Tu sitio de reseñas y columnas de cómics.

El tren de los sueños: Un viaje al interior de Sandman.
El tren de los sueños. Un viaje al interior de Sandman. Primera parada: Gaiman y sus precursores.

El tren de los sueños: Un viaje al interior de Sandman (Parte 1)

Se ha dicho que todas las historias son una sola; que toda obra es, en sí, una interpretación de obras anteriores; que no existen nuevas historias sino nuevas formas de leerlas y contarlas. El “monomito” del que hablaba Joseph Campbell, sin ir más lejos: el viaje del héroe. La historia de la historia. La narración de las narraciones. Y ¿qué fue primero, la historia o el mito? “¿Dónde termina la narración y empieza la mitología?” se pregunta Paul Levitz en el prólogo de Sandman. Cabe preguntarse, también, cuál sería la historia original si todas son, intrínsecamente, réplicas ornamentadas. Todos estos interrogantes resultan claves, indispensables a la hora de analizar una obra o, mejor aún, entenderla. ¿Y qué es “entender una obra”? Y así podríamos seguir recorriendo infinitamente, cual paradoja de Zenón, este laberinto de preguntas sin llegar a ningún lugar.

En el texto “Kafka y sus precursores”, título que tomo prestado y no arbitrariamente, Jorge Luis Borges postula que “cada escritor crea sus precursores” y que “su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro”. A partir de esto podemos, como Borges, considerar a Aquiles “el primer personaje kafkiano de la literatura” o, por qué no, tomar al Mr. Hyde de Stevenson como una versión prototípica del Increíble Hulk.

Sandman #04. Morfeo y Etrigan caminan por el Bosque de los Suicidas, lugar que alude a “La Divina Comedia” de Dante Alighieri.

Neil Gaiman entiende muy bien este punto, por eso crea sus propios precursores desde el inicio. ¿Desde el inicio de la obra? No, desde el inicio de los tiempos. Porque lo primero que Gaiman va a buscar es El Mito, el mito que es todos los mitos, la narración original, si es que existe tal cosa. Y lo busca en Inglaterra, en Egipto, en Escandinavia y en todas partes. Y como no le alcanza, va por más.

Tomaremos como parámetro el primer tomo de Sandman, que contiene los primeros ocho números de la serie. Desde el comienzo ya tenemos algunas alusiones muy claras: el señor Burgess, magnate y Maestro de una secta ocultista, intenta apresar a la Muerte como una especie de Sísifo moderno. Como sabemos, no lo logra y quien es finalmente capturado es nuestro protagonista Morfeo que, después de setenta años, logra escapar. Y así como Zeus condenó a Sísifo a subir y bajar una gran roca en una montaña una y otra vez por el resto de la eternidad, el Rey de los Sueños condena al hijo de Burgess, quien ha heredado la labor de cancerbero tras la muerte de su padre, al eterno despertar. Para recuperar sus objetos robados, aquellos que condensan su poder, Morfeo pide ayuda a los hermanos Caín y Abel y luego consulta a Hécate, como lo hiciera también Macbeth, y que Shakespeare toma, a su vez, de la mitología griega.
Esto es apenas lo que se ve en la superficie. Aún hay más.

Sadman #07. El Dr. Destino menciona El Jardín de los Senderos que se Bifurcan, título del famoso cuento de Borges (Ficciones; 1944)

Gaiman construye una historia hecha de sueños y no fue el primero en hacer algo así. Y tomando en cuenta lo anteriormente expresado podríamos leer a Sandman desde Chesterton o a Chesterton desde Sandman; podríamos notar que el capítulo siete se llama “Ruido y Furia” (otra vez MacBeth) y tantos otros detalles que alguna persona llamará referencia y otra dirá que son homenajes. Yo elijo evitar cualquiera de esas dos acepciones porque Sandman es, ante todo, una historia que funciona perfectamente aunque no sepas quién es Chesterton, aunque vivas en un tupper y no hayas siquiera escuchado hablar de Shakespeare, ni de la antigua Grecia, ni de Roma, ni de Egipto ni de nada que no sea Sandman. Y si esa historia dialoga con otras es porque todas las historias son, en esencia, la misma. Y si no fuera eso, sería apenas una excusa para hacer jactancia de la erudición del autor. No está ni cerca de eso. No necesita un/a prologuista que explique los arquetipos de Platón ni tampoco los de Carl Jung, ni las causas ontólogicas de unos ni la idea de matriz conductual de los otros. Sencillamente ambos están ahí presentes, entreverándose en una encarnizada batalla que se percibe y se palpita aunque no tengas ni idea qué es qué.

En estos primeros ocho números que elegimos como ejemplo, Neil Gaiman estaba buscando y jugando. En esa búsqueda encontró algunas estructuras formales y narrativas desde la fantasía y el horror que fueron tomando más y más definición. En algunas formas quizás no encontró nada y fue virando el timón. Lo que sí tengo claro es que en encontró, o mejor aún, creó sus propios precursores.

Volvamos a Borges. En “El Sueño de Coleridge”, otro ensayo magnífico ensayo del universal Jorge Luis, se habla de un emperador mogol que en el siglo XIII sueña un palacio y lo edifica, mientras que en siglo XVIII un poeta inglés sueña un poema sobre ese palacio. Lejos de disminuir estos eventos a la mera coincidencia, Borges prefiere asumir que el alma del emperador, una vez destruido su palacio, penetró en el alma del poeta para que éste lo reconstruyera en palabras, las cuales juzga “más duraderas que los mármoles y metales”. ¿Y cuál es la tarea inicial de Morfeo sino reconstruir su palacio? Aquel palacio que él construyó y que alguna vez fuera el corazón de su realidad onírica, durante su ausencia cedió ante la decadencia de una humanidad que no puede soñar y que se lamenta en la vigilia por el tedio que acarrea un siglo cada vez más convulsionado y sumido en la angustia, la desesperación y el desasosiego.

Sandman #08. Muerte lleva a Morfeo a un viaje que lo ayuda a recordar su función y recuperar cierta empatía por los seres humanos, formato que recuerda a “Un Cuento de Navidad” de Charles Dickens.

Existe, entonces, un Mundo de los Sueños y es un mundo compartido al que se accede bajo la tutela de su Eterno monarca y administrador. Y allí vemos lo que quizás otros ya vieron antes. Si todas las historias son la misma, ¿Todos los sueños son, también, un mismo sueño? Borges cierra el ensayo con esta frase que nos puede resultar reveladora: “Acaso un arquetipo no revelado aún a los hombres, un objeto eterno […] esté ingresando paulatinamente en el mundo; su primera manifestación fue el palacio; la segunda el poema. Quien los hubiera comparado habría visto que eran esencialmente iguales”.

Subite al tren de los sueños. Esta fue, apenas, la primera parada.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

El tren de los sueños: Un viaje al interior de Sandman.
El tren de los sueños. Un viaje al interior de Sandman. Primera parada: Gaiman y sus precursores.

El tren de los sueños: Un viaje al interior de Sandman (Parte 1)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *