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Ceferino Namuncurá y el Valle Perdido
Reseña de "Ceferino Namuncurá y el Valle Perdido" de Roberto Barreiro y Javier Oliver, editado por Rabdomantes Ediciones.

“Ceferino Namuncurá y el valle perdido” de Roberto Barreiro y Javier Oliver

Hay dos personajes con los que siempre tuve algún tipo de problema, y que son relevantes para esta reseña. Uno de ellos es quien le da el título al libro de hoy: Ceferino Namuncurá. Ceferino era un chico aborigen, hijo de Manuel Namuncurá y nieto del mítico Calfucurá. Ambos, lonkos mapuphes que lucharon en las sangrientas Conquistas del Desierto, tanto la de Rosas como en la, mucho peor, de Roca. Por cuestiones políticas o diplomáticas, a Ceferino lo bautizaron como católico y lo enviaron a Buenos Aires a estudiar. Como dato de color, fue al mismo colegio que yo, el Instituto Salesiano Pío IX, del barrio de Almagro. Ceferino se convirtió, ante los blancos y católicos, en el ejemplo del indio que se superó gracias a la religión y la educación cristiana. Era el indio que le gustaba a los blancos, vamos. Era tal el fetichismo que tenían los porteños con Ceferino que, cuando le agarró tuberculosis en Buenos Aires, lo llevaron a Turín y lo hiecon conocer a altos representantes de la Iglesia, incluso al Papa Pío X, a quien le dio un discurso y le regaló un poncho. Ceferino murió por la tuberculosis y fue beatificado. La figura de Ceferino me repele porque simboliza al indio domado, “civilizado”, y sobre todo, sumiso.

Esto nos puede recordar a otra figura popular, esta vez del terreno de la ficción, más precisamente de la historieta: el cacique Patoruzú. Voy a aclarar primero que soy fan del personaje (más de Isidoro, pero bueno) y que sus historietas me encantan. Pero si se lo analiza un poquito nomás, queda claro que es un multimillonario que no hace nada por sus hermanos tehuelches, se la pasa boludeando en Buenos Aires con el Jet set porteño y, lo más importante, es amigo y pariente de milicos. Lo genial de este personaje no le quita lo reaccionario.

Los dinosaurios no son algo central en la obra, pero son un buen gancho. Además, los dinos nunca están de más.

Y ustedes me dirán, ¿qué tiene que ver todo esto con un comic de aventuras con un dinosaurio en la portada? Vayamos a la lectura.

Ceferino Namuncurá y el valle perdido”, guionizado por Roberto Barreiro, dibujado por Javier Oliver y editado por Rabdomantes Ediciones, es lo que se llama una “ucronía”. O sea, un subgénero de la ciencia ficción en donde vemos un mundo alternativo al nuestro, cuya diferencia se basa en hechos históricos que resultaron diferentes. Por ejemplo, “El hombre en el castillo” de Phillip K. Dick, transcurre en un mundo en donde Estados Unidos perdió la guerra. “Watchmen” (para ir a un ejemplo comiquero) nos muestra que hubiera pasado si hubiesen existido superhéroes, si Vietnam hubiese perdido, si Watergate no hubiese pasado, etc. En el caso de “Ceferino…”, pueden encontrarse dos cambios históricos importantes. El primero, qué hubiese pasado si Orélie Antoine de Tounens hubiese tenido éxito con su intento de crear un “Reino de la Araucania”, es decir, un estado araucano independiente. El segundo, qué hubiese pasado si Calfucurá hubiese vencido en la Batalla de San Carlos de Bolívar (llamado en la historieta “Carhué”, por su nombre en mapudungun). La derrota de Calfucurá fue decisiva en el declive del poder militar de los Pueblos Originarios.

Debido a la alteración de estos sucesos, nos encontramos con un Estado independiente llamado Wallmapu, compuesto por distintas tribus de nuestra Argentina y Chile (que aquí son países “huincas” enemigos). Ceferino Namuncurá es ahora un hombre de acción, un patriota orgulloso de su herencia, y también una suerte de James Bond de las Pampas. Es decir, todo lo contrario al Ceferino real. En la Patagonia se ha descubierto “el valle perdido”, en donde los dinosaurios todavía viven. El villano principal aquí es el Estado Argentino, más específicamente el General Roca, que busca quitarle el petróleo a Wallmapu. Petróleo que aparentemente guarda relación con el valle perdido. Otro elemento de esta ucronía es que los “Hijos de Israel” se instalaron en la Patagonia, dentro de las tierras de Wallmapu, viviendo como gauchos judíos. Entre ellos habita quien será el compañero de aventuras de Ceferino, el golem Zusman.

Ceferino como hombre de acción, dándole su merecido a un terrorista chileno.

Otro elemento muy interesante es la incorporación de personajes “análogos” a Patoruzú y sus compinches. No quiero spoilear esa parte, pero me encantó como utilizaron la referencia, que tiene un poco que ver con lo que escribí al principio de esta reseña. También es muy divertido ver a Julio Argentino Roca como un villano cerebral salido de “Misión: Imposible”. Eso es lo lindo que tiene la ficción cuando no intenta “imitar” a la realidad. Como bien demostró Tarantino, la ficción puede reivindicar, recomponer y hasta vengar los hechos históricos. Que Ceferino sea un guerrero y que Roca sea un viejo humillado, son cosas muy hermosas de ver.

Por el lado del dibujo, aplaudo la labor de Javier Oliver, cuyo estilo “cartoonesco”, un poco a lo Tintín también, le va como anillo al dedo a esta historieta. Está muy bien, especialmente, la forma en que narra y plantea las viñetas sobre las páginas. Le da el dinamismo que el argumento precisa.

Una de las figuras más siniestras de la historia argentina, el genocida Julio Argentino Roca.

La verdad es que con estos elementos esperaba una aventura más cercana a Indiana Jones o Jurassic Park, en donde prime la acción y las hazañas. La realidad es que el guionista, Roberto Barreiro, elige ir por otro lado. Es más una de espías, con conflictos políticos, conspiraciones y contraconspiraciones. Hay quizás más diálogo que acción, y más especulación que peripecia. Por otro lado, los dinosaurios terminan siendo algo anecdótico, no son centrales en la trama. No obstante, es un buen gancho para descubrir esta historia que no aburre nunca. Es un universo muy bien construido y el recurso de la ucronía está muy bien usado. Para quienes disfruten, como yo, de las curiosidades de la historia argentina, les garantizo que se trata de un viaje muy divertido. La verdad es que dan ganas de seguir conociendo las andanzas de estos personajes.

Esperemos que haya próximas entregas, y que, ahora que ya están presentados el mundo y sus personajes, se centre más en la aventura. Cuando haya que volvera Wallmapu, cuenten conmigo.

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