Reseñas

La Carretera de Manu Larcenet

Cómo fan de Mad Max: Fury Road debo admitir algo frente al escenario que compone La Carretera, y es que la cinta de George Miller se ve demasiado bella para uno afligirse por el fin del mundo. Ésto es muy diferente en La Carretera, tanto bajo la prosa de McCarthy como del plumín de Larcenet. Aquí la humanidad ha quedado huérfana y, el mundo en descomposición, se vuelve palpable en su lectura. 

DOS AUTORES, UNA CARRETERA

Cormac McCarthy ha sido un escritor un tanto “ermitaño”. Ha concedido muy pocas entrevistas durante su carrera, pero no es difícil inferir, entre lo que comenta y su cuerpo de trabajo, que “La Carretera” es un momento especial dentro de una trayectoria muy asociada al western. Es recién con ese trabajo que McCarthy, también autor de “No country for old men” (adaptada al cine por los Coen), se alza con un premio Pulitzer. 

El otro autor del que toca hablar (y con más razón aún) es Manu Larcenet. El francés también tiene trabajos donde se resaltan las relaciones de padres e hijos, como “Los combates cotidianos” o “Blast”, en las cuales asume la doble tarea de guionista y dibujante. Uno de los motivos por los que ha tomado la adaptación de la novela (como ya lo ha hecho con “El informe de Brodeck”) es por el tiempo que le lleva escribir y definir el guion, prefiriendo la libertad de organizarse desde el dibujo.  

SE HACE CAMINO AL ANDAR

¿Qué otra cosa puede hacer el hombre más que ser un paria, un homeless, en un mundo que ya no puede llamarse hogar? Este contexto hermético y pesimista es la excusa del autor para explorar la íntima relación entre padre e hijo, y sobre todo, los miedos típicos de traer un hijo al mundo. Los personajes son prácticamente vagabundos que se enfrentan a la versión más cruda del “sálvese quien pueda”. El objetivo es llegar al sur, luchando por mantener la cordura y una mínima esperanza.

El relato, aunque sea de ciencia ficción, no se desvía tanto de lo que son los quehaceres de un padre en un mundo actual normal (aunque lo “normal” se distorsiona cada vez más rápido). Educándolo, cuidándolo y preparándolo para un mundo amargo y en el medio aprovechar cada efímero momento de placer que le puedan robar a la vida.

El estilo de McCarthy en La Carretera es muy directo y amigable para cualquier lector. Se caracteriza por oraciones que se estiran hasta agotarse y un lenguaje simple, y es fácil engancharse con su prosa (al menos en éste libro), y Larcenet adapta un poco de ese estilo en el diseño general de la historieta. Quita la narración en off y se apoya en transmitir casi todo en imágenes y silencios, con poca variedad cromática, pero igualmente interesante. La novela repite la palabra “gris” (y sus derivados) una incontable cantidad de veces, y funciona creando una monotonía visual, que a mi parecer es muy interesante visualmente. Cuando rompe con eso, lo hace con tonalidades y una paleta muy sutil. 

CONCLUSIONES 

Dejando de lado que el libro es bajonero, no se puede discutir su calidad y el trabajo que tiene encima. Porque el punto no es precisamente el pesimismo sino el fino hilo de esperanza que se mantiene hasta el final. Es una representación exagerada de los miedos como padre, pero como declaración es acertada, como propuesta más que interesante, y como pieza de historieta, un “must have” del artista francés. 

RECOMENDACIONES

Es difícil pensar en las recomendaciones sin cruzar un pensamiento que merece un estudio y nota propia: ¿Nos dice algo la cantidad de ficción post apocalíptica generada en los últimos años? Algunas orientadas al terror, otras a la ciencia ficción, pero también las hay orientadas a la acción, al drama e incluso a la comedia. Los relatos postapocalípticos han ganado cada vez más espacio y formas en las tres décadas anteriores. Y es que siempre han existido. En el mundo moderno, por más que nos introduzcan a un escenario de zombies, hongos, o una nevada mortal, no hace falta más que la escasez de un sólo recurso para imaginar el fatídico mundo de Mad Max (inspirado por la crisis energética de los años 70). Pero también el perder la vista, como en See (2019) nos lleva a un reordenamiento social.
Los factores son muchos. Desde la discusión por cambios climáticos, desastres naturales, patologías no atendidas, poca representatividad política, y más, parece que las consecuencias se vuelven causas de un próximo escenario fatalista, donde lo que se repite es el quiebre de la sociedad como una estructura y junto con esto, también el contrato social. Lo más terrorífico es como se naturalizan estos postulados salvajes sin la necesidad de un escenario que lo justifique. Porque recordemos que la ciencia ficción siempre habla más del momento de producción de la obra que de un futuro.

Empecemos por un libro que no todos los fans de Alan Moore conocen: Crossed +100, un spin off de la serie más mala leche de Garth Ennis. Aquí Moore y Andrade imaginan ese mundo arrasado por los zombies, ya establecido, pero cien años al futuro, cuando los libros y la educación formal ya no importan y el lenguaje se distorsiona empobreciendose. Aún así, los grupos tratan de cuidar de los suyos sin perder ante la falta de empatía.   

Y cierro con Cadáver exquisito, la segunda novela de la escritora argentina Agustina Bazterrica, del año 2017. Siendo alguien que ha leído y visto una colección de escenarios tan viscerales como horribles, debo admitir que la novela de ciencia ficción y/o terror de Bazterrica no se anda con pequeñeces. Nos plantea un mundo donde ya no se pueden consumir las carnes rojas y eventualmente empezamos a categorizar a las personas para etiquetarlas como ganado. Con un gran world building, “Cadáver…” es también un ejercicio de alienación y alejamiento de lo que se lee, jugando así también con nuestra apatía.   

Hasta acá llegamos por hoy, nos leemos en la próxima reseña (mientras no nos sorprenda el fin del mundo).

Anibal Berrey

Como guionista frustrado, me puse a leer toda la historieta a mi alcance y de algún modo terminé acá.