Una de las cuestiones más debatidas en los últimos años en el ámbito de las historietas en Argentina tiene que ver con la poca diversidad en cuanto al tratamiento del género y la sexualidad se refiere. Con la (hermosa) costumbre de leer cómics de superhéroes u obras elaboradas por y para varones hetero cis, Paula Boffo trae eso que la escena argentina estaba dejando de lado hasta la última década. No habría sido posible sin la visibilidad generada por eventos como “Vamos las pibas” o la revista Clítoris de Mariela Acevedo, junto con otras producciones, que alzaron la voz sobre esta disparidad y la necesidad de reventar los cimientos que la sostenían y, en muchos casos, siguen haciéndolo. Con mucha consistencia lo hace Agus Casot con sus brujas y los grupos de amigas y parejas lesbianas que reflexionan sobre esta horrenda vida pero en la que, aún, alguna esperanza se deposita. Si sigo nombrando gente necesaria en nuestras lecturas, me voy a ir demasiado por las ramas así que me voy a centrar, por ahora, en lo que me trae a escribir hoy: Satén Rosa Rosa.
¿Por qué la recomiendo? Porque se caga en todo. Un poco así de sencillo. ¿Cuántas historietas tenemos en el país en las que haya tanta concha pito teta bondage y toda esa cosa preciosa junta sin una visión cosificadora? Lo he visto, sí, pero con Ralf König, de Alemania, y sus viñetas de temática gay que son para desplomarse, levantarse y seguir leyendo. Pero, ¿acá? Existe en esta publicación, que es la compilación de fanzines y la gloriosa y difícil autoedición que tiene para todos los gustos, necesidades y placeres; que expulsa a lxs curiosxs conservadorxs y levanta la perdiz de lxs tradicionalistas que quieren pero se hacen lxs que no.
Algo que no puedo dejar de lado son esas palabras preliminares en las que Paula revela su sentido de intimidad con la narración de estas historias, porque no se trata solo de ponerla, se trata de expresar deseos, compartirlos, hacerlos llegar, despertarlos, acompañar fantasías y crear otras. También, es un espacio en el que otras personas pueden encontrar lo que no se animan a decir o, incluso, se prohíben (o son obligadxs a prohibirse) sentir porque, no es lo mismo que esta historieta llegue a las manos de alguien que ya tiene muy laburada su identidad y sexualidad, que a alguien que en momentos de transición puede hallar acá un lugar distendido, seguro y ocurrente en cuanto a una sensualidad sin tabús. Y me refiero a sensualidad porque no considero que Satén sea una obra pornográfica sino erótica, que labura los sentidos, los “ratones”, la exploración de los cuerpos calientes y las mentes hirvientes. Como Sukermercado lo dice, esta antología recopila un recorrido que va del 2016 al 2024 y que transpira los cambios y la evolución en torno a la concepción de la sexualidad porque fluye y se transforma con un dinamismo que es imposible de negar.

Lo que me puede, principalmente, de Paula Boffo, son sus colores. Papá, qué manera hermosa de mezcla, es hipnótica. Disfruto completamente esa combinación de paletas que le son tan propias y tan bien logradas. Lo otro, y no menos importante, la cantidad de cuerpos desnudos y cogiendo que encontrás. Arrastro un cansancio sobre la male gaze, los cuerpos perfectitos y bien definidos de hombres/mujeres y acá te perdés entre piernas peludas en sus diferentes formas, una construcción de vínculos de un todxs con todxs pero desde el cuidado en el que los roles se intercambian y el sexo es un juego en el que no se pierde sino que siempre se gana. También se presenta, en esta instancia, una realidad única y no quiero decir imposible, pero casi, en el que la gente se entiende y no se mambea. Ese verosímil con el que hay que tranzar es, justamente, para salirnos de una realidad en la que para coger hay que hacerse mil preguntas y la diversión dura poco. Pero en Satén, la diversión y la complicidad es constante, es una invitación a crear vínculos así. A pensarlos, aunque sea y desarmar un poco nuestras estructuras. Más si la llegás a abrir en el bondi, ahí seguro desarmás a alguien.

A la primera de estas historias, “Sobre el levante y mi trasero”, la conocí en Pibas editado por Hotel de las Ideas allá por el 2019 y, por supuesto, fue una de mis favoritas. Nos encontramos también con “El furgón, vos y yo”, “Ya no sos igual”, “Fabulosa El Dorado”, “Que respiren mis nudos”, “Si mojás me enciendo”, “Cinturongas”, “Caprichito de calor” y “Satén rosa”.
Amo pensar que se habría llevado muy bien con Ioshua con esa impunidad necesaria de mostrar pijas y culos a lo loco, con las birras compartidas, las drogas y su idealización, el punk y la euforia. “Pija mucha pija / a la tarde en mi cama toda revuelta / con el chonguito de la esquina. Un poema / cualquier poema / re manija de merca y con la remera manchada / de guasca, / mi amor, / vamos para la estación a pegar base” escribía Ioshua, el iniciador de su propia corriente, la “Nueva Poesía Gay Argentina”, en “Cualquier poema”, de Pija, birra y faso (Nulú Bonsai, 2009). Pero también por la intimidad. Ambxs expresan eso de lo privado que no se debería decir, que no se debería publicar y lo hacen igual porque hacerlo es liberador. Estoy hablando de dos artistas que, a pesar de la distancia de años, siguen la misma lógica: mostrar la sexualidad, naturalizarla y enfrentar a lxs defensores del buen gusto y las buenas costumbres. ¡Que se caguen! Gritan a dueto con sus dibujos, con sus palabras y sus ganas de reventar la mecánica hegemónica del cis-heteropatriarcado, sistema de opresión viviente a la que le damos cuerda nosotrxs mismxs ocultando ese pedacito de “perversxs” y fetichistas que tenemos aunque la obligación de negarlo esté en todas partes.

Imagen publicitaria de uno de los muchísimos e incontables fanzines de Ioshua / Recorte de viñeta de ““El fuego, vos y yo” de Paula Boffo
Otras cosas a las que apunta Suki es a la visibilización del BDSM y eso me encantó en “Que respiren mis nudos”. La estigmatización de esta práctica es enorme y eso tiene correlato con lxs idiotas que se inmiscuyen en las comunidades para hacerse pasar por dominantes o “amxs” cuando no son más que lxs machistas de mierda que no quieren hacer otra cosa más que cagarte a palos sin que te quejes. Paula nos da la contrapartida, “Que respiren mis nudos” como una muestra de confianza, consentimiento, empatía y liberación en un vínculo en el que la comunicación es fundamental para construir el respeto.

Sigue esta línea en “Si me mojás me enciendo”, donde el trío y el deseo se unifican después de una buena escena de masturbación de la protagonista y es una cosa preciosa. Cuántas pajas de chabones vi y acá tenemos una con una concha en primer plano para compartir un poco del placer propio. Al mismo tiempo, lxs amigxs. Esxs que ocupan (y/o ocupamos) el territorio de los feminismos y los militan (guiño con el pañuelo verde en el cuello) pero no pueden huir de las redes de la manipulación. Hay que escuchar a lxs amigxs, loco. Al mismo tiempo, los vínculos sexo-afectivos se muestran flexibles, libres, sin tapujos ni prohibiciones porque la sexualidad y la sensualidad pueden compartirse.

Por otro lado, es genial que entre todo esto esté una guía sobre cómo usar cinturongas ya que, desde las primeras historietas, es un elemento que se ve y se utiliza con pasión. Esta es una colaboración con Kinky Vibe: “Un emprendimiento autogestivo disidente, con una tienda erótica y de cuidados, así como una Editorial y un espacio virtual de formaciones”. Muy copado para pegarte un lindo viaje por el BDSM y agarrarle la mano a la plenitud del garche o la autoexploración con muchos recursos piolas. Con la negación permanente de la ESI y la sensación de soledad cuando el autoconocimiento es necesario, historietas como esta dan cuenta de que no todo es simplemente coger sino quererse, cuidarse, saberse sexual y sensual, pensarse en los por qué, los cómo, los cuándo, los dónde. Pensarse en la autonomía y la independencia de los cuerpos.
Y bueno, “Satén rosa rosa” vayan a leerlo ustedes porque explota.
Como en toda recopilación de obra en la que se acumulan años de publicación, algunos temas y tramas se repiten pero no dejan de ser otra invitación: ¿qué cambió? ¿Cómo? ¿Hasta dónde es posible? ¿Qué hacer para que lo sea? ¿Queremos que lo sea? ¿Cuántos nudos desataríamos con más publicaciones como estas? ¿Qué aportes hace a nuestro campo editorial? ¿Por qué me están leyendo a mí en vez de leer la historieta?