“El Castillo Rojo” de Pablo De Santis y Matías San Juan
El detective siempre funciona. El gran Carlos Trillo era experto en su uso, y se animaba a estirarlo y reconfigurarlo, a mezclarlo con otra cosa, y a veces lo presentaba de un modo casi irreconocible, pero en el fondo tenías un detective. De Santis tiene también su propia historia con el género policial/detectivesco. Sin ir muy lejos, el anterior trabajo junto a Matías San Juan (en editarse, no cronológicamente) es “Saturno” (Hotel de las ideas) sobre un cronista policial, pero ésta vez el mundo que rodea al personaje es mucho más interesante.
En esta ocasión, también editado por Hotel de las Ideas, le toca su turno a “El castillo Rojo“. ¿Qué nos tendrá para decir De Santis en esta Obra?
El pasado es una infección
La protagonista es Irene Markus, una neuropsiquiatra que puede interpretar los sueños ajenos, pero no puede recordar los propios. Su verdadero trabajo, al margen de dar clases, se asemeja más al de Rick Deckard, de Blade Runner, y para entender ésto, es importante conocer el mundo de “El Castillo Rojo”.

En un futuro no tan lejano, algunas empresas comenzaron a prestar servicios de clonación, para que la persona una vez abandone éste plano, su presencia continúe en él (como una suerte de inmortalidad más para los demás). Una reproducción fiel, con los mismos recuerdos, voz y conciencia. Pero una copia al fin y al cabo. El problema (si es que ésto no planteaba ya al menos un dilema) es que al quebrar las empresas, los clones ganaron la libertad y el que no desea reclamar “su” vida, quiere como mínimo, seguir con su existencia. Allí entra la labor de Marcus, precisamente para “desactivarlos”.
Estos intrusos no difieren a simple vista de un humano común y corriente, pero su mera convivencia con humanos perjudica a éstos últimos, por eso su eliminación es innegociable. Sin embargo, todos los intrusos comparten las mismas visiones en sus sueños, la de un castillo rojo, la pieza fundamental del rompecabezas.

Los fantasmas tienen hambre de los vivos
La estructura es algo a lo que De Santis nos tiene acostumbrados. Usualmente en sus historietas nos encontramos con una serie de relatos/casos, que en mayor o menor medida, exploran la premisa y sus variables, y a la vez van tejiendo en un segundo plano la “gran” historia. En este caso también van apareciendo los temas, que en pequeñas cuotas, construyen la identidad de la obra. Y hablando de identidad, éste es uno de los temas centrales. ¿Somos quienes somos por los recuerdos, imagen, voz y otros rasgos de la personalidad? ¿Y puede el Otro definir quiénes somos a través de esos rasgos? Quizás el tema que más me interesa es la relación con el pasado. El apego/desapego emocional, razón de un consuelo al convivir con una copia del otro, en lugar de aceptar y avanzar. Expresado en, y dependiendo el caso, los intrusos que dan pie a una relación simbiótica y dependiente con quienes los rodean.

El color de los sueños
El trabajo de Matías San Juan es conciso y ajustado, pero encuentra en el color la clave para la expresividad. De ese encierro cromático de (casi sólo) dos colores, nos plantea un futuro de pocas opciones, bicromático, pero no aburrido en su lectura. Un trabajo donde cada decisión artística es totalmente deliberada. Así como Mazzucchelli trabajó obsesivamente la paleta limitada en Asterios Polyp (que constaba de cyan y magenta), acá se explora mucho más la gama de esas posibilidades, con otro objetivo, y logra más que sin la imposición. Porque una paleta, elegida por cuestiones conceptuales es mejor que tener todo a disposición y que nada destaque.
¿Y ahora adónde vamos?
Me tomo el atrevimiento de unas últimas palabras para recomendaciones que también pueden tener puntos de conexión, algo como una amplitud del mapa de referencias. Mi primera impresión fue pensar que “El Castillo Rojo” es como si Charlie Kaufman hubiese escrito Blade Runner con una idea muy primitiva, y ésta hubiese sido filmada por Brandon Cronenberg (de quién recomiendo mucho “Possessor” e “Infinity Pool”). Si en lugar de cine, te interesan más los libros, la antología “Burning Chrome”, de William Gibson, es algo que puede tener similitudes (sobre todo el relato The Winter Market).
Sin más, nos despedimos esperando más libros de De Santis y San Juan, que exploren lo psicológico en la ciencia ficción. Bah, de ellos o quién sea.