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¿Por dónde empiezo a leer manga?
Una guía de lectura de la historieta japonesa en clave histórica.

¿Por dónde empiezo a leer manga?

Una pregunta recurrente que surge en grupos de redes sobre historietas en general, o incluso entre neófitos del medio que se interesan por un anime que vieron por streaming, es por dónde empezar a leer manga. El mundo de la historieta japonesa es vasto, y gracias a editoriales locales, la importación de ediciones extranjeras e Internet, muchísimo de este está al alcance de la mano de los lectores en esta parte del mundo.

Ahora, esta pregunta puede responderse de muchas maneras. Se puede sugerir entrar a partir de las series más relevantes del momento (Attack on Titan, Jujutsu Kaisen, My Hero Academia, Jojo’s Bizarre Adventure, etc.). Se puede recomendar mangas que son considerados clásicos a nivel local (Dragon Ball, Slam Dunk, Saint Seiya, Sailor Moon, Card Captor Sakura). Se puede nombrar lo más exitosos (One Piece, Naruto), o lo más “artístico” (la obra de Inio Asano). Lo que está disponible en ediciones argentinas y aquellos libros para los que hay que desembolsar divisas. Lo que le gusta al recomendador, y lo que podría gustarle al recomendado.

Quizás una manera menos tradicional de responder a la pregunta “¿Cómo empiezo a leer manga?” es adoptar una mirada histórica al respecto de la cuestión. Es decir, enumerando obras que sean representativas de un momento o época en el desarrollo de la tradición de la historieta en Japón. La siguiente lista no aspira a ser exhaustiva de ninguna manera, sino presentar grosso modo un esbozo de una posible historización del manga, y sugerir una guía de lectura a partir de ella.

HOKUSAI MANGA

Hokusai experimentó con secuencialidad y viñetas.

Colección postuma de imágenes producidas por Hokusai, un artista japonés que vivió entre 1760 y 1849, mejor conocido por sus impresiones con grabados en madera, entre los que se destaca la hoy ubicua imagen de la Gran Ola de Kanagawa. Si bien es una disputa entre los estudiosos si se puede llamar manga a obras producidas en los 1800, la de Hokusai siempre es tenida en cuenta en esta discusión sobre los “antepasados” de la historieta nipona. Más que una historieta, son imágenes construidas con cierto sentido narrativo, e incluso experimentación con lo que podríamos llamar viñetas, pero sin muchos de los rasgos que definen hoy al medio.

Hasta donde pude encontrar, no hay edición en español, pero las obras pueden accederse completas en las páginas de archivos internacionales acá y acá.

ASTRO BOY (TETSUWAN ATOM) DE OSAMU TEZUKA (1952-1968)

Tezuka, uno de los creadores el lenguaje del manga.

Si bien con una mirada más minuciosa sobre el mundo editorial nipón durante la posguerra de seguro se encontraría otras obras y autores dignos de mención, la “historia oficial” del manga ha hecho de Osamu Tezuka el indiscutido “Dios del Manga” y el padre de la forma moderna de hacer historieta en Japón. Comenzando con La Nueva Isla del Tesoro, obra publicada en conjunto con Sakai Shichima en 1947, Tezuka contribuyó definitivamente al lenguaje visual de lo que hoy pensamos como manga. Sin lugar a dudas su obra más famosa es Tetsuwan Atom, en parte porque su serie animada fue adaptada y emitida en Estados Unidos y el resto del mundo como Astro Boy. Serializada a lo largo de una década y media en diferentes medios, fue luego recopilada en 23 tomos.

Existió un intento de edición argentina de la mano de la malograda Deux Manga, que se quedó en los primeros tomos. La española Planeta Comic, quienes hoy detentan los derechos de las obras de Tezuka para todo el mundo hispanoparlante, publicó recientemente una edición en 7 tomos gigantes de 15x23cm y más de 600 páginas por tomo.

TATSUMI DE YOSHIHIRO TATSUMI (1970-1972)

El gekiga inyectó temáticas turbias en una historieta que hasta entonces era más infantil.

Tatsumi es uno de los primeros nombres que surgen cuando se dice gekiga, nombre que designa una corriente artístitca dentro del manga que surgió en los años sesenta. Con epicentro en la revista Garo (1964-2002), los cultores del gekiga proponían una historieta que rompiera con el público infantil y se diera al tratamiento de temáticas más adultas y la experimentación formal. El mismo Tezuka tuvo su fase gekiga durante los setenta, con obras como Fénix, Black Jack y Buddha.

El mencionado libro, Tatsumi, es una recopilación de historias cortas editado por Satori en España. También de reciente publicación es Pescadores de medianoche por la editorial Gallo Nero. Más atrás en el tiempo, Astiberri publicó en dos tomos la historieta autobiográfica Una Vida Errante, y La Cúpula publicó varios libros del autor.

ASHITA NO JOE DE ASAO TAKAMORI Y TETSUYA CHIBA (1968-1973)

Realismo social y golpes de puño.

Manga de boxeo publicado originalmente en la aún activa Weekly Shōnen Magazine (1959-) de Kodansha, y recopilada en 20 tomos. Más que un manga exitoso, Ashita no Joe (literalmente, “Joe del mañana”) fue un hito cultural en el Japón. En parte, fue clave la habilidad e los autores en conjugar un realismo social que tocaba a la vida de los pobres en un país que todavía sufría las secuelas de la guerra y la ocupación norteamericana, algo afín al gekiga, con el dinamismo en el lenguaje visual y la codificación de la fórmula shōnen (peleas, entrenamientos, amigos/enemigos, etc.). Quizá en esta categoría podría también mencionarse la obra contemporánea de Go Nagai, en especial sus influyentes Mazinger Z (1972-1973) y Devilman (1972-1973).

Lamentablemente Ashita no Joe no ha sido publicado en español, ni tampoco en inglés. Si existen ediciones francesas e italianas, ambas de 13 tomos y en formato B6.

¿QUIÉN ES EL 11º PASAJERO? DE MOTO HAGIO (1975)

Mangakas como Hagio le dieron protagonismo a personajes con sexualidades diversas, algo distintivo del manga actual.

Inmediatamente luego de la posguerra, las historietas orientadas a niñas y adolescentes eran realizadas mayormente por autores hombres. Como el mismo Tezuka, que marcó al shōjo manga con su Princesa Caballero (1953-1956) (Por algo le dicen el “Dios del manga”). Pero hacia los setenta, un grupo de mujeres artistas que se criaron con obras como esta de Tezuka tomaron por asalto al shōjo, dándole al “género” la forma que tiene hoy.  La crítica japonesa las llamó el Grupo del año 24, debido a que ellas habían nacido en torno a ese año de la era Shōwa (nuestro 1949). Se podría mencionar como obras más icónicas a La Rosa de Versalles de Riyoko Ikeda, así como los trabajos de Moto Hagio, quien recientemente ha comenzado a ser publicada en Occidente. En España, Tomodomo ha publicado la serie mencionada en un tomo, así como Catarsis, y mientras que El Clan Poe tiene dos.

AKIRA DE KATSUHIRO OTOMO (1982-1990)

Akira es muchas cosas pero, sobre todo, es icónico.

En Japón fue un hito, engendrando una de las películas más icónicas del anime (y de la ciencia ficción en general). Pero la obra de Otomo gana aún más relevancia cuando se la piensa desde Occidente. No sólo se le puede atribuir ser el primer manga publicado con éxito de este lado del mundo, en una edición coloreada y espejada por Marvel/Epic en 1988 que luego se repitió en toda Europa, sino que, en esa circulación global, ayudó a definir que se pensaba aquí por manganime (violento, futurista, distópico, vanguardista, etc.).

Akira circuló mayormente en ediciones españolas en Argentina, empezando por aquella en estilo comic-book de Ediciones B, que llegó a los kioscos nacionales a comienzos de los noventa. Más recientemente, la obra de Otomo ha sido publicada por primera vez en edición vernácula por Ovni Press, similar a la japonesa, en 6 grandes libros (18x26cm) con sobrecubierta.

DRAGON BALL DE AKIRA TORIYAMA (1984-1995)

Akira Toriyama hizo escuela en como dibujar personajes y acción.

La punta de lanza de la “revolución Shōnen Jump” que transformó el manga en los ochenta y lo llevó a su mayor éxito comercial en los noventa. En la filosofía de diseño de los personajes, en la manera en que narrar la acción, en como construye el progreso de la trama, la obra de Toriyama representa un antes y un después. Obras posteriores tomaron esa fórmula para honrarla, expandirla o subvertirla (como, por ejemplo, One Piece de Eiichiro Oda o Fullmetal Alchemist de Hiromu Arakawa), pero todos trabajaron con Goku y su éxito descomunal como una referencia ineludible. También se pueden mencionar otros autores coetáneos que también tuvieron impacto en el manga actual, como Rumiko Takahashi (Ranma ½Inu Yasha) y Yōichi Takahashi (Captain Tsubasa), entre otros.

Dragon Ball fue, además, uno de los mangas que generó el fenómeno editorial de la historieta japonesa en Occidente. En Argentina, Ivrea publicó entre 2008 y 2014 los 42 tomos que componen la serie en formato tankobon (11,5x17cm) sin sobrecubierta (aunque varios de los números son hoy difíciles de conseguir). Más recientemente, también Ivrea publicó en conjunto con La Nación Colecciones la versión Color de la serie, que la presenta en libros más grandes en dimensión (A5) y cantidad de hojas, recopilando todo en 32 entregas.

DOS NOTAS FINALES

Primero, lamento tener que mencionar ediciones extranjeras en esta lista, teniendo editoriales locales pujantes en la publicación de manga e historieta en general. La edición local de manga “clásico” es una de las demandas más altisonantes del lectorado local, y es probable que más temprano que tarde, tengamos versiones nacionales de algunos de los títulos aquí nombrados.

Segundo, y como advertí arriba, este es un boceto que intenta resumir en muy pocas obras una historia que tiene un siglo (o más). Afuera quedan cosas más contemporáneas, así como tradiciones más específicas como las del horror (hoy presentes en Argentina gracias al éxito de Junji Ito) o el manga más de auteur. De más está decir que hay más obras, más épocas, más autores por destacar. Pero eso es, quizás, la única certeza que tenemos cuando se trata de manga: Siempre hay más para descubrir.

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