Algunas notas sobre “Mónica” de Daniel Clowes (o por qué la vida es una entropía)
Hace rato que el todopoderoso Maximiliano Britos me está apurando para que escriba una nota para Legado de Orfeo. Tiene razón, vengo muy vago con eso. La verdad es que en diciembre me agarró uno de esos típicos bajones de fin de año, y en enero, a mi jefe se le ocurrió hacerme trabajar. ¿Quién trabaja en enero? Los pocos momentos que tuve para mí los usé para escribir (o intentar escribir) algunos guiones.
Hace unas semanas pasé por una conocida librería de la calle Corrientes para comprar el tomo 2 de “Monster” (el manga de Naoki Urasawa) y me puse a recorrer las bateas. En realidad, estaba buscando algo de superhéroes, pero lo que encontré fue un apartado de historieta de autor. Allí, se me presentó Mónica. Lamentablemente no una mujer, sino la obra de Daniel Clowes, editada por Hotel de las Ideas en el 2023. Del autor solo leí dos obras: “Like a Velvet Glove Cast in Iron” (que me encantó) y “Ghost World” (que está muy bien también). No me creo capaz de hacer un análisis semiótico sobre el universo Clowes, pero cuando empecé a leer “Mónica” me dije “tengo que escribir algo sobre esto”

¿Qué es la realidad?
Por un lado, es aquello con lo que convivimos físicamente, lo que percibimos a través de los sentidos. Pero por otro lado, hay una realidad que transcurre dentro de nuestras mentes, la cual también vivimos todo el día, no solamente cuando soñamos. Tenemos fantasmas, deseos, neurosis, miedos irracionales, creamos nuestros propios mundos, imaginamos escenarios (en general, negativos). Convivimos con la fantasía. En la obra de Daniel Clowes, lo real y lo surreal no conocen una línea divisoria. Creo que Clowes es un realista, o si se quiere, un naturalista. Alguien que busca crear un retrato imaginario de la cotidianidad, lo más al natural posible. Por otro lado, sus cómics están llenos de terror, ciencia ficción y otros géneros que parecen escapar a las vivencias del día a día. “Mónica” es una obra antológica, compuesta por varias historietas cortas que tienen como hilo conductor al personaje del título. Lo primero que nos presenta el libro, en los “créditos” autorales, es un breve repaso de la Historia de la humanidad resumida en dos páginas. El autor quiere hablarnos de toda la especie humana tomando un recorte, un escorzo: Mónica. Luego, sigue una suerte de prólogo llamado “Madriguera”. Parado en el género bélico, a Clowes le bastan tres páginas para contarnos lo que pudo ser la experiencia en la guerra de sudeste asiático. El autor imagina a aquellos chicos como jóvenes idealistas. Justamente son estos ideales los que el Gobierno de los Estados Unidos usaron para manipularlos y enviarlos a una guerra sin sentido (más allá de un fin económico). Con más páginas de extensión, “Mina de Oro”, se trata sobre la madre de Mónica: Penny. A diferencia de otras obras de autores progresistas o de izquierda, en donde existe una exaltación del movimiento contracultural, y una visión crítica sobre aquellos que fueron a la guerra, Clowes humaniza a los chicos de Vietnam (como dije, son idealistas) y retrata a los hippies a los que frecuenta Penny como un grupo de artistas pedantes, cínicos, que son pura pose (en nuestro medio conocemos gente así, ¿no?). La imagen que da Clowes de estos pseudointelectuales de los años 70, que escupían ideales como veneno, es la de hedonistas perdidos en el mundo de las drogas duras, el sexo sin responsabilidad afectiva y un progresismo de cartón pintado disfrazado de rebeldía y superioridad moral. Lo que hace el autor acá es contar un relato escatológico, y a la vez, fundacional de los Estados Unidos. Porque las décadas de los 60 y 70 fueron la agonía y muerte del sueño americano (la derrota en Vietnam, los asesinatos de Kennedy y King, la epidemia de las drogas y las sobredosis, Watergate, Manson, el HIV, la ruptura del modelo de familia tradicional). Es un punto de quiebre para la Tierra de la Libertad, que tuvo sus repercusiones en todo lo que vino después.
Ahí nace Mónica, una american hero para los tiempos modernos.

El segundo relato, titulado “El brillo infernal”, no tiene absolutamente nada que ver con el primero. Es un cuento de horror con tintes lovecraftianos, no solo por cierta mitología utilizada en el guion, sino porque el tipo de escritura remite al estilo del nativo de Providence. Es una historia esotérica y poética. Me recordó a las letras de Nick Cave. Nuevamente, aparece lo surreal en Clowes. Desde ese surrealismo nos habla de nuestra realidad, porque se trata de emociones y de símbolos, a la manera de una mancha de rorschach. El significado del cómic debe encontrarse en el espacio interior de cada lector. Si es que hay un significado. El siguiente fragmento es “Demónica”. Ya protagonizado por una Mónica adulta. Es un relato sobre el duelo. Sobre el dolor, el abandono, el estar tirado en la cama todo el día. Cuando la abuela de Mónica muere, ella va a pasar el luto en una casita en el campo. Ahi, encuentra una radio a través de la cual le habla el fantasma de su abuelo, también fallecido. Acá se evidencia esto que mencionaba al principio, sobre los límites difusos entre lo real y lo surreal, o entre lo cotidiano y lo fantástico. ¿Hay algo realmente fantástico en que una chica atravesando un duelo hable con fantasmas? ¿No es lo que todos haríamos? Nuevamente el espacio interior se proyecta en el mundo físico y es imposible diferenciarlos.
“Demónica” es un episodio duro, triste y hermoso, en dónde se puede apreciar toda la maestría de Daniel Clowes. “Demónica” es también la historia de una separación. ¿Y que le sigue a una separación sino un duelo? Uno siente que parte de uno murió y que queda a merced del insondable vacío del universo. Más allá de la época en que esté ambientada esta historia, Clowes hace un retrato acertadísimo de como mi generación, la gente de treinta y pico, atraviesa el dolor. Separarse, duele. La muerte de un ser querido, duele. En el universo de “Mónica” todos estamos solos y la vida no es más que una constante entropía. No se gana nada, todo se pierde, y en el mejor de los casos, se transforma un poquito. Una vida de mierda puede dar lugar al nacimiento de una nueva vida (“Mina de oro”). La invasión del mal puede acabar en una metamorfosis (“El brillo infernal”). Luego sigue “El incidente”, una historia cortita, que es mejor no spoilear, pero es otro lujito de Clowes. “Exitosa” es una historia sobre la vejez y la crisis de mediana edad. Primero a partir de una actriz en decadencia llamada Heather, y después a partir de la experiencia de Mónica al llegar al éxito. ¿Qué significa llegar al éxito para una persona depresiva que nunca creyó poder avanzar? Y, peor aún, ¿qué pasa cuando el éxito no te da la felicidad? Mónica necesita llevar adelante un camino de autoconicimiento, que implica volver a la infancia. Como dice La Renga “el final es de dónde partí”. A veces el camino para reinventarse significa tocar fondo y pasar por el infierno. Esto también aparece en “La Abertura”, que también trata de la búsqueda del pasado para comprender el presente. Mónica busca a su madre, y también la identidad de su padre. Esto la lleva a infiltrarse en una secta, tema que Clowes que ya tocó en “Like a Velvet Glove Cast in Iron”. Y es un tema que a mi también me fascina. La lectura que hace Clowes sobre los cultos es original y personal. Mónica se “infiltra” en la secta con el objetivo de buscar datos sobre sus progenitores, pero a medida que se sumerge en este mundo, va siendo absorbida por las creencias del culto. Todos aquellos que crecimos sin un padre y estamos llegando a una edad en la que redefinimos nuestra vida, nos vamos a sentir identificados.

El anteúntimo capítulo nos trae de nuevo a Krugg, quien apareció en el primer relato y es el arquetipo del artista snob y poser. ¿Qué pasa cuando un tipo así envejece? Siguen siendo la misma mierda y terminan creyéndose la reputación que han construido sobre ellos mismos. La falacia del genio incomprendido. Esta idea está un poco a lo largo de todo el libro. Mónica, ante el misterio de su nacimiento, se cree especial. Incluso llega a considerarse una “elegida” en su paso por la secta. En la última escala de este viaje vemos a una Mónica ya mayor que gracias a la terapia ha logrado llenar algunos huecos de su alma, dándole clausura a sus búsquedas, que no han resultado del todo fructíferas. Mónica, que se creía especial, choca con la realidad de que fue solo un aborto fallido. Nunca va a terminar de llenar el vacío, ni siquiera en esta clausura.
Montaigne decía que la verdad era como un círculo. cuando lo analizabas más de cerca descubrías que era un polígono con x cantidad de ángulos. Si te acercabas más veías que había más ángulos, y así hasta el infinito. La verdad es el conocimiento de la propia ignorancia. Es imposible llegar a la verdad absoluta. En el universo de Clowes, uno nunca llega a conocerse totalmente a si mismo, tal vez solo un cachito, pero siempre quedará el vacío. Lo que importa es el viaje de autoconocimiento en sí, no su final. “Mónica” es una obra literaria compleja, que invita a volver unas páginas atrás, para entender mejor como se van resignificando las cosas. El dibujo de Clowes, siempre personal y expresivo, es una obra de arte visual que vale la pensa admirarlo por sí mismo. “Mónica” está publicado en nuestro país gracias a Hotel de las Ideas, en una edición muy cuidada. Por suerte, consigue en librerías de todo el país.