“La Pasión” de Diego Cortés y Leo Sandler
De un tiempo a esta parte y con muy buen tino, el sello dirigido por Tomás Coggiola viene ocupándose de recuperar el catálogo de la extinta editorial Llanto de Mudo, con una lograda colección homónima. Los primeros títulos rescatados fueron Elvisman y El pasado, a los que siguió la obra que nos ocupa, que arribó al circuito de comiquerías nacionales durante 2024. Este oscuro drama policial con tintes místicos, cuya primera edición data de 2012, fue también escrito por el recordado guionista cordobés Diego Cortés, quien estuvo acompañado en la faz gráfica por el rosarino Leo Sandler. El flamante volumen cuenta con una nueva portada original a cargo del propio dibujante y 80 páginas impresas a B/N y gris, formato 24×17 cms.

VIAJE DEL MIEDO
Sin mayores precisiones respecto del presente propuesto, se puede inferir que el argumento transcurre en alguna anónima localidad semiurbana de la geografía nacional, durante las postrimerías de la dictadura cívico-militar padecida por nuestro país entre 1976 y 1983. El protagonista del relato lleva por nombre Juan Mira, es un hombre de mediana edad, integrante de un oscuro grupo de tareas parapolicial liderado por el pérfido Palacios, que nunca aparece en escena. El encargado de tomar las decisiones en su nombre, respecto de los violentos secuestros y torturas en el terreno no es otro que el obeso Gandolfo (quien luce la apariencia física de un talentoso dibujante amigo), hombre de pocas palabras, tan expeditivo como pragmático.
Justamente, la acción inicia cuando este reúne media docena de activos para un trabajo, entre los que se incluye el sádico Runfe, quién, a pesar de sus diferencias personales, es lo más parecido a un amigo que el personaje central tiene. El encargo gubernamental en cuestión, implica la desaparición de un curandero local que ‘mete ideas raras’ en la cabeza de la gente pobre que lo visita, buscando sanación. Con los reparos del caso (Mira es alguien que no disfruta ni se regocija de su accionar), la operación clandestina se llevará a cabo, no sin cierta dificultad. Los humildes lugareños opondrán la resistencia del caso, con los medios a su alcance. La violencia ejercida por el grupo chocará de lleno contra las prácticas sanadoras y prédica conciliadora del hombre de fe. Quedando Mira en medio de la trágica situación.

LA RAZÓN QUE TE DEMORA
El guion es prácticamente lineal, planteando dos temporalidades concretas, antes y después de que el grupo realice el trabajo. No hay división de capítulos ni voz en off alguna, sino que los hechos se suceden a partir y desde los diálogos que establecen entre sí los distintos personajes. La apuesta, claro está, tiene que ver con plantear la situación en sí misma, desarrollando al elenco protagónico en torno a ella y las interacciones que suscita. Poco o nada sabemos de Juan al principio (a excepción de que mantiene una relación amorosa con una mujer llamada Alba), y hasta antes del conflicto central, incluso, pero no podremos decir lo mismo sobre el tramo final de la narración. En tal sentido, la forma se impone por sobre el fondo con total éxito. Asimismo, la decisión de llevar adelante la trama de este modo, habilita la proliferación tanto de pausas, como de secuencias mudas que, consideradas en conjunto, terminan por establecer el particular tono y clima de la historia.

La faz gráfica, por su parte, ofrece un muy buen trabajo de un por entonces joven Sandler. Consagratorio, en más de un sentido. Hay una correcta utilización del claroscuro en general, con aprovechamiento pleno de los grises, incluso. El mérito principal, en cualquier caso, pasa por el hecho de acompañar con precisión las distintas instancias que el relato propone. Desde los momentos de mayor crudeza, hasta otros más fantásticos que comienzan a surgir sobre el último acto. La ejecución del sanador está plasmada con maestría, por ejemplo, de igual modo que el onírico flashback de Mira y cierta doble splash-page dedicada al sangriento enfrentamiento entre la gente del pueblo y el grupo de tareas. Hay, además, muchos instantes de corte dramático donde sus lápices fluyen más que adecuadamente, con una gestualidad rica en matices y acertado diseño de personajes.
Lograda reedición, entonces, de una pequeña gran obra nacional, plausible de múltiples y variadas interpretaciones por parte del público lector, a la que solo puede objetársele la no inclusión de un prólogo que contextualice un poco su primer momento editorial, como modo de poner en valor el rescate mismo de la obra. Ojalá haya más compilados de estas características, en breve.