“Fierro” de Ediciones de La Urraca: Capítulo II
En el artículo anterior, presenté brevemente un panorama del contexto en el que surgió Fierro, sus antecedentes y la polémica recepción crítica que suscitó. Ahora sí, quisiera pasar a dar un breve repaso a las principales obras y autores que publicaron SOLO en el primer año de existencia de la revista. El artículo será en parte una crítica y en parte un índice del material publicado sin que nos alcance el espacio para hacer ninguna de las dos cosas en profundidad. Para compensar tan imperdonable falencia, mencionaré las reediciones recientes del material reseñado por si algún lector se queda con las ganas de leer alguno de estos clásicos indiscutibles del género.
Moebius
Uno de los grandes aportes de este primer año de Fierro fue acercarle al público argentino varias historias cortas de este enorme monstruo del comic francés. Cierto que es todo material republicado pero no es menos cierto que en ese momento la mayoría de los lectores locales no consumían publicaciones extranjeras. Tratándose de obras hoy super conocidas y reeditadas, me limitaré a listarlas. Tampoco es que pudiera decirles nada nuevo sobre Moebius. Simplemente era un puto dios del plumín.
“The long tomorrow” con guion de O’Bannon, “Torta de manzanas” con guion de Clau Conín, “El hombre ¿es bueno?”, “Rock City”, “Aproximación a Centauro” con Druillet, tres historias de “Arzak”, “El universo es muy pequeño”, “Balada” y “Harzack”
Por aportar solamente una curiosidad diré que de los diez números en los que publicaron a Moebius, siete historias eran a color y cinco eran mudas. Sin dudas, el material publicado no es una selección de lo mejor de Jean Giraud. Tampoco creo que ese fuera el objetivo de la revista pero, como dije al principio, logró poner a los lectores nacionales en contacto con el mejor dibujante europeo del momento. Lo que no es poco.
“Ficcionario” de Horacio Altuna
Una de ciencia ficción en un futuro urbano, distópico y abigarrado. Horacio Altuna dibujando en el mejor nivel con un montón de viñetas chiquitas por página pero un dibujo realista, expresivo y muy detallado a la vez. Un uso súper efectivo de los negros plenos, tramas y una puesta a página muy creativa que le da muchísima fluidez a la relación entre imagen y texto. La naturalización de la violencia, los destellos de humanidad que surgen en medio de la deshumanización y el control orwelliano del estado sobre los personajes son algunos de los tópicos más interesantes de esta primera creación de Altuna como autor integral. Obvio que hay minas en bolas (sería un crimen tener semejante dibujante y perderse su mayor virtud) pero no son lo principal de la trama.

En el primer año de Fierro se publicaron seis capítulos en BN y uno en color. Más adelante, se publicarán los dos episodios faltantes. Tanto Toutain como La Urraca lo editaron en álbum pero la única edición más o menos conseguible en la actualidad es la que hizo Norma en 2005. (Actualización: Ayer, 30 de mayo de 2019, asistí a la presentación de la nueva edición a cargo de Libros del Quiosquito que reúne todos los episodios pero convierte el color en escala de grises)
“Sudor sudaca” de José Muñoz y Carlos Sampayo
Con diez años de exilio en las espaldas, los autores nos cuentan desde Europa unas historias de esa Argentina a la que ya viven como distante… o quizás, justamente por la evocación constante y el recuerdo la sentían más cercana que nunca. En los límites de la experimentación, Sudor sudaca construye una estructura que puede parecer caótica, basada en cortes y montajes que siempre callan más de lo que cuentan. Las historias de Carlos Sampayo hacen una pintura de nuestra argentinidad con pocas luces y muchas sombras, mientras por el pincel siempre cargado y expresionista de José Muñoz desfila el recuerdo de la infancia, la colimba, la dictadura, el exilio y llega a vislumbrarse un regreso.
Otra vez, Fierro tiene la virtud de presentar estos autores al público local porque a pesar de venir rompiéndola en Europa, haber sido reconocidos y premiados, Muñoz y Sampayo eran casi desconocidos en su propio país.
Afortunadamente, esta obra fue recuperada por Hotel de las Ideas que la reeditó en un tomito en 2015.
Fontanarrosa
La única que queda acá es hablar del Negro como si alguien no lo conociera porque al que ya lo conoce no hay mucho que podamos contarle. Un humorista genial pero, sobre todo, un tremendo narrador. El tipo sabe contar una historia con dibujos o sin ellos y siempre logra llevarte exactamente al lugar exacto para generar la emoción que él quería. Y esa emoción, por suerte, casi siempre es la risa. Desde una narración a lo Jack London (“Cuatro hombres en la cabaña”) hasta el comic de superhéroes (“Sperman”) pasando por el tango (“Ulpidio Vega”) o sus ya famosas “Semblanzas deportivas”… todo es material del que se nutre su inagotable capacidad creativa y paródica.
De verdad: estaba releyendo las revistas para escribir este artículo y mi familia se asomó un par de veces a la habitación a ver de qué me reía tanto.
La mayor parte de la obra de Roberto Fontanarrosa fue recopilada en distintos tomitos por Ediciones de La Flor aunque, actualmente, está casi todo descatalogado.
“La Argentina en pedazos”
Otra genialidad y van… Ricardo Piglia selecciona un corpus de obras de nuestra literatura nacional. Obras que muestran, según sus propias palabras: “Una historia de la violencia argentina a través de la ficción”. De cada texto, el crítico escribirá un breve análisis y un plantel de lujo los traducirá a historieta. Así nos llegará “El matadero” de Esteban Echeverría, un capítulo de Los dueños de la tierra de David Viñas; “Mustafá” de Enrique Santos Discépolo, los tres dibujados por Enrique Breccia; “Las puertas del cielo” de Julio Cortázar por Carlos Nine, “Un fenómeno inexplicable” de Leopoldo Lugones con dibujos de Carlos Roume; “La gallina degollada” de Julio Quiroga adaptada por Carlos Trillo y Alberto Breccia; el tango “La gayola” de Tuegols y Taggini dibujado por Crist. En la mayoría de los casos, los guiones son adaptaciones de Norberto Buscaglia pero alguno lo guioniza Miller y hasta el propio Sarturain.
En el segundo año de la revista, se completó la serie con adaptaciones de Arlt, Borges, Walsh, Puig y Rozenmacher. La Urraca reunió los relatos en un álbum en 1993 y creo que (para nuestra eterna vergüenza) nunca se reeditó completo. Solo vi recientemente publicado por Doedytores las tres ilustradas por Churrique. Algo es algo y en este caso, no es poco.
“Evaristo” de Carlos Sampayo y Solano López
Sé que lo que voy a decir es muy subjetivo pero, para mí, Evaristo siempre va a ser el “otro” policial de Sampayo. Nunca llegó a gustarme tanto como Alack Sinner. Los guiones, obviamente, son muy buenos y el dibujo de Francisco Solano López es espectacular. Un nivel de detalle, un virtuosismo en las tramas a pluma, expresividad, realismo, ambiente… el dibujo es todo lo que está bien. Sin embargo, para mí, el experimento no termina de funcionar. A veces pasa.

Los guiones de Sampayo nunca son redondos. Más bien, están llenos de huecos como si solo nos diera unos pocos fragmentos para que cada uno reconstruya la historia como quiera. El tema es que el arte de Muñoz hace que, de alguna manera, todos esos fragmentos adquieran una fluidez que nos va llevando siempre hacia delante hasta el final de la historia; mientras que con las imágenes creadas por el capo paraguayo (más clásicas y claras), el guion parece más incompleto que nunca. Como si solo fuera el esqueleto de un argumento… eso sí… acompañado de unas postales hermosas. También es posible que lo que no me termina de gustar sea la extensión. Las historias autoconclusivas de ocho páginas apenas alcanzan para contar la anécdota y dan muy poco espacio para la evolución de los personajes. Así, mientras Sinner va a abandonar los casos clásicos, dejará la policía para ser detective y después taxista; Evaristo siempre va a ser el duro e incorruptible comisario de la primera aventura.
Desde el número tres al doce se imprimieron ocho historias. Colihue lo tiene recopilado en su imperdible Colección Narrativa Dibujada. (Actualización: 30 de agosto de 2021: Hay nueva edición a cargo de Hotel de las Ideas con un episodio que no había sido incluido en la edición de Colihue)
“El último recreo” de Carlos Trillo y Horacio Altuna
En realidad, esta serie había comenzado a publicarse en Super Humor (números 18,19 y 20) pero el cambio en el perfil de la revista hizo que solo aparecieran los primeros tres capítulos. Los nueve restantes comenzarán a publicarse en Fierro a partir del número siete. Así cumplían con la dosis mensual de Altuna requerida por los lectores en los números que no salía Ficcionario. Y no está nada mal el cambio. La verdad es que este El Último recreo tiene todas las virtudes que ya enumeré sobre el dibujante pero sumadas a una premisa argumental más sólida y ganchera: En un futuro post apocalíptico, todos los adultos murieron y los niños tienen que buscar la forma de sobrevivir por sí mismos. Como se podrán imaginar, el resultado es durísimo. De verdad… hay episodios que pegan como mula.
Como toda historia de niños sin adultos, es habitual la referencia a El señor de las moscas de William Golding y está muy bien pero debo decir que la forma en la que Trillo desarrolla estas doce historias me hizo sentir una gama de emociones mucho más amplia y profunda que la aclamada novela tal vez porque estos chicos me resultan mucho más inocentes, más frágiles y reales.
Esta joyita sí, afortunadamente, está muy editada. Originalemente fue recopilada por Toutain y La Urraca pero hay reediciones recientes de Astisberri y Galerna que la hacen fácil de conseguir.
“El cazador del tiempo” y “El sueñero” de Enrique Breccia
Las menciono juntas porque las similitudes entre ambas son evidentes. Me atrevería a decir que El cazador del tiempo fue un ensayo o una pequeña prueba para esa gran obra que es El sueñero. En ambos casos, un cazador de hombres deberá ir más allá de su plano de realidad para cumplir con una misión. Ese viaje entre diferentes planos de la existencia le da al Churrique una libertad creativa absoluta para jugar con lo onírico cruzando los tiempos históricos y las geografías.

Tal vez, el aporte fundamental de El sueñero (además de su mayor extensión) haya sido el tirar esos puentes que, primero sutilmente y después de manera ineludible, conectan ese plano de la fantasía con nuestra historia argentina… o al menos con la concepción un poco mítica y un poco fabulosa que el autor tiene sobre esa historia.
Este es otro clásico de la historieta argentina que tiene varias reediciones relativamente recientes, desde la Colección Continuará que Página/12 sacó en simultáneo con la segunda etapa de Fierro hasta una edición de lujo en tapa dura de la editorial vasca 001 que acaba de salir a la venta. Aunque, seguramente, la mejor relación costo/calidad la ofrezca Doedytores que la viene reeditando desde 2007. (Actualización 06 de febrero de 2025: Hace unos meses, Doedytores también reeditó “El cazador del tiempo” en un tomo junto con Viaje a Venecia y otras historias).
Y por si todo esto fuera poco:
Increíblemente hay más… mucho más. Porque en estos primeros doce números de Fierro también estaban dos capítulos inéditos de “El husmeante” de Trillo y Mandrafina; estaban Barreiro y Juan Giménez haciendo su deslumbrante ciencia ficción bélica con “War III” y “Puesto avanzado”; estaba el maestro Carlos Nine versionando “Tema para un tapiz” de Cortázar o ilustrando un guion de Dalmiro Saenz. Había mucho más porque en el número diez se empezó a publicar “La casa dorada de Samarcanda” de Hugo Pratt y en el once comenzó “Perramus” de Sarturain y Alberto Breccia de quien ya habían publicado una versión de “La pata del mono” y “Richard Long” con guiones de Oesterheld. Sí… porque en medio de todo este despelote se las arreglaban para rescatar páginas desconocidas de HGO pero también para dar a la luz los primeros y sublimes trabajos de Pablo de Santis y Max Cachimba (Pablo González, por aquellas épocas). Y también estaba “Metrocarguero” de E. Breccia y Mandrafina. Y “Tenochtitlaán” de Muñoz y Sampayo. Y “El reino azul” (una de las mejores historias cortas de la historia) de Trillo y Churrique. Y el capo de Peiró. Y las portadas de Chichoni. Y las de Ciruelo. Y… Y…
Sé que esta última enumeración es un caos de sentido (por no hablar de la sintaxis) pero quería que sintieran lo que sentí cuando volví a sentarme a revisar el material de ese primer año de Fierro para escribir este artículo: era una gloria pero era imposible hacerle justicia a tantos genios y tantas joyas.
¿Y no había nada malo o al menos mediocre, imperfecto, fallido? Sí, claro que lo había pero eran muy poquitas cosas que quedaban perdidas en medio de la abrumadora avalancha de creatividad y de talento que puso a esta humilde publicación de un país periférico en el primer plano de la escena historietística internacional.
La revista pudo mantener ese nivel de excelencia, al menos durante un año más. Después fue cambiando hasta convertirse en otra cosa (que, francamente, me gustó mucho menos) pero eso es tema para analizar en el próximo artículo.