Análisis de "Inercia". Las juventudes trabajadoras, entre las que entramos los traumatizados millennials, pueden tener una característica en común que las une: el hastío...

“Inercia” de Antonio Hitos: Narrar el hastío del realismo capitalista

La juventud sin utopías

Las juventudes trabajadoras, entre las que entramos los traumatizados millennials, pueden tener una característica en común que las une: el hastío. Se sale a trabajar todos los días, cada uno de ellos, en horarios más o menos terribles y transportes más o menos hacinados por unos salarios que no alcanzan, no solo para las necesidades básicas, sino tampoco para tener un momento de descanso. La posibilidad de “vacaciones” se presentan, generalmente, a través del ahorro, es decir, de prohibirse algunas comodidades para salir una o dos semanas del ámbito laboral y verse sometido a la sentencia de “para esto trabajo”. La rutina, el sobreesfuerzo del trabajo, el burnout, y las diferentes afecciones en aumento en el campo de la Salud mental, demuestran que estamos devastados. Pero no solo por una continuidad de la repetición ad infinitum sino también porque a nosotros ya no se nos puede prometer lo que movilizaba a las generaciones anteriores: la posibilidad del progreso. Tener un terreno propio, comprar una casa, pagar un alquiler, viajar o cualquiera de esas cosas se ha convertido, para muchos de nosotros, en una utopía dolorosa al momento de ver nuestros sueldos en nuestro Home banking. Cambiamos muchas horas de trabajo por brevísimas horas para el ocio y el disfrute. Todo esto deriva en un presente similar a un constante loop del que no se puede escapar. ¿Es esto una vida saludable? Y dejo que la viñeta que sigue responda por mí:

Realismo capitalista

Estamos ante una forma de capitalismo, por supuesto explotadora, a la que ya nos hemos subsumido. Mark Fisher sentencia las generaciones del siglo XX y XXI con palabras más exactas bajo la denominación de “realismo capitalista” cuando, en el capítulo “Es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo” de Realismo capitalista ¿No hay alternativa? (Caja negra editora, 2018) , se dedica a analizar la película Children of men, película del 2006, dirigida por Alfonso Cuarón, donde se propone la premisa de que ya no nacen niños y el mundo solo puede derivar en una catástrofe:

realismo capitalista: la idea muy difundida de que el capitalismo no solo es el único sistema económico viable, sino que es imposible incluso imaginarle una alternativa […] ¿Pero qué pasa con la catástrofe en sí misma? Es evidente que debemos leer metafóricamente el tema de la infertilidad, como el desplazamiento de una angustia de otro tipo. Me propongo afirmar que esta angustia en realidad exige ser leída en términos culturales y que la pregunta que el film nos hace es: ¿cuánto tiempo puede subsistir una cultura sin el aporte de lo nuevo? ¿Qué ocurre cuando los jóvenes ya no son capaces de producir sorpresas?  (2018: 22). 

Este intertexto introductorio que propongo se me viene a la cabeza con la lectura de Inercia, la opera prima española, de Antonio Hitos (Salamandra Graphic, 2014) que no recae en la representación de nuestro presente a través del costumbrismo y el hiperrealismo. Una puesta en escena similar en cuanto a crítica social la hizo en su momento Peter Bagge con Hate publicada por primera vez en 1990 por Fantagraphics con treinta números publicados aunque con un humor más cínico y violento. De todos modos, en Inercia, la ira está ahí, esperando el momento adecuado para desatarse.

Nuestro protagonista es Jaime, quien trabaja en un local de discos en el que se presentan los sujetos más estrafalarios, su vida amorosa es un desastre y su amigo, Juan, y su pareja parecen querer embarcarse en una aventura fracasada de antemano en un desesperado intento de salir de un sistema que los devora. 

Sus personajes no tienen un diseño para el que se utiliza el efecto máscara, es decir, ubica sujetos de representación caricaturesca en entornos que podemos identificar con los nuestros. Con este recurso, el ilustrador impone desde su primera página una contraposición de tensiones entre lo real y lo imaginado que será permanente en su historieta. 

La pérdida y el duelo de la infancia

Uno de los temas que se trabaja en este sentido tiene que ver con la pérdida de la infancia y la entrada a la adultez de un modo que se contradice con todo lo que se había soñado. Estas fantasías volverán a Jaime en más de una oportunidad para torturarlo y generar algunas de las escenas más bellas de la obra.

En una realidad que lo atosiga, Jaime solo puede aferrarse a los mínimos elementos que en algún momento de su vida, especialmente durante la niñez, le dieron felicidad. En este caso, las madballs que su madre ha regalado. Este objeto se convierte en un monstruo que lo persigue a lo largo de la historia como un fantasma de esa infancia perdida o, mejor dicho, robada.

Por otro lado, podremos ver que Antonio Hitos le dedica varias páginas a un diagramado característico de nueve viñetas con una paleta de colores CYMK (Cyan, Yellow, Magenta, BlacK) logrando una perfecta simetría que parece inspirarse en una ciudad de arquitectura ordenada e invariable. 

Cada página de 3×3 tiene una arquitectura perfecta al igual que los edificios de la ciudad que están conformados por líneas rectas donde lo orgánico o, simplemente, lo humano, parece no tener lugar. Todo lo que no se corresponda con el orden y lo geométrico queda por fuera porque lo que permanece es lo inalterable ante el reloj. De esta manera, estas páginas de nueve viñetas se plantearán como jaulas para los personajes que deben romperse. Podemos verlo a medida que avanza el relato, con la entrada de lo inorgánico, como se ve en la página de la derecha. El protagonista siente con mayor frecuencia y potencia el agobio de su vida, por lo que empiezan a asaltarlo sus ansiedades y preocupaciones en relación al futuro. Cuando eso sucede, la arquitectura inamovible de los espacios que él habita son invadidos por figuras orgánicas que pueden tomar la forma de plantas, animales e incluso deformes seres de materia alienígena. Y esto me hace volver a Mark Fisher:

En su libro The Selfish Capitalist, Oliver James afirma de manera convincente que existe una correlación entre las tasas crecientes de desorden mental y la variante neoliberal del capitalismo que se practica en países como el Reino Unido, los Estados Unidos y Australia. En línea con el razonamiento de James, me propongo afirmar que es necesario volver a discutir el problema creciente del estrés y la ansiedad en las sociedades capitalistas de la actualidad. Ya no debemos tratar la cuestión de la enfermedad psicológica como un asunto del dominio individual cuya resolución es de competencia privada; justamente, frente a la enorme privatización de la enfermedad en los últimos treinta años, debemos preguntarnos: ¿cómo se ha vuelto aceptable que tanta gente, y en especial tanta gente joven, esté enferma? La “plaga de la enfermedad mental” en las sociedades capitalistas sugiere que, más que ser el único sistema social que funciona, el capitalismo es inherentemente disfuncional, y que el costo que pagamos para que parezca funcionar bien es en efecto alto (2018: 45).

La rutina y la automatización

Asimismo, al pasar las páginas con esta disposición particular, y teniendo en cuenta que uno de los ejes vertebradores de la obra se centra en la rutina, algunas secuencias narrativas tienen leves cambios en la posición de los cuerpos de los personajes por lo que puede parecer que estamos leyendo lo mismo una y otra vez.

Estas son tres páginas de Inercia donde la paleta de colores se mantiene, al igual que los planos y los objetos que circundan a los personajes. Las gestualidades de los cuerpos varían levemente, especialmente en la primera página. Esto nos obliga a desautomatizar la lectura puesto que Hitos nos tiende una trampa. Nos acostumbra a una escena en la que parece no pasar nada para ir agregando detalles de gran importancia en los que los personajes realizan acciones decisivas para ellos. Con esta composición, a su vez, notamos que el paso del tiempo es lento y monótono. 

A la izquierda, seleccioné una de las páginas en las que la diagramación 3×3 se rompe para darle mayor espacio a la cabeza de la ducha. Su valor es simbólico, existencialista, puesto que este es el objeto que Jaime ve cada uno de sus días antes de dirigirse a un trabajo que odia. Como si fuera poco, ese elemento del cotidiano nos revela la capacidad del dibujante para destacarse en el manejo de los detalles, al igual que lo hará en otras situaciones al presentar las partes del skate del chico en la página de la derecha. El skate aparece más de una vez, es su único objeto de placer y, apenas iniciada la novela, se quiebra en dos partes. Ya no hay lugar para otra cosa que no sea trabajar y sufrir.

El tiempo, entonces, es uno de los elementos fundamentales de esta obra. Transcurre pero se siente estático mientras los personajes parecen deshacerse y rehacerse de nuevo para poder mantenerse con vida. Es así que la simetría se rompe en pocas ocasiones pero, cuando lo hace, es para generar un efecto que sobresale de la narración para marcar los posibles espacios por donde el dinamismo podría colarse. En general, esos instantes tienen que ver con la proyección del hartazgo, los sueños, las expectativas y la memoria.

Esto ocurre con el personaje que, aunque encerrado entre los límites de la línea recta, no puede impedir que su rostro se derrita ante la invariabilidad de su vida. Para este episodio en particular, esta escena con los clientes ya se ha repetido varias veces en la misma paleta de colores, en las mismas disposiciones de los personajes y con diálogos excesivamente parecidos.

Aquí también se ve un elemento de la rutina que ocupa un gran espacio: la televisión. Juan y su novia buscan alienarse a través de las pantallas, están juntos pero no lo están, cada uno mira algo distinto y, mientras tanto, parecen pudrirse en ese ámbito.

De igual modo, Hitos tiene una gran capacidad para dar cuenta del paso del tiempo sin necesidad de recurrir a cartuchos de texto o diálogos. En ese sentido, la siguiente página me encanta:

Si bien las primeras y últimas viñetas tienen como interés amoroso a la misma chica, no es así con la hilera del medio, donde hay tres muchachas distintas en blanco. Esa fila es interesante porque denota la repetición. El hecho de que sean figuras blancas sobre un fondo a color nos da como clave de lectura que estos eventos son pasados pero que han ocurrido en circunstancias similares. Además, cada una de esas chicas va completando la acción de la de la viñeta anterior: armar y cerrar la valija. Jaime puede ver en la mujer magenta a otras que hicieron lo mismo, la escena se repite una y otra vez en su cabeza, y de esto nos da la pista al disponer la cama con las sábanas en la misma disposición. Así, Hitos logra mezclar varios tiempos en una misma página: pasado y presente que parecen continuos en un mismo instante.

Acá el juego con la temporalidad es similar pero diferente. En esta ocasión, las divisiones entre viñetas se presentan para dar cuenta del paso del tiempo en momentos breves. Se trata de una escena que debe ocupar segundos. Podemos apreciar esto por el skate que ocupa dos paneles de manera simultánea, igual que la bolsa de basura y la onomatopeya que cierra la secuencia. Por otro lado, trastoca la secuencialidad de la lectura puesto que el avance de la acción se da al revés, de derecha a izquierda a derecha, como si estuviéramos ante un manga y no una historieta de origen occidental. Algo ha sucedido con ese personaje y su modo de percibir el tiempo y el espacio. Y esto tiene una excelente complementariedad con lo que ocurrirá después.

No te conviertas en una cucaracha kafkiana

Ya hace algún tiempo que a Jaime lo persigue un ojo gigante que parece juzgarlo sin fin por ese abandono obligado de la infancia y la felicidad. Ese ojo lo encuentra triste, melancólico y nostálgico. Es el signo del duelo de lo que fue. Además, también tuvo sus invasivas apariciones una cucaracha con reflexiones filosóficas con respecto a la existencia. En esta escena, el insecto sale del cuerpo de nuestro protagonista al mejor estilo de La metamorfosis de Kafka. Lo real ha dejado de existir como tal y el tiempo ya no es el mismo, ¿a dónde podemos ir ahora que la fantasía es posible? O, si me pongo más pesimista y retomo el rayo aniquilador del madball infantil, ¿qué podemos hacer ahora que estamos hundidos en una burocracia capitalista que nos aleja de nuestros deseos y placeres oprimiéndonos en una rutina agotadora de trabajo que no cesa en nuestras cabezas? Por supuesto, la respuesta no es quedarse mirando la cabeza de nuestra ducha hasta el hartazgo. 

¿Hasta dónde?

Hitos propone una idea fresca que no carece de emotividad pero tampoco se sobrepase en representaciones dramáticas. Su clave está en el trabajo con el tiempo, los planos, las perspectivas, la diagramación de la página, la construcción de lo estático y esos leves instantes en los que lo diferente parece tener cabida para cuestionarnos el rumbo de nuestro presente. Ahora bien, ¿estamos dispuestos a romper las jaulas de las viñetas de nuestras vidas hiperexplotadas?

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