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“Santuario” de Fumimura e Ikegami

Desde los campos de la muerte de Camboya, a perfilarse como la nueva cara de la política. Santuario es la historia de una amistad forjada en un infierno, destinada a cambiar toda una nación.

CUANDO Y QUIENES

Santuario se publicó en Japón desde 1990 a 1995, en Big Comic Superior, una revista de la Shogakukan especializada en Seinen. Si bien la serie marca la primera colaboración de los autores, Sho Fumimura (cuyo nombre real es Yoshiyuki Okamura, pero es más conocido por su otro seudónimo: Buronson) y Ryoichi Ikegami, éstos ya contaban con títulos que se consideran sin duda, al día de hoy, clásicos del manga. En el caso de Fumimura es uno de los autores de Hokuto No Ken junto a Tetsuo Hara, y no hay que olvidar que Ikegami es uno de los creadores, junto a Kazuo Koike, de Crying Freeman. ¿Poca cosa, no? Bueno, considerando eso, ahora sí pasemos a Santuario

CONSTRUIR UN NUEVO JAPÓN, UNO QUE SEA SU SANTUARIO.

Alguna vez leí una reseña que sostenía que “Santuario” acerca los mundos de la mafia y la política, a lo cual le respondería que a veces solamente borra las líneas que los distinguen. Y pivotear entre estos mundos es el gran recurso que tienen a mano los protagonistas, Hojo y Asami, desde que asumieron su “plan de batalla”. Ésta es su historia, así que veamos quienes son:
Akira Hojo y Chiaki Asami unieron sus destinos desde una temprana edad, pero de eso nos enteramos más adelante. Cuando los conocemos están en sus 20s trabajando en las primeras etapas de su plan: tomar a Japón por sus riendas y transformarlo, aunque para eso necesitan controlar dos áreas importantes, la política y la yakuza. Y es tal la ambición y seguridad en sus propias capacidades, que la responsabilidad sobre cada uno de éstos frentes la deciden con un juego de piedra, papel o tijera.

Los protagonistas en las tapas de la edición de Otakuland.

La historia comienza con Hojo tomando el camino de los yakuzas y Asami por su lado en la política, al cual le lleva mucho más lograr una posición superior. Procura hacer su camino siendo diplomático y con un poco de carisma… mientras se pueda, sino, usará otros “métodos”.

Isaoka, un villano que disfrutamos odiar.

TEMAS

Uno de los principales temas, sino el que más sobresale, es la dicotomía JUVENTUD / VEJEZ, planteado ni bien comienza la historia, y sostenido hasta el final. La propuesta de la nueva política, viene acompañada de renovación de la sangre, con gente joven en su mayoría reclutada de otros partidos. 

Recordemos que Japón entra a la década de los 90 con una crisis financiera y un estancamiento luego de un periodo de crecimiento, lo cual propicia una desconfianza en la política. Pero esto es poco más que un setting para el relato, no se necesita saber cómo funciona la política japonesa para leer y entender Santuario (no más que la política de cualquier país). De hecho lo comento más adelante, pero no hay que exigirle mucho realismo, y sobre todo en ése aspecto.
Podría hasta decir que Santuario no es un manga político por más que se maneje en ése terreno. 

También es común ver como gente con poder se aleja lentamente de sus ideales o metas originales, y se vuelven parte de un statu-quo, denotando el deterioro en la posición de poder, en contraparte con la ambición y la energía de los nuevos nombres.

Tokai,el “viejo zorro”, un resabio de la antigua mafia que hace la lectura más entretenida.

LA FORMA

Si bien Santuario es un seinen, dado el tema y algunas (cuantas) escenas sexuales, el desarrollo puede ser comprendido como un shonen un poco más complejo que la media. Como algo que le da una estructura simple. Los inconvenientes, que suelen ser negociaciones o pactos, se resuelven por las buenas, por las malas o por las peores (que son siempre las mejores). Es dentro de ésa estructura que van apareciendo los personajes, sus pasados, los temas y los entramados políticos y mafiosos. 
Es imposible desde acá hacerle justicia al trabajo de Ikegami en el dibujo. Él mismo afirma que se enfoca en “realismo y belleza”, cosa que se comprueba incluso sólo mirando su dedicación a la anatomía. Por el lado del realismo, se entiende que, por la naturaleza del tema de Santuario, un grado de realismo es adecuado y funciona un poco como sostén. Y la belleza está en muchas cosas, no sólo en los cuerpos y rostros, aunque quizás no sea tan poético como en Yuko, que es otro ejemplo para visibilizar que siempre encuentra como explotar ese lado (Si quieren leer la reseña de Yuko, pueden hacer click acá).

Tipos duros.

TODO BIEN, PERO…

Santuario es muy recomendable, pero no puedo dejar pasar una o dos cosas que hacen ruido, sin que arruinen la lectura. Hace unos párrafos atrás mencioné algo para mí negativo pero que se arregla por su extensión, y es su semejanza a un shonen en la estructura. Esto se traduce en cierta repetición en cuanto a los inconvenientes a vencer y en tanto se avanza con la lectura se nota un poco la fórmula. Mientras es una novedad, y entretenida, no se hace tan visible. De hecho, la duración del manga es justa y es algo que no debería molestar a nadie.  

Otra es la caracterización, o mejor dicho caricaturización de algunos personajes, sobre todo políticos. Sin ir más lejos tenemos al propio Isaoka, uno de los principales antagonistas. Ésto quizás sucede un poco más con los políticos viejos, así que asumamos que es un tanto adrede.
En cuanto a los personajes femeninos… Son escasos y no tienen mucho peso en la trama. Alguien dirá que los mundos que se manejan en Santuario un poco excusan la falta de mujeres, pero aparecen, y salvo por Kyoko Ishihara, que es sub comandante de la policía y amante de Hojo, parece no hacer mucho a pesar de saber los planes de él. De hecho, si tiene un arco propio, pareciera ir alineándose más con Hojo que aportar algún dilema moral entre su deber y su sentimiento.
Entre ésto y algunos (unos cuantos) pasajes sexistas, creo que ya están avisados.

Ikegami siempre expresivo con las miradas.

ADAPTACIONES Y SIGUIENTES OBRAS

Para terminar hay que mencionar que la serie fue adaptada tanto a un OVA (Takashi Watanabe, 1995) como al live action (Yukio Fuji, 1996), siendo estas versiones resumidas y de un parte del relato completo. Yo sólo he visto la versión animada y me parece correcta, aunque a veces la música es un poco chocante, acentuando momentos graciosos. En Youtube encuentran al menos la versión animada.  

Luego de Santuario, Ikegami y Buronson continuaron trabajando juntos y dos de las colaboraciones siguen una línea similar. Para empezar tenemos Strain (1996-1998), la historia de Mayo, un joven que se carga gente por sólo cinco dólares y un día se apiada de una víctima, lo cual lo mete en problemas. Casi inmediatamente su finalización trabajaron en Heat (1998-2004), en donde vuelven un poco sobre un protagonista que de ser un encargado de un local, se abre camino en la mafia con coraje, carisma y, bueno, un poco de promiscuidad.

Ya habiendo hablado de Yuko, estuve buscando una excusa para hablar un poquito de Santuario. No debería hacer falta otro pretexto más que hacer llegar la palabra de Buronson e Ikegami allí donde sea necesario. Espero que haya sido suficiente y nos leemos la próxima.

Anibal Berrey

Como guionista frustrado, me puse a leer toda la historieta a mi alcance y de algún modo terminé acá.

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