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Comic Magazine
Una parte importante de la historia de la cultura comiquera en Argentina.

“Comic Magazine. Una revista todoterreno” de Diego Arandojo

Yo nací demasiado lejos, y demasiado tarde, para poder visitar ese mitológico Parque Rivadavia de los años ochenta. Mal que le pese a quienes estuvieron ahí, algunos de ellos todavía en el epicentro de la sociabilidad “comiquera” en Argentina, ya pasaron suficientes años desde entonces, décadas en realidad, como para justificar que se vaya pasando de la historia oral que se cuentan boca en boca en comiquerías y eventos (hoy, por suerte, grabada para la posteridad en infinidad de podcast) hacia una reconstrucción historiográfica “en vida” de ese mundo donde se forjó en buena medida la manera en que pensamos, leemos y coleccionamos historietas hoy. Y en ese mitológico lugar podíamos encontrarnos con la Comic Magazine.

La portada del libro homenajea la estridente tapa del N°1 de Comic Magazine.

Si bien a Fernando “Bicho” García, pecando de modesto, le parece “presuntuoso” hablar de un “legado” de Comic Magazine (1989-1991), yo no estaría tan seguro. Esta publicación, objeto de la investigación y libro escrito de Diego Arandojo que aquí nos ocupa, es una suerte de “eslabón perdido” entre los primeros escritos sobre historieta en nuestro país, producidos mayormente por profesionales del rubro y pioneros académicos, y lo que podría el llamarse “periodismo de historieta” que prodiga en las “revistas de información”. Una prosa que retiene la rigurosidad investigativa, le agrega una buena cuota de amor por el medio, y le habla a un público general.

Comic Magazine puede también pensarse también como un estadio intermedio entre las “revistas subte” de los ochentas, amateurs y fotocopiadas (muchas hoy accesibles gracias a la gente de Zinerama), y la profesional, y mucho más masiva, Comiqueando clásica (1994-2001). Tanto es así, que la redacción de la revista fundada por Javier Doeyo hizo las veces de galvanizador de las mejores plumas detrás de los fanzines de información, juntando en el proceso a un jovencísimo Andrés Accorsi con algunos de los colaboradores más estables de la Comiqueando ’94 y brindándole la experiencia editorial que necesitaría para lanzarse por sí mismo.

Tras una breve y autobiográfica introducción, Arandojo nos ofrece lo que probablemente sea su mayor aporte: un generoso “Estudio preliminar” de más de cincuenta páginas que cumple, con creces, dos funciones. Primero, contextualiza el lugar que le corresponde a Comic Magazine en la historia de las revistas argentinas sobre historietas. Segundo, mediante entrevistas a Javier DoeyoHernán OtsuniFernando GarcíaAndrés Accorsi“El Niño” Rodriguez“Pancu” y Jorge Lucas, reconstruye la historia detrás de su creación y desarrollo.

Contar una historia siempre implica seleccionar, recortar y jerarquizar, por lo que el pasaje acerca de los antecedentes de Comic Magazine dobla como un intento de crear un elenco de las revistas argentinas sobre historieta. Según Arandojo, la primera fue Dibujantes (1953-1957), fundada por Osvaldo Laino e inspirado por la idea de Juan Ángel Sagrera de una “revista ‘de los dibujantes para los dibujantes’”.

“Llegó el manga!!”, un titular que probó ser premonitorio de lo que vendría.

La genealogía continuaría con el órgano difusor oficial de la Asociación de Dibujantes de la Argentina llamada El Tablero, las Skorpio donde Carlos Trillo y Guillermo Saccomano esbozaron su canon de la “historieta nacional”, revistas “donde la difusión del medio se alternaba con los estudios académicos” como LD Literatura Dibujada (1968-1969) de Oscar Masotta y Tiras de Cuero de Oscar Steimberg (1983), y publicaciones autoeditadas como Crash (1979-1983), Akfak (1983/1985-1989), Comiqueando (1986-1987) y otras “revistas de información” hechas por “historietófilos”, como se describió contemporáneamente desde Fierro en una nota que Arandojo repone completa.

La reconstrucción de cómo fue creada la Comic Magazine es igual o más interesante, contando Doeyo que aprovecho su lugar como “accionista minoritario en una imprenta” y un “remanente de papel” para concebir una publicación dedicada al “periodismo e investigación” sobre historieta que fuera “moderna”, y no “acartonada” o “académica” como lo que había existido.

Que haya coordinado el lanzamiento del primer número con la estela promocional de la primera Batman de Tim Burton no sólo habla de la sagaz mirada empresarial del editor, sino que reafirma el lugar de ese estreno como un hecho fundacional de la fase expansiva de la sociabilidad comiquera argentina. Recordemos que la igual de mítica línea DC de editorial Perfil, a la que se le atribuye haber creado una “generación” entera de lectores, también nació en un intento por lucrar con la “segunda Batimanía”.

Yendo más lejos aún, Comic Magazine fue concebida con la misión de unir “a la historieta con el cine, la tv y el video”, como escribió Doeyo en el editorial inaugural. Una mirada positiva sobre la dimensión multimedia de la cultura masiva que no siempre es bienvenida dentro del ethos comiquero, y que ayuda a explicar, por ejemplo, porque el editor fue de los primeros en ver el buen negocio editorial que sería el manganime (primero con Cóctel, luego con Meridiana Comics y finalmente con A4 Editora).

La portada original, que se subía a la “Batimanía” de final de los ochenta.

En parte porque el estudio preliminar de Arandojo es tan rico y bien logrado es que luego, cuando llegamos la reposición de Comic Magazine, resulta un poco una decepción encontrar que, en lugar de una digitalización facsimilar de las revistas, el autor ha preferido realizar una selección de notas y transcribirlas. Uso el verbo “preferir” porque, ni en la introducción, ni en el aclaratorio “Sobre la transcripción”, donde Arandojo explicita su “criterio de compilador”, se explica que la decisión haya sido tomada por fuerza mayor. Como podría haber sido, por ejemplo, la decisión de los involucrados en la revista original o la falta de tecnología para la correcta digitalización.

En una época en la existen iniciativas como el Archivo Histórico de Revistas Argentinas (Ahira), y el hecho que el libro exista puramente en versión digital, hacen que esto se sienta como una oportunidad perdida. No sólo desaparece la materialidad de la publicación, su naturaleza “mutante” de Comic Magazine, que Arandojo identifica en el estudio preliminar como producto de los muchos formatos que atravesó, sino también secciones enteras. Como, por ejemplo, “El Rincon del Buscón” de “Trucho Abyless”, infame columna de chismes del mundo editorial que hizo que desde Fierro Pablo de Santis apodara peyorativamente a Comic Magazine como “La Radiolandia de la historieta”. Por no hablar de las historietas que eran incluidas en la revista, entre las que se cuentan los primeros pasos de “El Niño” Rodriguez y el debut de El Cazador de Jorge Lucas.

Sin embargo, hay mucho para disfrutar aún en la comprensiva transcripción que hace Arandojo, y que abarca en más de quinientas páginas todas las etapas de Comic Magazine: desde la revista original a su devenir en suplemento incluido dentro de la Cóctel, pasando por su encarnación “cuadrada” y su versión “diario”, que contraintuitivamente tenía periodicidad (casi) mensual.

Pueden leerse los editoriales de Doeyo, textos en las que Accorsi hizo sus “primeras armas” como redactor, notas de Marcelo Torres y el recientemente fallecido Rodrigo Sabio (a quien Arandojo le dedica el libro), muchas entrevistas con artistas locales como “Quique” Alcatena“Lucho” OliveraJorge Zaffino y muchos otros. Así como el siempre riguroso laburo de Hernán Ostuni y Fernando García, entre los que se cuentan sendas notas sobre Astroboy y Akira, que permiten atribuirles el rol de primeros difusores del manga en el país, incluso antes que la revista RAN (Robot Argentino Nipón) hiciera su aparición.

En resumen, Comic Magazine. Una revista todoterreno se vuelve un libro infaltable en la “biblioteca” de cualquier persona que quiera sumergirse en la historia de la cultura “comiquera” en nuestro país. Un lugar que se asegura no solo por fuerza del material que repone, sino también por el aporte de una rigurosa reconstrucción sobre los orígenes de la revista, capturando en bits y píxeles los testimonios de los protagonistas que hace accesibles para la futura lectura de aficionados a la historieta e historiadores por igual.

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