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Todos los muertos tienen la misma piel
Reseñamos "Todos los muertos tienen la misma piel" de Boris Vian, adaptada por Jean Morvan y Germán Erramouspe

“Todos los muertos tienen la misma piel” de Jean Morvan y Germán Erramouspe

En 2020, Glénat publicó la adaptación de la novela Todos los muertos tienen la misma piel (“Les morts ont tous la même peau” en francés) de Boris Vian, a cargo de Jean David Morvan en guiones, nuestros Germán Erramouspe y Mauro Vargas en lápices y tintas respectivamente, y Hiroyuki Ooshima en colores.
Desde que vi las páginas a lápiz de Erramouspe que tengo muchísimas ganas de leer este álbum de 90 páginas pero, como pasa con las obras que no tienen edición local, tardé bastante en poder hacerlo.

Un genio llamado Boris Vian

La novela en cuestión se publicó en 1947 y tiene una historia bastante interesante.
El autor escribió desde muy joven y su literatura primeriza (más o menos cómica, experimental y surrealista) rápidamente se granjeó la simpatía de cierto reducido círculo dentro de la intelectualidad existencialista de la época. Pero en 1946 decide ensayar algo completamente distinto: una novela de género negro. Para eso, se inventa un heterónimo, es decir, un pseudónimo al que se lo dota de una biografía y una personalidad. Vernon Sullivan sería un supuesto escritor negro de los Estados Unidos y Vian figuraría en los créditos solo como traductor.
Cosas que se podían hacer antes de internet.

Pobreza, mugre y sexo en Harlem

Esa primera novela se tituló Escupiré sobre sus tumbas y trataba de una problemática que a los lectores argentinos nos resultará algo extraña y ajena: los negros de sangre. Confieso que esta cuestión la leí por primera vez en otra novela (Luz de agosto de William Faulkner) y tampoco lo entendí del todo así que tuve que investigarlo.
En tiempos de la segregación en los USA, las parejas inter-raciales eran un tabú porque las leyes segregacionistas buscaban, justamente, mantener separadas las etnias. Los hijos que nacían de esas relaciones ocasionales y prohibidas solían tener una integración social incierta. Si nacían con la piel más oscura, podían integrarse a la comunidad afrodescendiente, pero algunos nacían con la piel tan clara que podían pasar por blancos y gozar de los privilegios que eso implicaba.
Por supuesto que para eso, tenían que mudarse a algún lugar donde nadie conociera el “pecado original” de su origen. Que se supiera que alguien era mulato o incluso que tenía “un cuarto” de sangre negra, era un estigma social insalvable para el racismo que imperaba en la sociedad norteamericana.
J’irai cracher sur vos tombes trata de que el mulato blanco Lee Anderson llega a un pueblo en el sur de los Estados Unidos a vengar la muerte de su hermano negro que fue linchado por el Ku Klux Klan por haberse acostado con una mujer blanca. Lo curioso es que su venganza consistirá en “seducir” (tose, tose) a las hijas de las familias más ricas del pueblo.
Con el gobierno provisional al frente de Francia, la novela generó una fuerte polémica por su descripción explícita del sexo y la violencia. Tanto que el “Cartel de Acción Social y Moral” (antes “Liga para la Recuperación de la Moral Pública) pidió que los libros fueran censurados y entabló una demanda contra el autor… Vernon Sullivan.
Boris Vian, con la arrogancia de sus veintiséis años, no solo no se amedrentó sino que duplicó la apuesta “traduciendo” otra novela de Sullivan: Les morts ont tous la même peau. Y para llevar la broma hasta el límite, llamó al protagonista con el nombre del presidente de la asociación que lo estaba demandando: Daniel Parker.

Negro de odio

Dan Parker es un negro de sangre que abandonó Chicago y se mudó a Nueva York para vivir como blanco. Es patovica de un bar, un trabajo a su medida que le permite llevar adelante sus dos actividades favoritas: romperle la cara a los borrachos y tener sexo casual con las clientas y las prostitutas que trabajan en el piso de arriba.
Pero además está casado con Sheila, una hermosa mujer blanca (de la que está perdidamente enamorado aunque la engaña constantemente) con quien tiene un hermoso bebé, también blanco. Pero esa vida “ideal” se tambalea como un castillo de naipes cuando aparece su medio hermano Richard, negro como el pecado, con intención de chantajearlo. Y es que si su esposa o su jefe se llegan a enterar de la sangre negra de Dan, el sueño tendrá un despertar más bien brusco.
Esta es la premisa básica aunque, como toda novela negra, la trama ira evolucionando con grandes dosis de sexo, violencia y giros argumentales imprevistos.

Espectacular doble página de Erramouspe

Jean David Morvan hace un gran trabajo de adaptación y síntesis reduciendo a la mitad la cantidad de páginas de la obra original pero manteniendo todos los elementos fundamentales de la trama.
No obstante, su principal virtud consiste en saber explotar el trabajo de Erramouspe que en este álbum está prendido fuego.
La ambientación de época es magnífica y cuadra perfectamente con el género de tipos duros en trajes cruzados y mujeres hermosas con tacones altísimos. En los lápices de Germán, la belleza de la ciudad se combina perfectamente con la sordidez de los ambientes sucios, oscuros y marginales. En este apartado destacan algunas panorámicas a página completa e incluso a doble página que son de una hermosura increíble. Las abundantes escenas de sexo, por su parte, son tratadas con realismo y crudeza pero sin la obscenidad intencional que tenía el texto original.
No obstante, el punto más fuerte de la faz gráfica está en el dinamismo de la figura en las escenas de acción. El artista se descuelga acá con un estilo que tiene cosas de Miller, de Chaykin, de Risso, de Cooke, de Mignola… pero que, sobre todo, tiene muchísimo de Erramouspe que sabe combinar y magnificar todas esas influencias en un resultado que tiene la contundencia que requiere el relato. Es decir, la de una trompada a la mandíbula.

Sinergia perfecta entre acción y ambientación

Acompañan correctamente las tintas de Vargas y se luce el japonés Ooshima que logra un coloreado digital perfecto, siempre claro en la transmisión de la información pero sucio, quebrado y manchado como exige el género.

Coda

Finalmente, tras años de litigio, Vian se vio forzado a aceptar que él era el autor de las novelas y pagar una multa de 100.000 francos por ultrajes a la moral. Pero nadie le quita lo bailado durante todos los años en los que se mató de risa en la cara de la moralina burguesa de su sociedad.
Respecto de esta adaptación, la considero 100% recomendable y creo que el lector argentino puede disfrutarla perfectamente a pesar de todos los elementos propios de la cultura francesa y norteamericana que son inherentes a la obra.
Falta nada más que un editor local se le anime.

También podés leer:
Entrevista a Germán Erramouspe (parte 1)
Entrevista a Germán Erramouspe (parte 2)

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Todos los muertos tienen la misma piel
Reseñamos "Todos los muertos tienen la misma piel" de Boris Vian, adaptada por Jean Morvan y Germán Erramouspe

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