Vertigo B-Sides Vol.3
Nueva entrega de “Vertigo: B sides”, donde rescatamos, en orden alfabético, títulos poco populares u olvidados del sub sello de DC. Esta vez, le toca a las letras F, G y H. Sólo como adelanto, la selección de hoy trae a referentes como Ted McKeever, Teddy Kristiansen, Steven Seagle y más gente talentosa ¿De qué títulos hablamos? Pasen y vean.
Faith, de Ted McKeever (1999)
Dichoso aquel que con tan sólo unos trazos es capaz de crear una atmósfera y quien ya conozca el estilo de McKeever sabe a lo que me refiero. El autor de obras como Plastic Forks o The Extremist, (títulos incluso más recomendables que el que toca hablar hoy) es más que un dibujante o historietista de los círculos alternativos. McKeever es un autor dueño de un mundo propio, aunque sus historias no compartan universo diegético. Lo raro, lo surreal y lo grotesco son estilo y sustancia a la vez, inseparables de cómo trabaja la humanidad de sus personajes. Su cosmovisión es lo que nos atrae, y ya no importa tanto qué historia piensa contarnos. El solo conjura una nueva historieta para invitarnos una vez más a su mundo. Ahora si, hablemos de Faith.
Teníamos entendido que al morir sólo dos destinos eran posibles: el Cielo o el Infierno. Pero en Faith, a McKeever le interesa más explorar los personajes que habitan en el limbo, en un espacio intermedio llamado Murr. Personas que se han rendido al fatalismo, resignadas, pero que aún conservan algo de empatía y compañerismo, consideran a Murr su nuevo hogar, a pesar de que lo compartan con ángeles y fetos flotantes. Y allí es donde va a parar, con gran timing, nuestra protagonista llamada Faith.
Para algunos es una persona con el destino ya decidido y para otros es la clave del cambio. La verdad es que ni ella lo sabe, de hecho tampoco sabe porqué está allí. Faith es uno de los títulos que justifican ésta sección, donde celebramos las obras imperfectas o solapadas, y vaya si ésta obra lo es. No es un problema muy evidente o catastrófico lo que le falla al autor de Transit y Eddie Current, pero si algo se puede señalar es la falta de originalidad de la premisa y lo tajante en el cambio de tono. Puedo afirmar que Faith palidece frente a otros trabajos suyos, pero artísticamente es más interesante que el comic promedio.

Gifts of the Night, de Paul Chadwick & John Bolton (1999)
El creador del clásico del cómic independiente Concrete y el dibujante de Corazón de Arlequín se unen para dar forma a un relato simple pero elegante, sutil y muy bien ambientado. Gifts of the Night habla sobre el poder, más precisamente sobre la manipulación. El protagonista es Reyes, (sí, es así en el original, un sufrimiento para quien lo lea en castellano) el tutor del hijo del rey, el cual a medianoche es asaltado por premoniciones fatalistas. Su padre no sólo las considera, sino que se regodea en la supuesta habilidad de su primogénito. Reyes sospecha, y prestando atención descubre que las supuestas visiones no son más que alguna vivencia del joven intercalada con los cuentos y fábulas que le narran antes de dormir. Y es ese lugar el que aprovecha Reyes para influenciar al rey y sus planes. Hasta que es descubierto por alguien con menos escrúpulos.
Gifts of the Night consta de apenas cuatro números pero su ambientación y síntesis la destacan sobre una cantidad de comics que se quedan a mitad de camino. Si estuviésemos hablando de un spin-off de algún hit de Vertigo, sea Sandman o Fables, seguramente sería mencionada entre los spin off más disfrutables. Chadwick hace un buen trabajo con los personajes y los diálogos, pero Bolton es la estrella del título. La ambientación que logra el dibujante inglés, en gran parte por su color, toma mucho de la pintura clásica, mezclando la belleza y la solemnidad con un poco de fantasía. Un verdadero deleite visual.

House of Secrets, de Steven T. Seagle y Teddy Kristiansen (1996)
Si una historieta fuese un producto de la alquimia, sin dudas el grunge es uno de los materiales imprescindibles en la transmutación que da como resultado House of Secrets. El título, que en su primer volúmen décadas atrás consistía en historias de terror, es reimaginado para la factoría Vertigo con un acercamiento más personal y crudo. Los autores se despojan del lore que pudiera quedar desde aquella premisa y nos introducen a Rain, una chica que llega a Seattle con los bolsillos vacíos, y gracias a Traci, otra alma un poco perdida, encuentra lugar donde pasar las noches. Y ese lugar no es más que la Casa de los Secretos, una residencia “embrujada” de un modo particular.
A Pesar de ser diferente de su anterior volúmen, el título aún conserva algo de carácter antológico y se lo debe a su premisa. Las entidades que la habitan, se adjudican ser jurado y juez de los secretos de la gente, y con eso como excusa Seagle arma relatos íntimos, fuertes, con una protagonista compleja y un dibujo sensible, que por momentos recuerda a la cercanía que logra Prado con sus propios personajes. Además de los veinticinco números que componen la serie regular, se lanzó en 2001 una suerte de continuación (o encore más bien) de dos prestige llamado Facade en la que podemos ver quizás al mejor Kriastiansen aplicando color directo resultando en algo muy similar al maestro LorenzoMattotti.

Hasta acá hemos llegado con la presente columna, para la próxima solo puedo asegurar la presencia de un autor muy importante para la creación del sello vertigo, poseedor de un acento inconfundible.
Nos leemos.