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“Dear Patagonia” de Jorge González

Jorge González entra fácilmente en la categoría de autores nacionales de los que necesitamos más. Para desarrollar esto, nos metemos de lleno con “Dear Patagonia”, un libro suyo (y también muy nuestro) que es además con el que debuta Sector Editorial

Podés sacar al autor de Argentina, pero no podés sacar a Argentina del autor

Hace tan sólo tres años Hotel de las Ideas nos traía “Llamarada”, obra que si bien nos cuenta sobre el “Colorado” José María González, jugador de Racing Club y abuelo del autor, también se inscribe en una trilogía de obras (junto a “Fueye”) que hablan de nosotros. Ahora tenemos la suerte de contar con “Dear Patagonia”, un relato quizás más extendido, y compuesto por más voces, donde los espacios y paisajes son testigos de las historias pero también los protagonistas silenciosos del libro.     

Pero no todo lo que ofrece, o quiere comunicar, es aprehensible en ese primer contacto con el libro.

Dear Patagonia (Sector Editorial), Fueye (Común) y Llamarada (Hotel de las Ideas)

Hace tiempo que una máxima comanda mis hábitos de lectura y relectura, y es la siguiente: si un libro no vale la pena leerse dos veces, tampoco vale la pena leerse una. Y lo considero importante en éste caso porque Dear Patagonia realmente comienza a leerse a partir del reencuentro con la obra. Hay vacíos y silencios que se descifran luego de sacarse de encima la primera impresión, una más bien sensorial, y de a poco se construye el código de comunicación entre esos profundos paisajes y el lector.

“Sólo hay viento y silencio”

Es casi irónico que un personaje plantee que allá en la Patagonia “sólo hay viento y silencio”. Estas casi 280 páginas nos ofrecen tanto pequeñas historias, que tejen algo que es más que la suma de sus partes, sus temas y un sinfín de texturas y atmósferas, en lo cual el autor destaca. 

Dear Patagonia está dividido en 9 capítulos siendo el último una suerte de epílogo, con otro registro, cosa que ya hemos visto a su manera en “Fueye” y “Llamarada” y sirve para ver otra cara del artista y un “insight” de la propia obra.

Ya desde la primera historia, en 1888, nos topamos con los temas de la tierra y la pertenencia, y haciéndose eco de una acontecimiento real como lo fue el genocidio selk’nam (u onas). Es un capítulo que, más que adelantarnos el tono general del libro, nos antepone el hecho violento, la sangre derramada en Tierra del Fuego, como clave para pensar el resto del libro. 

Luego pasamos al pueblo de Facundo, el puntapié de una historia de generaciones, que podemos establecer como uno de los ejes del libro ya que seguiremos la historia de Julián, incluso desde antes de su nacimiento, y su relación con esa tierra.

La caricatura del indio, en la forma de nuestro Patoruzú.

Julián viaja a Buenos Aires y desde aquel momento la ciudad le impacta tanto que marca su vida de manera condicionante. Podemos verlo en la caracterización de la Patagonia, y la de Buenos Aires, en un contraste evidente. En 1939 conoce allí a Roth, un alemán que también está en busca de un lugar, y tras ese breve primer encuentro, se vuelven a ver en tierras más australes, donde se pone en relieve algo importante en cuanto a la temática.

El alemán se propone filmar a los indios y ante la pregunta de por qué lo hace, argumenta que “parecen de verdad”. Lo que tiene delante son personas no ajenas a su tierra, incluso inseparables de su lugar, que ni huyen ni buscan otro.
Acá es donde mejor se trabaja ese contraste, entre lo que es invisible para Julián y lo que Roth intenta plasmar. Cuando el primero le pregunta al alemán si piensa volver, González decide que el silencio sea quién responda. Ésto, a grandes rasgos, es lo que nos propone el autor a través de toda la obra.

Taylor, hombre de pocas palabras y también pocas visitas.

Otras voces

Podemos encontrar el trabajo de González en muchos lugares. Ha realizado ilustraciones para libros como “Memorias del subsuelo” de Dostoievski y “Soy Leyenda” de R. Matheson, entre otros. Volviendo a la historieta, también ha colaborado con otros autores, por ejemplo en “Le Vagabond” (con Carlos Jorge) o “Hate Jazz” (con Horacio Altuna), que también participa como guionista en Dear Patagonia, para un tramo dentro de un capítulo, porque, como dijimos, Dear Patagonia contempla otras voces.

Los siguientes dos capítulos están guionados por Hernán González y si bien introducen un nuevo personaje, voy a limitarme a los temas que mencionamos e intentar una suerte de cierre, si es que lo tienen. En cierto momento, éste personaje expresa que emprenderá un viaje al sur y alguien, como consejo, le recomienda ir armado porque “no es joda donde vas, son tierras de Benetton”. Esto, a más de cien años de los hechos del primer capítulo, nos habla del destino de la tierra y de la soberanía, y es tan duro como real.
Ya mencionamos un capítulo final con la participación de Alejandro Aguado (a la cabeza de la histórica La Duendes del sur), que nos saca de la ficción del libro, ayudado por el tono y cambio de registro gráfico, para contar lo que no se puede contar de otra manera. Es el libro y a la vez un poco la cocina del mismo, con el testimonio personal de Aguado.
Más en detalle sobre su historia, en ésta entrevista entre González, Aguado y Daniel Otamendi: 

Si es que se puede pedir más…

Es evidente que González es un autor que viene de la plástica y que ha ido cambiando y adaptándose, combinando herramientas, incluso en un mismo libro. Puede presentarnos personajes simples y de líneas super definidas que te hace pensar en Manuele Fior o más caricaturizados como los de Prado. En obras como Mendigo uno se encuentra con colores fuertes y alguna que otra composición que te recuerda a los rojos intensos de Mattotti, Estimo yo que su mayor herramienta es el grafito acuareleable, por la expresión muy controlada y los variados efectos de pincel, a veces más aguados y otras más secos. 

¿A quién recomendar éste libro entonces? A quienes les gustó Essex County y quieren más historias cien por ciento de autor sobre el arraigo y una identidad asociada a una tierra, encontrarán en Dear Patagonia cuestiones similares y con un trabajo plástico mucho más interesante. Y esto último también es un punto a destacar ya que los trabajos de González son muy artesanales y con una dedicación que pocos se pueden dar el lujo de tener. También quien conozca el trabajo de Shaun Tan, sobre todo en “Inmigrantes”, su libro mudo sobre la inmigracion europea, entenderá sobre la llegada a tierras ajenas y lo generacional, que es clave en el trabajo de González. Y si tenías ganas de introducirte en la historieta europea, con identidad, y que le puedas redescubrir cosas a cada lectura, tampoco podés dejarla pasar. Los buenos libros con tanto trabajo detrás son pocos, y editados acá son aún menos.

Si querés saber más de Sector Editorial, aquí dejo la entrevista que le realizamos a Daniel Otamendi de Sector Editorial/Sector 2814 comiquería:
Entrevista a Daniel Otamendi de Sector Editorial

Anibal Berrey

Como guionista frustrado, me puse a leer toda la historieta a mi alcance y de algún modo terminé acá.

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