Volver de Nacha Vollenweider se publicó en el año 2023 de la mano de la editorial Maten al Mensajero y tiene un fuerte correlato con su obra del 2017, Notas al pie, de la misma casa. En ambas novelas gráficas predomina el tono autobiográfico, género que está teniendo una gran relevancia en los últimos años pero por el que ya habían pasado autores como Robert Crumb, Seth, Chester Brown y Alison Bechdel, entre otros. En este sentido, cuando Alison Bechdel publicó Fun Home: A Family Tragicomic en el 2006 por Mariner Books explicó en una conversación con Lynn Emmert el sentido que tenía en su trabajo incursionar en este género:
“I always felt like there was something inherently autobiographical about cartooning, and that’s why there was so much of it. I still believe that. I haven’t exactly worked out my theory of why, but it does feel like it almost demands people to write autobiographies“. [Siempre sentí que había algo inherentemente autobiográfico en hacer historietas, y por esa razón había tanto. Todavía creo eso. Todavía no terminé mi teoría acerca del porqué, pero es como si las historietas le demandaran a la personas a escribir autobiografías].

Retomando una tradición que fue auge en los 90s norteamericanos, en esta ocasión nos encontramos, de que este lado del mundo, con una Nacha marcada por el desamor y el duelo de su matrimonio. Como todo duelo es un recorrido por el pasado y el presente, este no puede representarse de mejor manera que como crónica de viaje y autobiografía que ocupan el período de tres años en la vida de la protagonista en los que habitó Alemania, Brasil y Argentina.

La narración comienza en 2019 y nos lleva a diferentes lugares y líneas temporales en las que nos encontramos con escenarios, paisajes, diversidad de planos, gran cantidad de cartuchos de texto que contienen la reflexión de una especie de monólogo interior con todos los vaivenes que eso significa emocional y psicológicamente. Nacha nos permite entrar a esa configuración del “yo” que ha creado para nosotros. Digo esto porque, para Phillippe Lejeune, al definir autobiografía en la revista Anthropos en 1975, propone:
Relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia, poniendo énfasis en su vida individual y, en particular, en la historia de su personalidad (1975: 48).
Debe existir, por lo tanto, un “pacto autobiográfico”:
El pacto autobiográfico es la afirmación en el texto de esta identidad [coincidencia entre autor, narrador y personaje], y nos envía en última instancia al nombre del autor sobre la portada (1975: 53).
Es decir, debemos creer que lo que se nos cuenta es real y, para ello, es fundamental la coincidencia del nombre de la artista con la del personaje que narra en primera persona, como se ve en esta viñeta:

A este género, se le suman otros que tienen competencia con el “yo”, como la crónica de viaje, porque volver a la patria implica una revisión, un mirar atrás y adelante desde el presente y la incertidumbre. Como lo apunta Liliana Villanueva en su libro Las clases de Hebe Uhart publicado por Blatt y Ríos en el 2015:
En la escritura, la crónica de viaje es un género muy libre porque se puede mezclar la ficción con el ensayo, decir lo que uno ve y lo que piensa. No tiene las leyes más estrictas del cuento o la novela. En la crónica de viaje se combina todo: las reflexiones, los sentimientos, la observación o la declaración. Se puede pasar de la información general a la información precisa (2015: 93).
Se mantiene así la visión de la migrante, como lo expone Hebe Uhart en su propia crónica “Los guajiros” del libro antológico De aquí para allá publicado por Adriana Hidalgo en el 2016 en el cual se dedica a conocer y estudiar comunidades originarias. Allí narra el argumento del cuento de Vicenta Siosi Pino de título “Esa horrible costumbre de alejarme de ti” en el que una muchacha es alojada por sus patrones adinerados en la infancia y luego, cuando años después intenta regresar a su casa de origen guajiro, le pesa sentirse fuera de lugar:
Cuando fue de visita a su casa, no se hallaba […] Dice: “Tengo confusión de sentimientos, creo mía esta casa ajena y de mi Guajira indomable no tengo recuerdos ya” […] No es de aquí ni de allá (2016: 180).
Estas intertextualidades con el análisis literario, son interesantes a tener en cuenta porque, como sabemos, la historieta es un lenguaje complejo en el que convergen diferentes medios como la literatura, el cine, la fotografía, la pintura y la música por nombrar algunos. Por eso, puedo decir que con el personaje de Nacha pasa algo similar que con la guajira: no puede ubicarse y se pregunta, en más de una ocasión, para qué volvió a Argentina. En su país natal, se siente extranjera. También puedo encontrar un intertexto con El hechizo del verano de Virginia Higa, crónicas de sus vivencias en Suecia lanzadas por la editorial Sigilo en noviembre de 2023, es decir, aproximadamente cinco meses después de Volver pero que se mantienen en la misma línea de representación. Dice Higa:
Los suecos son pocos en un país muy grande. No están acostumbrados a las muchedumbres y por eso mismo son torpes en las aglomeraciones urbanas. No saben caminar en la multitud, se paran siempre del lado correcto de la escalera mecánica pero no saben andar en una calle muy transitada; vacilan y se chocan entre ellos como pollos sin cabeza. Necesitan mucho aire alrededor para maniobrar sus cuerpos en la ciudad… (2023: 23).
Mientras que en un cartucho de texto de Volver, se expresa:

Coinciden, las tres autoras, en la dificultad de encontrarse en otros espacios y de reencontrarse. Los sentimientos son hermanados por la cicatriz del viaje y sus derroteros.
Podemos pensar esta novela, además, como un “Archivo de los sentimientos”. La primera vez que escuché este concepto fue de la mano de Facundo Saxe en el cierre del Congreso Universitario de Historietas (CUH-2023) en su conferencia de cierre: “De eso que no se puede hablar: la sexualidad de los superhéroes o cómo investigar historietas desde las disidencias sexuales” (disponible en Youtube). Esto viene de la mano de Ann Cvetkovich quien explaya esta noción en su libro Un archivo de sentimientos. Trauma, sexualidad y culturas públicas lesbianas (Edicions Bellaterra, 2018). Según la reseña que escribe Francisco Hernández Galván, podríamos pensar el archivo de la siguiente manera:
Un archivo de sentimientos es una vorágine emocional. Una forma de entender políticamente las emociones con raíces culturales, ubicadas en tramas espaciales y desenlaces subjetivos. Ann Cvetkovich (filósofa feminista y directora del Instituto Pauline Jewett de Estudios de la Mujer y Género en la Universidad de Carleton, Ottawa) comienza la argumentación de su singular archivo explicando una serie de dificultades individuales -una ruptura afectiva, un cambio en la identidad sexual, una tesis en proceso de escritura- para mostrar la profunda imbricación de la vida académica con su vida personal y la necesaria incorporación de la experiencia en la reflexión epistémica.
Cvetkovich incorpora la categoría de trauma, del psicoanálisis freudiano, y afirma que “a pesar de los riesgos de adoptar un discurso que ha sido dominado por médicos y enfoques patologizantes, me atrae la categoría de trauma porque abre un espacio para exponer el dolor como algo psíquico, no solo físico” (Cvetkovich, 2018, p. 17). Es decir, utiliza la categoría para texturizar las experiencias de “violencia política socialmente situada”, de modo que el trauma se expresa de múltiples formas entre los aspectos políticos y emocionales de la trama. [El resaltado es mío]
Por todo el conjunto de significantes en torno a la extranjería es que hay una gran cantidad de viñetas que en las que la muestra caminando y observando.

¿Volver a dónde? Es todo desarraigo. Realiza un recorrido de lugares de no pertenencia: a pie en Córdoba y Brasil con la ex; en bicicleta en su provincia de origen sola y revisitando la casa de su abuela; en tren en Suiza; a pie de nuevo en Buenos Aires, las Sierras de Comechingones, La Rioja, Catamarca y Chilecito con su amigo suizo Simón. Este último recorrido es interesante porque, aunque ella conoce los lugares, su voz y propuestas son las de una guía turística. No parece haber afecto o grandes emociones con esos lugares a los que regresa sino que se dedica a traducir el espacio a otro extranjero.
El cable a tierra se rompe
Nacha viaja a Brasil para pasar tiempo con su esposa quien había ido allí tiempo antes. Es entonces, después de todo el tramiterío, que se encuentra con una persona que ya no quiere estar con ella. En un principio, la nota extraña y es esa actitud, justamente, la que se tiene al encontrarse con tierra desconocida.


Este conjunto de viñetas, en el que se da cuenta de que la relación no da para más, aunque lo intentan por algún tiempo, me parte al medio. Amo la disposición corporal que eligió para esta escena y cómo nos ubica en la posición de testigos impotentes. La actitud de La Chini parece fría, distante, de hecho, no mira a su pareja. Mientras que Nacha se derrumba: primero puede mirarla y luego no, los ojos se detienen en el vaso y en el suelo. Luego queda sola, mirando el vecindario, cómo la gente tiene su vida cuando ella solo puede ser espectadora, como nosotros. Y digo espectadora porque ella no eligió la ruptura, se la dio de frente cuando llegó a destino, sólo pudo ver el resultado del ambiente en Chini sin tener tiempo ya para hacer algo sobre eso.
Este evento es importante no solo por lo que implica sentimentalmente sino por la presión burocrática que tuvo en Alemania cuando contrajo matrimonio y que la hizo sentir como en una cárcel y hasta vigilada por cada una de sus acciones. Me parece genial, a pesar de lo triste, que esto dé como resultado una serie de páginas surrealistas en las que Nacha debe luchar contra el miedo de la no pertenencia. Elijo algunas viñetas sueltas:



Religiosidad como lugar de pertenencia
Una de las cosas que hace al llegar a Argentina es visitar una santería y, de esa forma, recuerda su paso por Brasil y el momento de ruptura con La Chini.

En su experiencia narrada de Brasil, Nacha presenta varias divinidades autóctonas que sirven como un fuerte rasgo de diferenciación con respecto a lo vivenciado en Europa.
Como se lo cuenta a Edu Benítez en la entrevista que él retoma en el artículo “Volver: Viajes, religiosidad popular y duelo amoroso en la novela gráfica de Nacha Vollenweider” publicada en Indie Hoy:
El tema de la religiosidad popular está presente en los dos libros. Eso tiene que ver con una búsqueda de cierta orientación, cierta esperanza en contextos de incertidumbre. Quizás un poco inspirada también en la religiosidad que cultivaba mi abuela, súper católica, encontré en los santos populares una alternativa, digamos, a las religiones institucionalizadas. Además, por ejemplo, la religión umbanda, tan extendida por el norte de Brasil, tiene sus orígenes en la cultura africana de los esclavos que llegaron a Brasil, una cultura marcada por la resistencia y la búsqueda de libertad.

Es interesante cómo mecha la experiencia personal con la antropología social de modo que, cada tanto, lleva a cabo entrevistas casuales con gente que se cruza por la calle y que le explica sobre las incidencias de la expansión occidental sobre los pueblos originarios.

Puede que esta sea la única forma de pertenencia que encuentre el personaje, ya que, en varias oportunidades se encuentra comprando figuras y comenta que no eran del agrado de su ex pareja. Ahí está la distancia: en la necesidad de aferrarse a algo que nos devuelva la idea de un “yo” propio. Defender su curiosidad y cariño por estas imágenes la confirman como sujeto y la banco a muerte.

Análisis y crítica social
Pero este no es el único tema que toca la ilustradora sino que también se dedica a la realidad socio-política y económica de Argentina comparándola con la de Alemania, donde todo parecía seguro y tranquilo.
De esta manera, analiza con ojo fotográfico las diferentes realidades socioeconómicas por las que ha atravesado y pone de relieve los eventos históricos que han caracterizado sus lugares de (no)pertenencia ya sea breve o duradera.

Este es un perfecto ejemplo en el que retrata la crisis del 2001 y retoma otros hechos históricos nacionales a los que vuelve intentando entender el contexto en el que está el país cuando retorna. Es necesaria la Historia para hilvanar los hechos y lo hace tanto de manera personal con su propia vida como desde lo colectivo con el relato de los acontecimientos nacionales. Incluso retrata personajes que conoce en Córdoba y les dedica algunas viñetas para poder incluir sus voces. Eso somos también, un compilado de polifonías que nos atraviesan y componen como un concierto complejo pero único. Es hermoso, para mí, que mientras intenta encontrar su propio “yo”, le de jerarquía y legitimación a otros, esas mismas cosas que ella no siente pero que sabe necesarias y fundamentales.

Acá utiliza seis viñetas. La primera de la izquierda arriba es un retrato de Ester, una vendedora ambulante, y el resto de los paneles se dedican a ubicarla en el contexto socio-económico y mostrar los elementos que la definen: su trabajo y su lugar en la calle.
Pero es aún más completa y compleja cuando descubre que tiene una ascendencia nazi. El trabajo de archivo que hace y nos comparte es excelente. Todos los lugares de seguridad desaparecen y hay que fundarlos por cuenta propia. Esta historieta es un relato de ese intento de nacimiento pleno y propio de una identidad en muchos sentidos oprimida.
El tango y la cumbia, dos formas del desamor
El viaje en bicicleta me parece hermoso. Es ahí donde hay una vuelta a la infancia y, por sobre todas las cosas, se utiliza el tango “Volver” de 1934 cantada y compuesta por Carlos Gardel y el poeta Alfredo Le Pera. En ese trayecto, escucha con sus auriculares la preciosa letra de los artistas formando su propio mundo e imaginario del regreso. Una de las cuestiones más relevantes acá creo que tiene que ver con la incógnita acerca del nacimiento de Gardel. Algunos dicen que fue en París mientras que los argentinos y los uruguayos nos lo disputamos al igual que el mate. Ese hombre, que en la historia de la música nacional ha quedado dentro del exilio de manera permanente hasta nuestros días, es quien sirve de referencia inmediata para Nacha y sus sentires de desarraigo.
Pero esto se ve truncado y hasta satirizado por la intervención de un tipo de música completamente diferente y hasta molesto para el personaje.



Pero la incomodidad no tiene que ver necesariamente con el género sino con la letra. Los cambios de tipografía pueden indicar, en la canción de Gardel, una nostalgia romantizada, mientras que en “Me vas a extrañar” interpretada por Damas Gratis y Viru Kumbieron, se encuentra con la forma más cruda y dolida de la melancolía. Este tema no se canta, se apropia para que te empoderes contra esa basura de persona que te hizo daño. Perdón, tomo aire y sigo. Ya no se trata de extrañar una tierra como en el caso del tango, sino de añorar a alguien que, en algún momento, supo ser un hogar. Esa última sensación se canta a los gritos y la invaden. La cercanía con esto también puede notarse porque reproduce parte del famoso videoclip a modo de capturas de esa sensación de victoria y superación que Nacha aún no puede conseguir pero que puede pensarse como una meta a alcanzar.
La forma de la carencia
La incomodidad del viaje de regreso al sur está presente en el dibujo en blanco y negro, con sus viñetas generalmente cerradas y una presencia introspectiva de las cajas de texto. Las crónicas de viaje, a diferencia de otros géneros narrativos, permiten una voz subjetiva y reflexiva de mayor tenor al formar parte de las prácticas vinculadas al “yo”. Así lo explica Nacha:
Esa estructura hace referencia a la forma que aprendí de narrar historietas en Alemania, particularmente de mi profesora Anke Feuchtenberger. Me permite incorporar el texto más como un texto literario que como un texto narrativo secuencial, tan tradicional en la historieta. Por lo general pienso en imágenes y luego voy incorporando el texto, como una forma de completar el sentido.
Para poder configurar una identidad más allá de los abandonos, ya sean reales o emocionales, hay que hablarse a uno mismo y darle vitalidad a nuestra primera persona, la que nos habita y nos da presencia en el mundo.
Willkommen, Nacha
Volver me parece una de las obras más logradas desde el trabajo de la subjetividad y la sensibilidad de quien no encuentra (o ha perdido) sus raíces y lugares de estabilidad y seguridad. La mezcla de géneros complementarios es eficaz e intrigante al tiempo que nos conduce en un viaje de duelo y necesidad de reencuentro en la soledad con uno para poder ver y vincularse con otros ya sea desde la diferencia o la similitud. ¿El arraigo puede construirse? Espero que sí, porque, si no, estamos perdidos.