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Fantastic Four de Waid
Asesinando vacas sagradas.

Murder World: Fantastic Four de Mark Waid (Parte 1)

Murder World utiliza este bello campo de entretenimiento para destruir esas obras que suelen ser santificadas por el público. Murderworld promete aniquilar sin piedad.

La víctima en esta ocasión: Mark Waid en su etapa al frente del título de Fantastic Four.

PRÓLOGO

En el año 2002, Mark Waid se convirtió en el escritor regular de Fantastic Four, manteniéndose en el título hasta el 2005. Escribió 34 números a través de los cuales logró levantar las ventas de la revista y volverse un favorito del público y la crítica. Su etapa recibió cobertura en la revista Wizard (que hoy en día es irrelevante, pero era una de las metas de la regular) y fue el epicentro de una nueva oleada de popularidad para el equipo, orquestada por Marvel para coincidir con la salida de la película (que salió justo una vez terminada esta etapa). Marvel se ocupó de publicitar la serie más que antes y el primer número de Waid (el #60 del volumen 3) costaba unos míseros 9 centavos… lo que lo volvió el número de los Cuatro Fantásticos más vendido en toda la historia de la revista, sin ser superado hasta la fecha. El éxito del título incluso permitió la salida de una segunda serie de los Cuatro Fantásticos (Marvel Knights 4).

Sin embargo, la etapa de Mark Waid es un desastre. Es una serie de pésimas historias que van empeorando hasta llegar a lo paródico, en la que los personajes son flanderizados y reducidos a unas características mínimas que se gastan muy rápido.

En este artículo voy a intentar explicar por qué la escritura del celebrado guionista no funciona en ningún nivel y por qué la etapa es, aun hoy, considerada un clásico y uno de los puntos más altos de los personajes.

Waid adora los 60’s.

EL ORIGEN

Antes de empezar a analizar las historias, es importante entender el contexto que fue necesario para que se diera una cosa así: se acercaba la salida de la película de los 4 Fantásticos y su serie regular estaba pasando por un periodo de decaída que se acrecentaba mes a mes desde el lanzamiento de su último volumen en 1998. Los 4 Fantásticos no lograban enganchar a los lectores y hacía meses que la serie no podía sostener un equipo creativo regular. El editor Tom Brevoort (quien en el futuro sería responsable de renovaciones exitosas y arriesgadas como los New Avengers de Bendis o el evento Civil War), vio en la revista la posibilidad de hacer un éxito al estilo de los New X-Men de Morrison, y decidió buscar a un creador que estuviera a la altura. Fue así que se acercó a Mark Waid, un escritor veterano de gran éxito en series regulares como Flash o Captain America y que había ganado mucho prestigio con la miniserie Kingdom Come.

Sin embargo… Waid no estaba interesado en escribir la revista. A pesar de ser un gran conocedor de la historia de muchos personajes Marvel, Waid admitió que no leía el título desde los 70’s, y solo apreciaba realmente los primeros 100 numeros que habían hecho Stan Lee y Jack Kirby allá por los 60’s. Todo lo demás le resultaba derivativo y poco interesante. Pero es posible que esa falta de familiaridad interesara a Brevoort, ya que siguió insistiéndole al guionista en cuestión hasta que logró convencerlo al decirle que Mike Wieringo sería el artista regular en la revista. Fue por Wieringo, más que por otra cosa, que Waid aceptó sumarse como escritor, ya que ambos eran colaboradores desde hacía muchos años y se habían vuelto cercanos trabajando en Flash.

El hecho de que Waid no estuviera familiarizado con los personajes y su recorrido en los últimos 30 años, es importante a la hora de analizar esta etapa, ya que para mucha gente representó el inicio de los 4 fantásticos modernos, trajo a muchos lectores nuevos a la revista, y resulta interesante observar que mucho de su éxito surgió de la imaginación de Waid, quien despreció toda la caracterización que los personajes habían tenido durante décadas. Siguiendo la idea de imitar el éxito de los New X-Men de Morrison, Brevoort pidió a Waid que escriba un manifiesto detallando sus ideas para la revista. En este texto se revelan muchas de las ideas de fondo de esta etapa.

Se han escrito muchas, muchas historias geniales de los 4F en los últimos treinta años, muchas de ellas probablemente mejores que cualquier otra cosa que yo pueda escribir, pero en general, esta serie es y siempre ha sido INCREÍBLEMENTE reverente a 1967. Y Debido a esto, debido a que tantos escritores bien intencionados han invertido tanta energía en recrear y preservar “el modo en que era”, el cómic está cansado. Está agotado y es infinitamente repetitivo y tristemente obvio. – Mark Waid, FF Manifesto.

Para el guionista la solución era “olvidar el pasado” y renovar a los personajes, pero manteniéndose fiel a los conceptos que la serie poseía en su origen y la hicieron exitosa: el comic debía volver a convertirse en el lugar donde se daban nuevos giros a ideas familiares y se descubrían cosas nuevas, como lo era durante la etapa de Lee/Kirby. “Lo único viejo de los 4F”, dice un personaje en el primer número, “es que nunca dejan de llevarnos a lo nuevo”. Waid propuso que CADA NÚMERO debería introducir un concepto nuevo al universo.

Desde el principio esta afirmación resulta muy atractiva para un lector nuevo. “La revista lleva treinta años haciendo lo mismo, haciendo las cosas mal” nos dice Waid “pero YO voy a hacer algo diferente, voy a hacer las cosas bien”. Es una propuesta tentadora. Sin embargo, es como mínimo curioso que Waid afirme que la revista siempre fue “reverente a 1967” y al mismo tiempo que admita que no la lee desde los 70’s. ¿No será él quien en realidad es eternamente reverente a 1967? ¿Cómo podría él saber cuál fue el rumbo de la revista si no la leyó? Cualquier lector que haya seguido el titulo podrá encontrar ejemplos de etapas que iban más allá de los 60’s e introducían conceptos nuevos (la liberación femenina explorada por Roy Thomas, el tono novelístico de Moench y Sienkiewicz, la experimentación de Byrne o la etapa de Simonson…) pero lo importante es que para los ojos de Waid, nada de los últimos 30 años importaba, e iba a escribir consecuente a eso.

Waid reinventa a los personajes.

PARTE 1: JOHNNY EL CONTADOR

Los primeros siete números de esta etapa (#60 al #66) son uno de los pocos puntos altos de todo lo que escribió Waid. Acá introduce a los personajes, los enfrenta a un villano nuevo y cierra su arco con Johnny finalmente adquiriendo la madurez que necesitaba y haciéndose cargo del negocio de la familia. Estos primeros números tienen un tono marcadamente diferente del resto de la etapa, favoreciendo el humor y las historias autocontenidas por sobre las grandes tramas oscuras que veremos después. Sin embargo, no todo es tan alegre como parece a simple vista. Vamos a hablar de la “flanderización“.

La flanderización es “el acto de tomar algún rasgo de un personaje dentro de una obra y exagerarlo cada vez más hasta que consume por completo al personaje”. Mark Waid realizó intencionalmente un proceso de flanderización de los personajes en esta etapa, ya que él consideró que era su deber detectar y destilar las características claves de los personajes para poder recrear en su etapa el éxito que la serie había tenido en los 60’s. Sin embargo, pronto descubrió que muchas de esas características ya no le interesaban o no funcionaban en la modernidad (Sue era muy sumisa, Ben era demasiado violento, Doom era malvado pero honesto, Johnny era melodramático), así que simplemente decidió ignorar eso y recrear a los personajes como a él, básicamente, le diera la gana.

En esta etapa la inmadurez de Johnny se vuelve su única característica, perdiendo sus años de crecimiento y desarrollo. Aunque había tenido pocas novias en su vida (DorrieCrystalLylla) Waid lo vuelve un mujeriego que cambia de novia cada dos días, un solterón eterno obsesionado con las mujeres. La inteligencia de Reed se intensifica hasta niveles ridículos, que le permiten resolver cualquier problema con una invención científica (desde problemas económicos hasta literalmente volver a alguien a la vida). La maldad de Doom aumenta hasta ser su único rasgo definitorio, sin rastro de su antiguo honor o ambigüedad moral. Sue queda reducida a ser la “madre” del equipo, sin ningún otro rasgo que la defina, y Ben se vuelve un “tío” de la familia, demasiado inofensivo para enojarse, pero demasiado tonto para ser efectivo en las misiones; un simple tanque para cuando se necesita golpear algo con fuerza.

Iré detallando los efectos que esta simplificación de los personajes tuvo en las historias a medida que avance mi análisis, pero a corto plazo hay que admitir que no fue algo necesariamente malo. Waid hizo que los personajes tengan personalidades fáciles de reconocer e hizo que sea fácil entender sus dinámicas desde el número 1. Johnny hace ridiculeces que hacen enojar al resto. Reed es el explorador científico y el resto lo asiste y acompaña… Son rasgos que no son problemáticos en dosis cortas, porque como lectores entendemos que no son todo lo que define a los personajes. Pero a medida que la etapa avanza, las limitaciones de la caracterización de Waid dan la cara, y todo se cae en pedazos.

En el primer número, presenta al equipo a una nueva generación de lectores. La historia nos cuenta sobre un equipo de publicidad (que representa a Marvel) quienes están encargados de devolver la popularidad a los Cuatro Fantásticos, para lo cual envían a un publicista llamado Shertzer a conocer el equipo y evaluar que pueden hacer. Waid se auto-inserta como Shertzer, un hombre poco familiarizado con el equipo, quien al principio no quiere realizar su trabajo, pero que es la última esperanza de sus jefes para renovar la imagen del grupo. Tras pasar unos días con la familia, Shertzer regresa a su empresa y anuncia con alegría ciertos puntos de interés:

  1. Los 4 Fantásticos no son superhéroes, son una familia de imaginautas.
  2. No hay nada que cambiar del equipo, porque siguen siendo frescos.
  3. Los 4 Fantásticos siempre van a funcionar porque siempre nos llevan a conocer cosas nuevas. Son descubridores. Imposible aburrirte cuando siempre están cambiando las cosas.

Es un buen primer número, con grandes dosis de humor que (por momentos) funcionan muy bien. Se aprecia que Waid se esfuerce en contar una historia completa en un solo número, e incluso planta semillas para futuras historias en los detalles. Es interesante también que incluya una escena en la que Marvel propone relanzar el comic de los 4 Fantásticos en un estilo “Autoritario” y moderno, haciendo una crítica a los comics widescreen de la época como Ultimate Spider-Man o Authority, en los que la trama avanzaba poco por página para dar más lugar a una narrativa cinemática.

Waid no quiere ser Widescreen.

Lamentablemente, las falencias de Waid empiezan a vislumbrarse inmediatamente en el número posterior. El #61 se dedica por completo a un chiste entre Johnny y Ben, donde se revela que las bromas que por años recibió Ben de la banda de la calle Yancy, en realidad habían sido realizadas por Johnny. Este retcon completamente innecesario destruye décadas de continuidad en pos de realizar un chiste de un solo número que nunca vuelve a ser mencionado, y para lograrlo Waid llega incluso a ignorar su amada etapa de Lee y Kirby, en la que veíamos a la banda de Yancy realizando las bromas. Este chiste por si solo es demasiado malo para llenar todo un número, y la ausencia de trama es una mala elección para la avalancha de nuevos lectores que Waid debía saber que vendrían del número anterior, pero el buen humor y el arte simpático de Wieringo permiten que “perdonemos” este número y sigamos adelante.

Quizás como respuesta al vació del número anterior, los siguientes tres números son dedicados a la primer gran historia de la etapa: ʃ£πt¡Σπ+ (Sentient)Y acá ya son completamente notorias las falencias en los guiones.

La historia es sencilla: Sintiéndose ignorado por sus padres, el joven Franklin (quien posee el poder de alterar la realidad) juega con la tecnología de Reed y hace que sus ecuaciones matemáticas cobren vida, creando a un ser llamado Modulus. Esta criatura es un doble matemático de Reed, y decide acabar con toda su familia para lograr acaparar su atención. Es una personificación de la obsesión de Reed por la ciencia, y el conflicto que siente siempre que divide su tiempo y atención entre sus experimentos y su familia.

Al ser una “criatura matemática”, ningún miembro del equipo puede enfrentar a Modulus (porque no poseen ni la inteligencia ni la habilidad). Una y otra vez los héroes son derrotados hasta que Reed logra crear una solución científica que le permite acabar con la criatura al último minuto. Esto establece un patrón que se va a repetir a lo largo de toda la etapa: en los guiones de Waid solo Reed es un personaje capaz. Ningún otro miembro del equipo logra ganar una batalla, ni tomar una decisión táctica. Reed es un ser todo poderoso, capaz de inventar cualquier máquina y derrotar a cualquier enemigo, y el resto de los personajes son como sus hijos, siguiéndolo a todas partes y haciendo caso a lo que él diga.

Este problema no es una casualidad, es una consecuencia lógica de las dinámicas de equipo que Waid estableció desde su primer número. Los 4 fantásticos no son superhéroes, nos dice Waid, son una familia. Y de hecho, Sue, Ben y Johnny no tienen ningún interés en detener el crimen o explorar el universo, pero lo hacen porque acompañan a Reed. Es decir, que el “héroe” es Reed, el “científico” es Reed, él es el Mr. Fantástico, y el resto son su familia que lleva consigo.

Como explica el gran Chris Tolworthy, estudioso de los 4F: “Las familias tienden a mirar hacia adentro. Las relaciones son más cara a cara que lado a lado. Son sobre responder a las necesidades prácticas y emocionales de los demás, más que sobre hacer juntos las cosas que nos definen. Un padre debe ser sensible a las necesidades prácticas y emocionales de su hija, pero no necesariamente tener los mismos hobbies que ella. Las relaciones familiares miran hacia adentro, insulares. La amistad mira hacia afuera. El universo los atrae, y los amigos se alinean hombro con hombro y saltan juntos en la búsqueda del conocimiento, el placer o la justicia. La amistad los impulsa fuera del nido, hacia el bosque salvaje, donde está lo bueno y lo malo. Un cómic que trata “sobre la familia” tenderá a mirar hacia adentro. Insular. Un cómic que trata sobre la amistad, por el contrario, se verá hacia afuera. Será exploratorio”.

Waid no se equivoca al decir que los 4 Fantásticos son una familia, cualquier lector del equipo te va a decir que lo son. Pero su error es reducirlos SOLAMENTE a esa característica. Son una familia, pero también son amigos, aventureros, justicieros. Quiere que su etapa sea “exploratoria”, pero no puede entender por qué los personajes querrían explorar, por qué querrían pasar tiempo juntos, más que por una vaga “relación familiar”. Se aman, nos dice Waid, así que no es necesario pensar más a fondo que eso. Para el guionista solo Reed está interesado en los elementos que definen al equipo. Sue, Johnny y Ben pasan su tiempo libre en el cine, en trabajos de oficina o criando a los hijos. Reed es quien explora, investiga, descubre, y toma acciones proactivas que llevan al resto a la aventura. El resultado de esto es un desequilibrio que hace ver al resto del equipo como aburridos incompetentes, o como contrapuntos cómicos a la seriedad de Reed. Son relleno para las peleas o payasos para los chistes. Son la cosa que tiene que proteger Reed. Son un peso poco interesante.

Y esto no fue siempre así. Los 4 Fantásticos de Lee y Kirby no sufrían esa disparidad. Sue no quería ser una superheroína, pero Johnny sí, e incluso patrullaba por criminales. En ese sentido Sue generaba un contrapunto de mucho peso en la trama. Ben era quien proponía formar el equipo, quien decía que debían proteger al mundo. Había un balance de personalidades y responsabilidades, que Waid no pudo ver o no quiso usar. Es fácil ver que el único personaje que interesa a Waid además de Reed, es Johnny, ya que es el único en quien ve la posibilidad de un “arco” de maduración (aunque sea porque Waid lo convirtió en un adolescente cuando ya no lo era).

La trama de ʃ£πt¡Σπ+ es vaga, su solución es un deus ex machina, y sin embargo es uno de los puntos altos de la etapa. Lo que viene es mucho, mucho peor. El arte de Wieringo sigue siendo simpático y el diseño que hace para el enemigo es muy llamativo visualmente. Es fácil mantener la esperanza en que las cosas van a remontar.

Solo Reed importa.

Los siguientes dos números son una historia corta en la que Johnny logra consolidar su lugar como un trabajador responsable, demostrando que es más que el chiste en el que Waid lo había convertido. Sin embargo, se soluciona esto al darle a Johnny lo equivalente a dos personalidades: cuando la trama lo necesita maduro, Johnny cambia de actitud completamente y se vuelve un tipo maduro, pero el resto del tiempo es un ser uni-dimensional que solo puede hacer chistes. Waid no puede conciliar ambos lados del personaje. El numero 66 termina con esta etapa “alegre” de la revista, y es el último buen numero en mucho tiempo. Lo que sigue es una serie de historias largas, descomprimidas, oscuras e incoherentes.

Se comenzó esta etapa prometiéndonos que los 4F serán imaginautas que nos llevaran a lugares nuevos, pero hasta ahora eso sigue siendo solo una promesa. En su lugar Waid nos presenta un clon de Reed, una subtrama de oficina y muchos gags tontos.

PARTE 2: DOOM

Los siguientes siete numeros cubren la historia de un enfrentamiento entre Reed… digo, los 4 Fantásticos, y Dr. Doom, y el subsecuente trauma que este provoca (a pesar de que hacer una trama de Doom es muy poco original y algo muy arraigado a los 60’s, já). Es difícil poner en palabras el absoluto cambio de tono que esta historia genera en la revista, y es claro que es el punto en que las cosas empiezan a desmoronarse a nivel de calidad de escritura.

Acá hay un dato poco conocido: Waid odia a Doom.

La idea de que Victor Von Doom es un hombre noble a pesar de su villanía, es una mierda absoluta. – Mark Waid, FF Manifesto.

Waid está disgustado ante la idea de que un villano como Doom pueda ser noble, complejo, multifacético, ser más que un ser de absoluta maldad. ¿Pero, por qué tanta saña? ¿Qué es lo que le molesta del personaje? No es su lado científico, ya que Reed tiene eso y es un ser noble. Tampoco es que use magia, ya que es un gran fanático del Dr. Strange. Eso solo deja una posibilidad: Waid odia a Doom porque es un ser político, es un jefe de estado, un dictador totalitario. Y le disgusta verlo como un personaje noble, porque para él, eso es una forma de avalar sus políticas totalitarias. Doom tiene que ser maldad pura, porque de lo contrario humanizamos sus políticas anti-norteamericanas. Para los ojos de Waid, nuestros oponentes políticos deben ser monstruos, es la única forma de explicar sus desviadas ideas.

Entonces, siguiendo esta línea de pensamiento, el guionista organiza un plan de dos partes para hundir a Doom y hacer justicia en el mundo historietil. En su primer arco (#67 al #70 #500 al #502), destruye la nobleza de Doom al volverlo un ser malvado sin redención y lo lanza al infierno, y en el siguiente arco (#503 al #508) lleva a los 4 Fantásticos a Latveria para que “corrijan” las desviadas políticas de Doom al intervenir el país. Vamos a analizarlos empezando por el primero de los arcos, Lo Impensable (The Unthinkable).

La historia inicia con una escena de mucho significado: Doom sacrifica al primer amor de su vida para ganar poderes mágicos, perdiendo su último pedazo de humanidad y empatía. En un nivel metatextual, Waid nos está diciendo que el pasado de Doom ya no importa, sus anteriores acciones que podrían considerarse nobles acaban de ser borradas. El autor es quien está sacrificando el pasado de Doom para que los lectores veamos lo que Doom siempre fue según él: un ser completamente malvado.

En un nivel más literal, la idea de que Doom debe sacrificar a su amada para conseguir poderes mágicos es bastante débil, considerando que Doom ya era un hechicero muy capaz (como se vio en la famosa y aclamada novela gráfica Triumph and Torment de Roger Stern y Mike Mignola), pero empeora si pensamos en sus implicaciones. Este sacrificio es usado para convertir a Doom en un ser todo-poderoso, anulando cualquier posible pelea justa contra los héroes (adiós a los ingeniosos planes de la era Kirby o las complejas políticas de Wolfman); y para hacerlo sacrifica el único elemento de caracterización que le quedaba a Doom: lo hace arrodillarse ante otros seres. Doom solo mantendrá su magia mientras reconozca que esta es un regalo de demonios del infierno, y no es su propio logro.

A todo esto, ¿por qué decidió realizar este sacrificio Doom? Porque quiere derrotar a Reed. Y sí, solo a Reed, no le interesa el resto del equipo. Ellos solo sufren para castigar a Reed. El universo gira en torno a Reed, y Doom es ahora un villano caricaturesco motivado solo por su deseo de derrotar al protagonista y nada más. ¿Y por qué tanta saña con Reed? Porque Doom culpa a Reed de su accidente en la universidad que le desfiguro la cara. Como siempre, Waid demuestra que no puede dejar ir a los 60’s al referenciar esa etapa una vez más.

Las tramas vacías y simplonas de Waid podrían funcionar para una serie infantil, pero es difícil argumentar eso cuando el guionista pasó los primeros cuatro números de la serie haciendo que Sue hiciera chistes sexuales sobre ella y Reed. Por otro lado, durante la historia de Doom, Waid nos presenta sacrificios humanos, niños sufriendo trastorno por estrés postraumático, Sue ardiendo en llamas, Ben partiéndose en pedazos con sangre incluida, y más. Y es la antesala a una trama puramente política. Esta no es una serie niños, es una serie para adolescentes/adultos, y la simpleza de sus tramas no es más que una característica de la escritura de Waid.

Entonces, volviendo a la trama, Doom es un villano todo poderoso, y enseguida logra capturar y torturar a todo el equipo, llegando incluso a dejar al pequeño Franklin varado en el infierno. Sin embargo, no tortura a Reed, sino que lo deja en una biblioteca llena de textos mágicos. Si Reed logra aprender un hechizo podrá liberar a su familia, pero Doom sabe que el ego de Reed no le permitirá hacerlo, ya que Reed no cree en la magia. Todo gira alrededor de Reed, y solo él puede salvar el día. Para llegar a este pequeño conflicto, Waid ignora que Reed paso años junto a la bruja Agatha Harkness, o que estudió magia personalmente (FF #239 y  #326). Reed debe “dejar ir a su ego” y “admitir que hay cosas que no puede controlar”.

Afortunadamente, el Dr. Strange logra aparece místicamente ante Reed y le regala un aparato mágico que “convierte la verdad en energía”. Entonces, cuando Reed admite que no puede entender la magia, el aparato se convierte en magia y le permite rescatar a su familia. Tras eso, Reed consigue que Doom diga que no es el siervo de nadie, y los demonios con los que realizó su trato se lo llevan al infierno por romper su contrato. Es un final aceptable a una historia muy débil. Al alargar las tramas en arcos cada vez más extensos, Waid termina cayendo en los trucos “cinemáticos” que parodiaba en su número 1. Tenemos cuadros silenciosos de pelea y splash dobles sin ningún otro objetivo que gastar espacio.

El arte de Wieringo se siente bastante fuera de lugar en esta historia, haciendo ver a Doom simpático en lugar de terrorífico, o hace que el infierno se vea poco amenazante. No es por despreciar a Wieringo, pero algunos artistas tienen áreas en las que son más adecuados que otras, y no deberíamos exigirles que lo hagan todo. El mismo Wieringo se sentía fuera de lugar durante el arco, como cuenta en los extras del volumen.

Un Dr. Doom poco amenazante.

El “epilogo” del arco (#501 y #502) es una historia sobre el trauma de Franklin por haber ido al infierno (aunque ya había estado ahí y derrotado a Mefisto por su cuenta en la etapa de Byrne) que está bastante bien hecha, y es uno de los puntos memorables de la etapa, si bien sufre al estirarse en dos partes. Es interesante una escena en la que un hombre acosa a Sue en la calle y ella debe recurrir a Ben para protegerse; y termina con Sue firmando un autógrafo al acosador. El personaje de Sue es realmente despreciado en la trama. También llama la atención que Waid llama a Doom un “asesino en masa”, haciendo claro que lo está comparando con los dictadores genocidas de la vida real.

…Y hasta acá llegamos por hoy. ¿Insuficiente? El Murder World no da tregua, podés leer la segunda parte de los FF de Mark Waid, donde la benevolencia hasta ahora demostrada, es dejada de lado… haciendo click en el siguiente enlace:

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Fantastic Four de Waid
Asesinando vacas sagradas.

Murder World: Fantastic Four de Mark Waid (Parte 1)

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