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Matías De Vincenzo elabora en estas 64 páginas autoeditadas “Retrato de un trompetista” (2023) una historia que se encuentra entre lo polémico y lo crítico. Llegué a ella porque me la recomendaron con la referencia: “No conozco a nadie que la haya entendido”. Y creo que, justamente ahí, está la gracia. Por eso me veo obligada a decir…
*DISCLAIMER*: todo lo que viene a partir de ahora tiene spoilers, interpretaciones, viñetas, opiniones y toda la joda. Si no leíste la historieta y querés que te sorprenda con su narrativa no lineal, no sigas leyendo. Si ya no te importa nada en el mundo o si ya leíste la historieta, podés leer y, de paso, pelearme en los comentarios. 

Una de las cosas que hay que tener en cuenta tiene que ver con el relato enmarcado que se usa de una manera muy interesante al plantearlo como un álbum musical. Cada capítulo es un “track” donde, al mejor estilo de un disco de autor, las líneas temporales se mezclan y se funden en un lenguaje armonioso para desencadenar en un final que nos deja de cara. En un principio, con el Track #1, nuestro protagonista es Rubén, desde cuya perspectiva vemos los eventos de su vida. Llama la atención y genera una intriga galopante en la lectura entender por qué, desde las primeras páginas, recibe un rechazo social fuerte de la mano de una sorpresa por parte de quienes lo conocen. Esta es nuestra apertura, ¿cómo este tipo que toca la trompeta en el subte se ha convertido en un monstruo?

El Track #2, nos lleva a la infancia de Rubén, cuando en el cine con su padre, ven 2001: A Space Odyssey de Stanley Kubrick (1968). Es interesante la aparición de este film porque se retrata una escena de su primera parte “El amanecer del hombre” en la que unos primates se encuentran con el ya más que famoso ladrillo de Euler de perfecto de color negro de varios metros de altura. En un principio, las criaturas sienten miedo pero, posteriormente, conseguirán la utilización del raciocinio que ligamos a la Humanidad. 

Con el paso de la película, veremos que ese mismo objeto, a partir de su estudio y contacto, podrá causar efectos psicodélicos que recrean la posibilidad de los portales en el tiempo. Es en este momento que tiene un gran sentido compositivo que Retrato de un trompetista vaya y venga en líneas temporales que son unidas por la música. Por otro lado, es imprescindible el uso del sonido y de las piezas musicales para Kubrick, del mismo modo que lo será para los personajes de la historieta y el propio Matías De Vincenzo que le otorgará un gran significado vincular y de catarsis al género del Jazz.

Rubén comienza, en esa sala de cine, con el mandato de “aspirar a algo superior”. En el momento de la infancia, De Vincenzo nos muestra una composición de cuatro viñetas en la que la fascinación por la lente de la cámara se convierte en la boca de una trompeta, marcando el destino del niño. Donde el padre ve imagen, él es cautivado por la música orquestal de “Así Habló Zaratustra” de Richard Strauss. Por eso, es en esa especialización que él y su progenitor esperan que se destaque.

La pasión por la ufología de Rubén en el #Track 3 aparece cuando recibe el llamado de la marciana que tanto ansiaba, y que no deja de parecer fuera de lugar en la lectura, y nos llevará inmediatamente a las desilusiones de no poder seguir los mandatos patriarcales y machistas de los varones en el #Track 4.

En los baños lo discriminan por su genitalidad velluda y, sin poder soportar esa presión, decide mutilarse simbólicamente (puesto que se saca, con filo, una parte natural de su corporalidad) con el corte del pelo para acatar los deseos de sus compañeros de vestidores. Las últimas seis viñetas de la página de la izquierda nos sitúan en este lugar de incomodidad y dolor al introducirnos con onomatopeyas. Se busca, desde diferentes estructuras que leamos esta historieta con el oído, que la seccionemos como una película, que la analicemos con sus subtextos y las consecuencias de una cultura opresor a y sinestésica. En la página de la derecha, algunos de los pelos en la mano del chico tienen una inteligente similitud con la sangre. Lo que está dejando allí no es solo algo visual, sino parte de su identidad rechazada para intentar encajar. También, podemos ver de fondo, una vez más, la aparición de la película de Kubrick y pósters musicales. 

Ahora bien, podemos seguir la historia de Rubén pero la irrupción de la perspectiva de Martina es tremenda. Se nos muestra a este personaje desde una distancia que indefectiblemente causa empatía en el #Track 5:

Con los planos medios de Martina presenciamos una llamada telefónica con Rubén en la que, si prestamos atención, tiene muchísimas similitudes con la llamada de la marciana en el Track #3. Ambas le dicen que va a perder todo, pero cambian los motivos. La muchacha se debate y sufre por tener que exponer su vida a otras personas, no solo para tomar venganza, sino también para informar lo sucedido. La última página presentada de esta escena ocupa todo el espacio con grises en el que la desolación está clara. 

En el Track #6, posterior a la discusión con la chica, Rubén se encuentra con la marciana en una representación sumamente sexualizada. La selección de la narración de los hechos no es aleatoria sino que el tipo está completamente alienado e inventa su propia historia para poder huir de lo que hizo. Martina deja entrever un abuso y eso luego se confirmará, pero en la perspectiva del hombre, hay un “ser superior” que lo llama, lo seduce y lo acepta. La decisión de la marciana tiene relación con que el monolito de la película de Kubrick es la primera muestra de vida extraterrestre encontrada, los simios pueden acercarse, reverenciarlo y aprender de él. Pero esto no es más que un mundo aparte en el que se esconde para hacerse el desentendido cuando lo acusan y lo escrachan, poniéndose en el lugar de víctima que puede parecer polémica en una primera incursión en la historieta y su inesperado Track #1.

En el Track #7 volvemos al pasado, cuando Martina y Rubén se conocen. La pequeña se parece a su madre, Valen, cuando el trompetista la conoció.

Este no es un dato menor ya que fue la mujer, durante su infancia, quien impulsó los deseos musicales de Rubén y lo acompañó en sus momentos de soledad. Como se puede ver en la página de la derecha que pertenece al #Track 8. Pero todo colapsa en el #Track 9 en una fiesta, cuando Valen se emociona por la presencia del chico que le gusta, otro amante del Jazz. Cada vez que surgen estos momentos de “rechazo”  se ven interrumpidos por otros de aceptación. En este caso, esa introducción a la noche de la reunión de adolescentes se verá interrumpida por la aparición de la marciana y sus relaciones sexuales con Rubén en el Track #10.

“Tenés aroma a mi pasado” le dice a la marciana para interrumpir un recuerdo posterior en la cronología que tiene que ver con el primer beso de Valen en el #Track 11

La reacción de Rubén, como un sano hijo del patriarcado, es deslegitimar a Valen por su actitud, por su decisión sexo-afectiva que no lo incluye a él, llamándola “Puta de mierda”. Es por eso que necesita reconstruir el presente reemplazando el pasado con una historia de deseo y consentimiento que no son reales. Pero, ¿cómo puedo llegar a esa conclusión? Porque considero que esta historieta se compone como un relato fantástico, que se caracteriza por la incertidumbre de su final. ¿Sucedió o no el hecho de la marciana? Yo diría que no. Y simplemente por esta razón: en el Track #12 llama a Martina “Marcianita”, figura con la que reemplazará la culpa de su crimen y lo oculta en un mundo propio e imaginario:

El hecho de que él vea a Martina como a su madre lo podrían haber llevado a buscar reconstruir esa niñez reprimida en una nueva relación donde comparte todo con la chica pero, al mismo tiempo, la ataca por la libertad de su madre, de su deseo, con un ejemplo más que conocido de la cultura de la violación que supone castigos aleccionadores para quienes no cumplen con la norma de la sexualidad que fomenta la posesividad.

Todo esto toma sentido en el Bonus track. Veamos:

La tapa del disco que grabó Martina es la misma que la de la novela gráfica de Matías De Vincenzo y lleva el mismo título. La obra es una forma de catarsis, de contar como se puede, en el orden que se nos posibilita, el trauma. Las artes, en muchas ocasiones, funcionan como modos de interpretar el mundo y las experiencias propias. Así lo hace Martina, intentando retomar la disociación de Rubén y sus vaivenes en la pérdida de la racionalidad. Como todo relato fantástico, esta historieta merece una segunda lectura para descubrir las pistas, atar cabos y lograr escapar de los discursos negacionistas.

La entrevistadora cumple nuestro rol cuando terminamos Retrato de un trompetista. Puede parecer oscuro, caótico pero luminoso al final. Y este sentido de luz viene de la mano de poder contar lo acontecido, de ser entendida y bien recibida ante su exposición interna que la vulnerabiliza. Con este Bonus track, De Vincenzo termina la obra y deja a Martina en una posición de agradecimiento que no es solo de ella hacia sus interlocutoras, sino también a nosotros como lectores.  Con el final de la obra se cierra el relato marco que había comenzado ya mismo desde la portada de Retrato de un trompetista y, al mismo tiempo, se cancela la posible lectura de empatía con Rubén. Quien tiene y debe tener la última palabra es Martina y agradezco eso.