Portada de Frank Momo por Pablo Zweig
Reseñamos Frank Momo: Detective del Caribe de Juanungo y Pablo Zweig. Dos grosos

“Frank Momo: Detective del Caribe” de Juanungo y Pablo Zweig

La primera historia de Frank Momo se publicó en el número 116 de la segunda era de Fierro. Se trataba de “El último bolero de Paquito Rivero” e inauguraba una sección en la que (bajo el título de “Novelas gráficas ejemplares”) la revista se proponía ofrecer historias completas un poco más extensas que los unitarios habituales en una antología.
Según refiere Pablo Zweig en la entrevista que le hace Lautaro Ortiz en Página/12, la idea del personaje y de la colaboración artística surge de Juan Sáenz Valiente (alias Juanungo) que, por entonces, estaba haciendo un taller de guion y quería experimentar el escribir para otro artista.
Pero la trama se complica si leemos el epílogo que escribió Andrés Accorsi para la edición que nos ocupa, donde nos enteramos que el personaje habías sido creado originalmente por Pablo Túnica para unas tiras diarias que nunca se produjeron.
El caso es que, la sección “Novelas gráficas ejemplares” tuvo un par de entregas más pero, en el número 125, Fierro cierra y no hubo más aventuras de Frank Momo publicadas desde entonces.
Hasta que, en 2024, Historieteca decide reeditar aquella primera aventura y las otras dos que el equipo original había producido en los años posteriores y permanecían inéditas.

“Piel canela”

Frank Momo es un detective mulato que opera en una calurosa ciudad caribeña con claras reminiscencias a La Habana de la década del cincuenta. Repite muchos de los clichés de la serie negra: la falta de clientes, la vida desordenada y solitaria del detective, el eventual revolcón con la femme fatale, el contrato por parte de algún magnate con secretos que ocultar…
Pero, al mismo tiempo, también transgrede o exagera algunos tópicos para generar un efecto humorístico. Es decir que se permite parodiar el género.

Difícil pasar desapercibido con traje blanco pero… como no soy detective privado, no opino

Cuando el caso se complica, en lugar de ir al bar a tomarse un bourbon sin hielo, Frank se va a tomar un helado de durazno y escuchar las palabras de Fred, el heladero, a quien considera casi un oráculo. Claro que Fred no demuestra el más mínimo interés y solo le contesta con frases hechas que no resuelven nada.
Otros secundarios recurrentes son Jeff y Mutt, los típicos esbirros apalizadores a sueldo pero de estos no puedo contarles demasiado sin estropear algunos de los mejores chistes del libro.
Aunque, tal vez, el elemento que más pone en cuestión las convenciones de la novela negra sea la propia ambientación. No por nada al género se lo llama también “policial americano”. Sacar al detective de Nueva York o Los Ángeles y trasladarlo a Centroamérica ya es suficiente para poner en evidencia toda la artificialidad del género. La estética kitch, los colores pastel y las letras de boleros melosos descolocan totalmente al lector, no así al protagonista que se mueve con naturalidad en ese que es su ambiente.
En tal caso, el policial les sirve a Juanungo y a Zweig como disparador pero no como límite para las historias que quieren contar. Por eso se permiten meterse en la comedia pero también en el fantástico, el género extraño y el surrealismo onírico presente en cada entrega.

“Cómo han pasado lo años”

La (aparente) afiliación a uno de los géneros de la literatura popular y el estilo de línea clara que desborda de estas páginas hacen que sea muy fácil remitir a dos trabajos anteriores de la dupla autoral.
Por el lado de Juanungo, este Frank Momo recuerda a sus dos libros de Norton Gutiérrez, una saga aventurera apta para todo público en la línea de Tintín que produjo el autor para el mercado europeo y que acá publicó Hotel de las Ideas en 2017 y 2019.

Resignificando la icónica imagen del reflector


Cambia obviamente el género y la orientación del público, ya que esta se permite algunos chistes escatológicos en la onda de Juan Sáenz Valiente: El Cómics y una que otra escena de sexo.
Por el lado de Pablo Zweig es ineludible la relación con su obra más conocida: Livingstone: Tigre Hotel, el libro que publicó recientemente Comic.Ar y que reúne las aventuras del frío agente secreto que el dibujante creara junto a Mario Rulloni en las postrimerías del siglo pasado.
Otra vez, cambia un poco el género que sirve de base para la parodia pasando del agente secreto al detective pero conecta esa línea clara llena de dinamismo, más cerca de Yves Chaland que de Hergé que tan bien sabe manejar el artista. Como siempre, en este libro hay un trabajo enorme en el diseño de los personajes, sus poses y sus expresiones pero también en la ambientación, en la arquitectura y en esa reconstrucción de La Habana anterior a la revolución y que a veces se lleva todo el protagonismo de la viñeta.
Si leíste alguno de los libros anteriores y te gustaron, este te va a gustar seguro.
Y al revés: si este te gustó, no dudes en buscar los trabajos anteriores de estos dos grandes de la historieta argentina actual.
Eso sí… si leíste la historia publicada originalmente en Fierro y no te terminó de convencer, no te dejes guiar. El equipo creativo se consolidó en el trabajo en conjunto y las dos siguientes son muy superiores.

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Portada de Frank Momo por Pablo Zweig
Reseñamos Frank Momo: Detective del Caribe de Juanungo y Pablo Zweig. Dos grosos

“Frank Momo: Detective del Caribe” de Juanungo y Pablo Zweig

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