no puede haber otro cuando todo es azul, cuando Spider-Man is feeling blue

En las tres viñetas de la izquierda se hace un evidente guiño entre la página anterior como a The Night Gwen Stacy Died (a la derecha) . Me interesa lla composición de la segunda viñeta de Blue y de The Night than Gwen Stacy Died. Tanto rosa como el cuerpo de Gwen caen del mismo lugar, en la misma dirección, ambas tomadas por la red de nuestro protagonista y ambas se dirigen hacia abajo. En el caso de la flor, ella llega al agua, dando cuenta de la pérdida y la muerte, de su estado ausente y, al mismo tiempo, ocupa más espacio en la última viñeta permitiéndonos apreciar que su color rojo es como una herida que permanece en su belleza, como el recuerdo de Gwen para Peter

En este momento del número 4 podemos ver a Spider-Man desde arriba, tirado en el suelo luego de ser atacado por Blackie Drago, otro personaje que había tomado la identidad de The Vulture. Pero esta caída no nos produce ira ni deseos de venganza sino pena, identificación y empatía porque Spider-Man se pregunta qué pasará con sus amigos si él no llega a reunirse con ellos como lo habían decidido. Esta sensación es acompañada por la composición de imagen, mientras los cartuchos de texto van en descenso, junto con su cantidad de palabras que parecen imitar una voz que se ahoga, el héroe está siendo cubierto por la nieve en una postura de fragilidad representada por su cuerpo desarticulado. Pero no es la lucha ni los golpes recibidos lo que le duele sino la posibilidad de decepcionar a sus seres queridos. La complementación de guion y dibujo funciona muy bien en ese sentido a la vez que humaniza al personaje. 

Pero, aunque estemos tristes, nunca hay que dejar de cosificar minas, entiéndanlo de una vez.

A la izquierda, viñeta de Mary Jane Watson en Spider-Man: Blue #2 de la serie Colors. A la derecha recuadro de presentación del personaje en The Amazing Spider-Man #42 en 1966. 

Para darle más verosímil a su condición humana pajera, Jeph Loeb y Tim Sale decidieron llevar a cabo una contraposición muy marcada entre Gwen Stacy y Mary Jane resaltando un tiempo en el que el pasado y el presente conviven mientras que el amor perdura. Recordemos que Peter Parker conoce a Mary Jane en el mismo período que a Gwen Stacy y siempre le llamó la atención por su belleza e intrepidez. Sin embargo, esto no perjudicaba su vínculo con Gwen pero tampoco significaba que él no pudiera sentir deseo por su vecina pues ¿para qué tenemos ojos si no es para mirar?. Y esto es algo que los artistas dejan claro con algunas viñetas que pueden resultar incómodas si no podemos separar entre la nostalgia de un amor perdido y la relación actual del protagonista. 

En el número 5 de la serie, se lleva a cabo un juego de estereotipos femeninos. Peter está enfermo en cama y ambas van a cuidarlo. M.J. en la viñeta de la izquierda tiene las piernas abiertas, una postura segura y hasta podríamos pensar que está sumamente sexualizada por el vestuario que lleva puesto, lo cual también se relaciona con su deseo de pertenecer al ámbito de la moda y la actuación. De todos modos, lo que lleva puesto realza su figura, marca sus curvas y le da una especial exuberancia a su busto con el detalle negro. A esto se suma su característico color rojo que la ubica en el terreno de lo atrevido, lo sensual y hasta el peligro de la pasión. Mientras tanto, la aparición de Gwen es el completamente contrario en el binarismo hegemónico de la construcción de la imagen de la mujer. Ella tiene una postura que podría relacionarse a lo angelical y sensual pero no necesariamente a lo lujurioso. Su ropa es menos reveladora o, mejor dicho, erótica y los colores que utiliza son de un matiz más pastel. No es un detalle menor que una lleva un saco de piel en la mano dando cuenta de su superficialidad y la importancia de su imagen y la otra tiene un libro, pero no cualquiera, sino uno del canon de de la Literatura Norteamericana, The adventures of Huckleberry Finn de Mark Twain, lo cual expresa no solo su intelectualidad sino también un deseo de futuro radicalmente opuesto al de su “rival”. Porque sí, mientras más minas se peleen por vos, más pijudo sos. Y más si cumplen con la reconocida imagen de la “devoradora de hombres” y la “dama angelical”.

Como si no alcanzara con las viñetas anteriores, se agrega también esta composición en la que Mary Jane y Gwen Stacy tienen un diálogo agresivo entre ellas para demostrar su valía ante Peter y justificar por qué están allí. Es aquí donde él puede, al mismo tiempo, ver los dos caminos que tomará su vida ya que Mary Jane se encuentra más cerca que Gwen Stacy, quien está cubierta por el libro que sostiene entre sus manos, como si fuera inalcanzable.

Para terminar con su relato, los historietistas nos muestran la escena desde el presente y más acá del recuerdo, donde irrumpe Mary Jane con sus globos de diálogo y las cajas de texto azules desaparecen. Sin embargo, ella estuvo allí todo ese tiempo escuchando a Peter y, para representar la maduración de ambos, su compañerismo y complicidad, ella le pide que le diga a Gwen que ella también la extraña. Porque para ser una buena pareja, tiene que ser copada, siempre, aunque el otro fantasee con una ex, pero no importa porque está muerta.

Spidey, igual te amo

Es muy difícil bancar a Spider-Man después de todo lo que acabo de escribir. Pero me voy a justificar diciendo que no es su culpa sino la de sus guionistas, dibujantes y contexto. El chabón es uno de los personajes más sufridos de Marvel, un adolescente que de repente encontró poderes, vio morir a su tío. Pero no solo las historietas tienen la culpa de todo esto sino que también, incluso tiempo después, Sam Raimi y compañía se encargaron de traumar a toda una generación que conoció a Peter en el cine con esto de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad y que si no vigilás y castigás se te van a morir los parientes así que, aunque la Kirsten Dunst esté hipersexualizada sin corpiño en una noche de lluvia, no nos importa porque pobre arañita. Todo lo que mencioné antes encaja para cualquier superhéroe varón heterosexual y cis porque la posesión y la virilidad son parte de su masculinidad, no se puede ser un ejemplo de vida y de superhéroe si no tenés a una chabona para rescatar, ¿qué clase de hombre serías? 

De todos modos, en los últimos años, todo esto se fue revisando y destruyendo, por lo que no me queda otra que tomar un respiro pensando en Sereno de Luciano Vecchio publicado en el 2016 por Gutter Glitter. Creo que, después de todo esto, es un hermoso ejercicio ir a comparar y darse cuenta de que no estamos en la misma época y que, después de todo, puede que algo hayamos cambiado.

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