“Virus tropical” de Powerpaola, una entrada a la intimidad autobiográfica
Paola Andrea Gaviria Silguero, ese es el nombre de quien conocemos como Powerpaola, artista plástica, ilustradora e historietista colombo-ecuatoriana nacida en 1977 . Virus tropical es su primera novela gráfica y ha marcado un antes y un después en el mundo de las historietas latinoamericanas según algunos artistas. Las grandes producciones consumidas en los 90s en estas tierras eran los relatos de superhéroes y las de autorías de varones. En este contexto, se publicó Virus tropical como una novela autobiográfica en la que la autora siguió los pasos de Aline Kominsky, Julia Wertz, Julie Doucet o Marjane Satrapi, utilizando el lenguaje de la historieta para darle lugar a las propias vivencias. Le dijo a Diana Romero:
“Yo hice lo que necesitaba hacer, contar mi historia con mi manera de ver el mundo y con mi propio lenguaje. Inspirada en muchas mujeres que hacían y hacen historietas como Aline Kominsky, Julia Wertz, Julie Doucet o Marjane Satrapi, que no solo cuentan historias increíbles y profundas, sino que tienen una manera de narrar no solo en el texto sino también en el dibujo. Seguramente eso pasó, otros historietistas se dieron cuenta de que podían dibujar a su manera, contar otro tipo de historias y que no solo la historieta era humor gráfico, aventura y superhéroes, sino que hay un mundo mucho más amplio para explorar”.

Esto sucedió en el blog Historietas Reales con una serialización semanal. Luego se publicó en partes por la editorial independiente colombiana La Silueta en tres libros separados que luego se recopiló en papeles de diferentes colores: blanco, rosa y amarillo pastel; y un trabajo de tintas azul, violeta y verde, enmarcados en pasta de papel cartón blanco.

Posteriormente, vería la luz en un tomo integral a cargo de Editorial Común en Argentina (2011). Pero Powerpaola no se quedó ahí sino que siguió marcando su camino con Por dentro (La Silueta, 2012), Diario (Ediciones Patrian, 2013), QP, Éramos nosotros (Editorial Común, 2014), Todo va a estar bien (Musaraña, 2015), Espero porque dibujo (Almadía, 2019) y Todas las bicicletas que tuve (Musaraña, 2022).
Virus tropical destaca por su trabajo en blanco y negro a lápiz con unos fuertes planos detalles que nos hacen incursionar en los aspectos más pequeños pero relevantes de su historia. Según el prólogo de Maitena, que nos inserta en la reedición de Musaraña del 2023:
“Su particular lenguaje para transformar el universo autobiográfico en materia de ficción abre un camino nuevo. A partir de ella, la historieta – tradicionalmente masculina – se renueva con el surgimiento de cientos de jóvenes dibujantes que se sienten habilitadas a contar su historia. Más cerca de la literatura que del cómic, este lenguaje habitado por detalles, desvíos y señales, nos toca el corazón para recordarnos quiénes somos”.
Pero es justamente el lenguaje no literario, sino más bien el propiamente gráfico o cinematográfico lo que destaca en esta historieta. Un clarísimo ejemplo de esto es este recuadro, uno de los que abre la obra:

¿Por qué dedicarle tiempo al dibujo de estos dientes, la saliva y las papilas gustativas de una lengua que ya sabremos desagradable? Justamente para indicarnos la transición al escupitajo que recibirá la madre de Paola durante su embarazo al caminar por la calle. Tenemos las líneas de lo desagradable ante nosotros trabajadas de una manera pormenorizada:

Varían los planos en esa tercera página para dar cuenta del camino del desprecio, la humillación y la no pertenencia. ¿Cómo se podría haber descripto esa sobrecarga de acciones mínimas que llevan a una situación de vulnerabilidad y extranjería si no es a partir del dibujo? ¿Cómo describir esa mirada de Hilda a su bebé negado por la sociedad y la sorpresa del ataque? ¿Cuántas palabras necesitaríamos para decir esa soledad?
Powerpaola dedica las páginas de Virus tropical a su autobiografía y no puede hacerlo sino a través de las diferentes voces y experiencias femeninas que atravesaron su infancia y adolescencia.

En primera instancia, nos muestra su concepción en un deseo de comenzar desde el inicio marcado por el matrimonio de su madre, Hilda de Gaviria, con un sacerdote, Uriel, por lo cual ambos serán marginalizados en su pueblo, al punto de que se propondrá la idea de que la mujer está poseída por haber mantenido relaciones sexuales con un hombre de religión y por tener, también, dos hijas más en las mismas condiciones. El pecado está en ella, no en él. Se implanta allí, además, el sentido del milagro, puesto que Hilda se había ligado las trompas pero el embarazo sucedió igual. Allí es donde encontramos una de las primeras marcas autobiográficas con el uso del pronombre posesivo en “mi mamá”, quien, debido a este suceso inexplicable pasará por diferentes teorías y tratos:


Desde las hipótesis más científicas a las más paganas, generan un estado de exposición y juicio del personaje, un cuerpo desnudo ante el manoseo ajeno que no comprende la situación. Por esto mismo, tiene lugar la no aceptación del embarazo no deseado en esa vida de extranjería y de lo increíble o hasta milagroso que se percibe como un “virus ecuatoriano”: una enfermedad, un peligro y una amenaza. En palabras de la ilustradora:
Virus tropical es una novela gráfica basada en la historia mía y de mi familia, y el título nace a partir de que mi madre se operó para no tener más hijos y quedó embarazada, y los médicos le decían que tenía agua, que tenía aire, que era un virus tropical. Le decían miles de cosas mientras le seguía creciendo la barriga, hasta que un doctor le dijo que estaba embarazada y era yo. Por eso el título, porque yo soy el virus tropical. La historia comienza con eso y termina cuando cumplo 18 años, cuando la familia se disuelve.

Pero esto no será lo único que se implemente como rechazo de esta maternidad sino que, por otro lado, se le impondrá al bebé por nacer, la obligación de ser un “hombrecito”, cosa que, por supuesto, no ocurre sino que nace Paola.


Su entrada en la familia es disruptiva por varios motivos: no es un varón como se esperaba de parte de Uriel, es ella la primera a quien su madre puede nombrar eligiendo cómo se llamará, les “roba” protagonismo a sus hermanas Patty y Claudia.

La madre de Uriel, mujer colombiana y orgullosa de su hijo por su carrera de sacerdote, inicia un conflicto matrimonial al tomar el anillo de Hilda y decir que probablemente se lo saca cuando sale de la casa dando a entender que el adulterio es moneda corriente por parte de la mujer. Todo siempre es su culpa, por lo que su esposo no es otra cosa que la víctima de una manzana mordida por la lujuria. El rol de la suegra es el de generar problemas y marcar todas las que supone falencias maternales por parte de Hilda provocando una constante tensión en su vida por ser una voz autorizada que debe ser respetada por una conformación tradicional de la institución familiar. Por eso, la religión aparece como un elemento opresivo. Cada vez que las niñas son castigadas por sus padres, se las encierra y se las obliga a rezar.

Como Uriel cometió el “error” de casarse debía impartir misa de manera clandestina en su casa y, una vez que se corre la voz, esta posibilidad se cierra.

En las divisiones de capítulo me llama particularmente la atención, como en el caso de la página de la izquierda, la vinculación compositiva que puede establecerse con las cartas de tarot, creando un continuum entre las religiones y espiritualidades canónicas y las paganas. Acá pienso en la carta “El sumo sacerdote”, el arcano V. Este puede significar la autoridad masculina, estructura, liderazgo, moral, ética, enseñanza y disciplina espiritual, entre otros. Claramente, Uriel viene a presentarse en primera instancia de esa manera antes de casarse pero, al hacerlo, su carta se da vuelta y pasa a representar todo lo contrario con su ausencia. Veamos que en esta página las protagonistas mujeres se encuentran en dimensiones más pequeñas, de sometimiento, a contraposición del capítulo de título “Las mujeres” donde se da una danza de aires de aquelarre.
Como lo cuenta para el portal Entre comics:
Cuando empecé Virus tropical, tenía la idea de que comprendería desde mi nacimiento hasta los 18 años, cuando la familia se disuelve. Eso lo tenía claro. Gracias a Marjane Satrapi me di cuenta de que todo se podía encapsular en capítulos, cada uno de ellos con un tema y un personaje. Por ejemplo, el amor, y voy a enfocarme en mí. O el dinero, y voy a enfocarme en mi mamá. O la religión, y voy a enfocarme en mi papá.

En la propia experiencia, el dibujo aparece a través de las revistas para niños “La cometa” que le guardaba su padre. Pero, una vez que ella, inspirada por él, envía un dibujo a un concurso para conocer al Santo Padre, Juan Pablo II, en 1986, y lo gana, su progenitor se marcha de la casa. El dibujo parece una acción de ruptura porque dará lugar a la ausencia de la figura masculina de la familia reforzando los lazos entre las mujeres, incluso con Chavela, muchacha que realizaba los quehaceres de la casa. De esta manera, toman más presencia las voces femeninas que serán las que, con su polifonía, ayuden a Paola a reconstruir su vida desde anécdotas ajenas y una multiplicidad de perspectivas que le darán diferentes puntos de vista para revivir una infancia en la que ella no era consciente del todo de lo que sucedía tanto en la vida cotidiana como en los eventos más relevantes de sus historias dando espacio a una historia de una protagonista coral.

Así, conoceremos a Hilda, Chavela, Claudia, Patty y Paola:
- Hilda se enfrentará a la situación de criar y mantener a sus hijas sola, rebuscándoselas en diferentes empleos una vez que su marido vuelve a Colombia a vivir con su madre, dejando a su familia en Ecuador. Al mismo tiempo, veremos las dificultades de maternar a tres niñas completamente diferentes que compiten entre sí con sus necesidades y aspiraciones. Entre llantos y sudor, logra sacar su familia adelante no sin sufrimiento y sacrificios.

Es común encontrarnos con muchas viñetas de Hilda llorando, con el cabello despeinado en diferentes estilos, gritando, desbordada, llena de incertidumbres y teniendo que tomar decisiones definitorias. Estas imágenes nos inspiran un gran amor hacia ese personaje y su sensibilidad y puede que nos atraviese en la empatía porque es una función tradicional en las madres que estamos analizando y reinventando en los últimos años. Su presencia en la historieta es una presencia política contra el patriarcado y el menosprecio de su importancia como eje estructurador de la familia.
- Chavela es la muchacha que trabaja en la casa y juega con las niñas, compartiendo incluso su adolescencia. Vemos en ella una idealización de la belleza que la llevará a robar para realizarse operaciones estéticas, traicionando a quien, hasta el momento, había cumplido una función de maternidad y contención. Sin embargo, la unión se mantendrá en lo que Hilda puede entender como un error.
- Claudia es la hija rebelde de la familia, quien experimenta con drogas, viajes, sexualidad y el mundo de la moda. Es, de alguna manera, la “oveja descarriada” que parece carecer de sensibilidad ante los esfuerzos de su madre pero quien también tiene la capacidad de intentar iniciar su vida con sus decisiones por fuera de lo impuesto.
- Patty es el ejemplo de Paola, la chica inteligente e independiente que decide ir a estudiar a Colombia. Recibirá a sus hermanas allí, educando a la menor en el plano del amor y la sexualidad, acompañándola sin juzgar y cumpliendo un rol fundamental en ese pasaje de la niñez a la adolescencia.

Es interesante en este punto el lugar que se le da al trabajo de la lengua: Paola es discriminada por su léxico y Patty le enseñará cómo expresarse para no ser discriminada como “gringa”.

De hecho, en la historieta misma, tenemos más de una aclaración sobre ciertos regionalismos.
- Paola es nuestra protagonista y nos cederá una entrada a su intimidad y familia. Con sus cartuchos de texto, que nos delimitan el tiempo de la narración desde la distancia de la madurez, nos ayudará a recorrer ese mundo ajeno desde varias zonas: espacio, tiempo, lenguaje, costumbres, problemáticas sociales y económicas que disciernen de las de nuestro país pero, sin embargo, no a grandes distancias sino que, incluso, nos ayuda a interrogarnos sobre nuestra propia historia desde esta narración del “yo”. Así, la veremos incursionar en la sexualidad desde las interrogaciones de los juegos con muñecas:

Su primer beso, sus primeras relaciones sexuales y desamores, sus amistades, despedidas, reencuentros y distanciamientos.
Estos personajes ayudan a construir, desde hace ya varios años, algo que hoy aún necesitamos y reconocemos como vital: una memoria colectiva que debe reconocerse y habitarse.

Otra de las cosas que me gustan de esta obra es cada vez que Powerpaola rompe con el tiempo de lo narrado para introducir el tiempo de la narración a través de su aparición como adulta y hablándole a aquellas amigas que perdió en la adolescencia. La historieta se convierte así no solo en un racconto de una vida sino también en una búsqueda de conexión con el pasado a través del presente.
La última década en las producciones nacionales de feminidades y disidencias recurre muchísimo al tono autobiográfico, es inminente la necesidad de recorrer identidades, construcciones y reencontrarnos en nuestros trayectos para identificar y analizar cómo nos hemos convertido en lo que somos y qué podemos hacer con todo lo que nos ha ocurrido y hemos hecho. Virus tropical se convierte así en una de las iniciadoras de esta corriente en el territorio latinoamericano, inspirando a muchas de las autoras contemporáneas que la reivindican y agradecen su trabajo.