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“La Rebelión: Historias del Cordobazo” de Ian Debiase

Este abril, Hotel de la Ideas publicó La Rebelión: Historias del Cordobazo, el libro de Ian Debiase que había comenzado a publicarse bajo el título de Historias de la revuelta en la encarnación digital de Fierro y que quedara trunco al cierre de ese proyecto.
Este gran libro viene a sumarse a toda una nueva corriente de historieta histórica argentina que nos propone revisitar algunos de los acontecimientos y procesos más relevantes de nuestro siglo XX. En este caso, el Cordobazo. Y como yo sé que ustedes vienen acá por esto… vamos a hablar de historia (mentira… los que no quieran, pueden saltarse el próximo subtítulo).

Obreros y estudiantes unidos y adelante

Tras el golpe de estado del 55, el ejército argentino se dividió en dos bandos: los colorados que creían que el peronismo debía ser exterminado y los azules que aceptaban la posibilidad de que el movimiento siguiera existiendo en tanto se mantuviera proscrita la figura de Perón. Onganía lideraba este segundo sector considerado “más moderado”.
Años después, Videla también sería considerado un referente dentro del sector “más moderado” de las fuerzas armadas. No quiero imaginarme si esos eran los moderados, como serían los extremos.
Pero volvamos hacia atrás…

Algunas muestras del nuevo estilo de Ian, más cargado de negros.

En 1966, cuando Illia anuncia su intención de levantar la proscripción al peronismo, es derrocado por las fuerzas armadas, quienes colocan a Onganía como presidente de la nación. Este golpe de estado fue celebrado por muchos sectores, entre ellos, los dos principales referentes de la CGT Augusto Vandor y José Alonso, que aceptaban gustosos esa posibilidad de llevar adelante un peronismo sin Perón.
En los primeros años, el dictador reforzará su alianza con la burocracia sindical con dos medidas: interviene los gremios (para evitar el crecimiento de un sindicalismo combativo) al mismo tiempo que crea las obras sociales y las ponen bajo el control sindical.
La creación de las obras sociales fue un soborno directo a los sindicatos. Piensen que de recaudar el 2% que representaba la histórica cuota sindical, ahora los gremios pasarían a manejar una caja astronómica que representaba el 11% de todos los sueldos que se pagaran en el país. Tengamos en cuenta también que, en primera instancia, las obras sociales no tenían ninguna estructura médica que representara gastos ni pudiera responder a las demandas de salud de sus afiliados. La plata simplemente fluía a raudales hacia los sindicatos (o los bolsillos de los sindicalistas).
Con la complicidad de las cúpulas de la CGT, Onganía creyó garantizarse la paz social y el margen de maniobras necesario para llevar adelante su plan económico y social: Intervino las universidades, proscribió todos los partidos políticos, devaluó la moneda, prohibió los aumentos de sueldo, cerró los centros de estudiantes… el manual de una dictadura.
Pero hubo una cantidad de factores que el tiranuelo no tuvo en cuenta. A saber: que no todos los dirigentes sindicales estaban dispuestos a venderse; que el descontento de los trabajadores podía superar la capacided de contención de la CGT; y que los estudiantes podían unir su fuerza a la de los obreros para llevar adelante una poderosa acción conjunta.
Ese es el resumen de El Cordobazo.
El 29 de mayo de 1969, las columnas de Luz y Fuerza (dirigidas por Agustín Tosco), Smata (Elpidio Torres) y la UTA (Atilio López) pensaban marchar hasta el frente de la sede de la CGT de Córdoba. Sabían que la policía se preparaba para reprimirlos ferozmente así que planificaron una serie de acciones y estrategias para enfrentarlos en las calles.
Y lo hicieron tan bien, que derrotaron completamente a las fuerzas de seguridad. Cuando llegó la noche, no quedaba ni un policía en el centro de Córdoba. La ciudad entera estaba en manos de los trabajadores y los estudiantes.
Al día siguiente, Onganía envió al ejército y recuperó el control de la ciudad. Pero era demasiado tarde. El ejemplo del Cordobazo fue una llama que hizo estallar levantamientos populares en las principales capitales del país y el ejército no podía estar en todas partes al mismo tiempo.
Para 1970, el onganiato demostró ser un fracaso y el dictador (que llegó pensando que iba a gobernar treinta años) tuvo que ceder el mando.

Existe La Historia y las historias

En La Rebelión, Ian Debiase elige contar El Cordobazo pero no desde una perspectiva lineal y monolítica sino a partir de la suma de pequeñas historias que se van superponiendo. No tanto como las piezas de un rompecabezas (que al final, genera un significado único) sino más bien como el rayo de luz que al pasar por el prisma se descompone en diferentes colores. Al igual que con el prisma, algunos de esos colores los vemos y otros no… pero adivinamos que ahí están.

La épica de la gente común enfrentando al poder opresor.

Creo que la primera historia del libro nos aporta esa clave de lectura. Mientras el ejército revienta el departamento donde se junta un grupo de jóvenes, algunos ven el discurso de Onganía por la tele o lo escuchan por la radio mientras cenan, tejen, fuman o toman sol. Todos forman parte de un mismo momento y un mismo contexto histórico pero cada uno lo vivirá de una manera diferente y tendrá, en consecuencia, una mirada distinta de lo que está pasando.
Esa atomización de la mirada es una de las grandes virtudes del libro ya que nos permite ver, como en un cuadro cubista, el objeto desde diferentes perspectivas simultáneas. Desde los tres grandes organizadores de la huelga, hasta el dictador; desde el nene que por primera vez acompaña a su hermano a una marcha, hasta la madre que está orgullosa de que su hijo sea un represor.
Y en esa multiplicidad de la mirada, se suceden las anécdotas mínimas con los hechos históricos (que debieran ser) de público conocimiento: El robo de los gatos, el asesinato de Máximo Mena, los petardos en las terrazas, el incendio del Banco del Interior, las bolitas de rulemanes para que resbalen los de la montada, la toma de los talleres de Citoën, el sabotaje a las redes eléctricas para retrasar el avance de la infantería… Once historias y un epílogo que son mucho más de lo que parecen porque cada episodio narrativo está lleno de otros episodios más chiquitos que le dan espesor y sustancia.
No es esta, sin embargo, la única virtud de este libro. Otra que no le va en zaga es el cuidado que pone Debiase en encontrar para cada historia un tono y una voz narrativa acorde. Algunos capítulos están narrados en primera persona, otros en tercera. A veces se recurre a una voz en off y otras son los propios personajes los que llenan la historia de palabras. El cuidado en la elección del texto puede observarse en la rigurosa poda a la que fue sometido si comparamos la versión impresa con la que conocimos en la Fierro digital.

El texto se simplifica y el diente torcido de La Rusa ya no está explícito.

Otro valor agregado son las múltiples referencias culturales que enriquecen la obra y le dan contexto. El lector atento podrá encontrar, dispersas entre las viñetas, títulos de libros, revistas, películas, una referencia a la mítica tapa de Freewheeling de Bob Dylan, letras de Palito Ortega, un capítulo que recrea El cuervo de E. A. Poe… hasta Gabo Ferro, en un genial anacronismo, llega desde el futuro para advertirle a Onganía que “Pagarás en la vigilia lo que en sueño te negás”.

Palabras del autor

Cuando la serie llevaba apenas tres capítulos dibujados, Ian me concedió una hermosa entrevista para Fierro que todavía (no sé hasta cuando) puede leerse pinchando el enlace. Ahora que pasaron unos años y el libro está terminado, se impone completarla con un par de preguntitas más.

FV ‒Hay una decisión estética muy radical al cambiar tanto el estilo. Los capítulos que salieron en Fierro ya no están online así que no puedo compararlos pero me los acuerdo con la suficiente claridad como para asegurar que, además de los guiones, cambiaste el color, el entintado y hasta los lápices. Entiendo que es una elección artística sobre la cual no tenés que dar ningún tipo de explicación pero… me gustaría entenderla mejor. ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?

Debiase ‒¿Te pareció muy radical? Del color no cambié nada, la paleta sigue siendo la misma, solo que antes tenía un sombreado en gris que lo saqué y dejé el color plano. Entonces para la sombra aposté más por la mancha de tinta y negros. Lo que más cambió es la estilización de los personajes, sobre todo en las caras.
Lo que pasó es que hubo una pausa en 2022. Los capítulos que salieron en Fierro los hice en 2021, después eso se interrumpió y vino toda la etapa de los viajes y las entrevistas. En el medio pasó Guía básica para sobrevivir a explosiones y sobre todo El cazador de árboles, que fueron trabajos que me generaron un gran movimiento. Cuando por fin me senté a dibujar lo nuevo de la Rebelión, a finales de 2023, ya habían pasado más de dos años. Así que preferí adaptar lo que tenía a como estoy dibujando ahora. También corregí cosas de guión, por ejemplo el capítulo “Figuritas” tenía una voz en off que lo hacía más artificioso. Se la saqué y quedó una historia con una narrativa más directa, una historia de niños.
Cosas así…
Me pasa con todos los libros, voy aprendiendo mientras hago entonces después vuelvo y corrijo, rehago, etc. Nunca es en línea recta, es medio en espiral hasta que sale.

Salen los grises, entran unas pinceladas pratteanas y se afilan las narices

FV ‒Ahora que el libro está terminado ¿Cuánta investigación te llevó?

Debiase ‒En 2021 todavía había cuarentena y las publicaciones en Fierro tampoco me dejaban tiempo como para hacer un viaje, entonces la investigación de esa etapa fue más de estudio (bibliografía, youtube, prensa escrita, etc). Con todo eso fui identificando a algunos de sus protagonistas y las historias que me interesaban.
Después del impasse de 2022 que te decía antes, hablo con una amiga que es del gremio de judiciales y ella le da a conocer a la CGT de Córdoba el trabajo que yo venía haciendo. Cuando la CGT se entera de mi proyecto me declaran su interés, me preguntan si pueden usar dibujos míos para el aniversario del año pasado y se ofrecen a ayudarme a contactar a algunos de los que yo quería entrevistar. Ese fue su aporte central.
También me ofrecen si quería presentar el libro cuando estuviera terminado en el Museo-casa histórica, que dicho sea de paso fue donde se “planificó” gran parte del Cordobazo y que aparece en el tercer capítulo. Obviamente acepté. Para mí es muy simbólico poder presentarlo en ese lugar y en esta fecha del aniversario.
Quizás cabe aclarar que el proyecto no fue financiado ni coordinado por la CGT ni por la Municipalidad, sino que lo llevé adelante yo. Cada vez que viajé los pasajes y hospedaje me los pagué yo, o paré en casa de amigos. Lo mismo con respecto al contenido, nunca nadie se metió ni me pidió ver nada de antemano. Entiendo que para los gremios cordobeses hay una motivación genuina de que se hable y difunda sobre el Cordobazo y el hecho de que sea en historieta les resultó novedoso.

FV ‒Contame cómo fue entrevistarte con personas que participaron de esas jornadas históricas y con los familiares de Tosco, Torres y López.

Debiase ‒Creo que el hecho de no ser periodista ni historiador me terminó jugando a favor, porque a los entrevistados les aclaraba que el objetivo de mi investigación sería un producto de ficción (y de historieta). Y cuando entendían de qué iba mi libro se RE copaban.
Incluso bajaban un poco la guardia. Porque no sé si están acostumbrados a hablar del Cordobazo en esos términos. Todos me recibieron muy bien y en general todos se ofrecían a contactarme con más personas vinculadas a los acontecimientos. O me recomendaban más lecturas o me daban material de sus archivos.
Rafael Torres, hijo de Elpidio, me regaló un dvd con un documental. Malvina Tosco, hija de Agustín, me regaló un libro de discursos del padre y me fotocopió otro que yo no podía conseguir. Y Héctor Tosco junto a su esposa Mabel Sessa y su hija Bianca me regalaron el otro tomo de los discursos de Agustín. Con Atilio López hijo nos encontramos en un café y hablamos durante horas, tiene mucho sentido del humor. Con Patricia López llegué a hablar pero por los tiempos que ella tenía no llegué a entrevistarla.
Todos los entrevistados fueron fundamentales en la elaboración de las historias:
Con Cristina Salvarezza fuimos caminando juntos a buscar el local de sepelios en av. Colón donde se había escondido de la policía y que usé en el capítulo nueve.

Con Juan Villa recorrimos en auto el camino que su columna había hecho a pie la mañana del 29 desde la fábrica de Perkins hasta el centro.
Soledad García Quiroga además de contarme su experiencia me prestó libros difíciles de conseguir. Su hermano Salvador me contó cómo habían hecho explotar una torre eléctrica en el apagón (algo que Héctor Tosco complementó después con detalles técnicos, como el uso de la soga atada a una cadena, que también usé en el libro).
A Isabel Guzmán la conocí en la proyección del documental Brujas del Cordobazo que se hizo en el club Belgrano. Ella me contó el detalle de los que se esconden de las linternas policíales entre descartes de sombreros negros en la puerta de una sastrería.

A Mónica Gordillo le pregunté qué escena elegiría para retratar simbólicamente el Cordobazo y eligió la anécdota del empleado administrativo que había llevado mandarinas para “defenderse” y era justo una escena que yo tenía señalada en uno de sus libros.

Ya ves que me divertí bastante.

FV ‒En la última entrevista que me diste, hablábamos de lo ausente que estaba este hito de nuestra historia en el imaginario colectivo. Ahora, en la marcha educativa del mes pasado, los pibes cantaban “Obreros y estudiantes / como en El Cordobazo”. ¿Algo estará cambiando?

Debiase ‒Creo que sí y es muy emocionante.

Facundo Vazquez

Profe de literatura proveniente del conurbano profundo. Ama la historieta, su historia y es nuestro embajador en Croacia.

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