La educación sentimental según Mayu Shinjō
Mayu Shinjō es una mangaka que ha trabajado tanto para la demografía shōjo, como shōnen, seinen y BL (Boys Love). Sin embargo, la que nos interesa en esta ocasión es la primera, por sus modos de entender los vínculos amorosos y las representaciones de las incursiones sexuales de diversos personajes femeninos. Es principalmente conocida por obras como Kaikan Furēzu, Akuma na Eros, Haou Airen, Love & Sex, Rabu Serebu y SEX=LOVE², entre tantas otras.

Kaikan Furēzu (Kaikan Phrase), los 90 y por qué los millennial tenemos la cabeza quemada
Lo que tienen en común todas estas producciones es que comparten el tropo de personajes femeninos sumisos que comienzan a relacionarse sexo-afectivamente con varones que logran tener un dominio emocional y físico sobre ellas. En este sentido, muchos de sus mangas comparten la romantización e idealización de una asimetría tal que hoy en día podríamos enmarcar dentro del abuso sexual. Por otro lado, Mayu Shinjō ha elaborado, a lo largo de los años en este campo en particular, diseños de personajes muy similares, por no decir iguales. Los varones suelen ser hombres altos, fuertes, de rasgos entendidos como masculinos y viriles, mientras que las mujeres tienden a ser pequeñas, dulces, inocentes y, la mayoría de las veces, “vírgenes”.

Este es un tópico que la autora ha explotado incansablemente ligando la primera experiencia sexual con un amor obsesivo y dependiente por parte de sus protagonistas. Estas formas del “amor para toda la vida” las hacen sufrir muchísimo por encontrarse en una relación tortuosa y sumamente violenta de la que no pueden salir. Por supuesto, sus intereses románticos siempre prometen cambiar y algunos hasta lo logran, generando una peligrosa valorización de este tipo de hombres que pueden sacrificarse por el amor “verdadero”. Al mismo tiempo, se caracteriza a las protagonistas con un bizarro síndrome de salvadora por el cual creen que pueden sacar a sus amados de esas actitudes agresivas ya que ellos son así porque “han sufrido demasiado”. Es así que sacrifican todo para hacer relucir el lado “bueno” de estos personajes, generalmente adolescentes o jóvenes adultos, que las persiguen y celan, haciéndolas presas también, de un síndrome de Estocolmo porque ellas terminan encerradas en esas relaciones. Y no solo lo digo en sentido simbólico sino que, en más de una escena, quedan privadas de su libertad en habitaciones o casas para que sus parejas puedan controlarlas. Y esto, por supuesto, es una gran muestra de amor porque el amor viene de la idea de propiedad privada.
Para que esta narrativa funcione, Shinjō utiliza el tropo de la “damisela en peligro” puesto que otro hombre la disputa, haciendo que el amante de turno termine ejerciendo sobre la chica una excesiva vigilancia y manipulación. Es ahí donde yace, para la mangaka, el erotismo: en el carácter bélico del amor en el que dos varones (o más) deben competir por la muchacha angelical. Porque ese es su valor: su pureza e inocencia que deben ser corrompidas por un macho alfa. Es así que otro de los tópicos comunes de la artista se relaciona con la composición de triángulos amorosos en los que la protagonista debe elegir entre el chico que cumple el rol de bueno y el que se contrapone radicalmente a él. Por supuesto, siempre elige al segundo.

Además de todo lo anterior, y si bien podemos notar una evolución en su trabajo de ilustración, sus personajes se parecen excesivamente en su diseño aunque, muchas veces, les ha cambiado el color o forma del cabello, pero sus rasgos coinciden. Con respecto a su diseño de muchachas, la propia autora ha dicho:
“As an artist, I am terrible at drawing female characters, so to me, getting the manuscripts done now is paradise. I don’t think I’ll ever write shojo manga again” [“Como artista, soy mala dibujando personajes femeninos, así que para mí, terminar el manuscrito es el paraíso. No creo que vuelva a escribir manga shojo de nuevo”].
Y menos mal, porque esa fue nuestra educación sentimental. Yo me crucé con sus obras por primera vez en Facebook. No sé cómo llegué ahí pero era adolescente heterosexual y cis y lo que veía en las viñetas no estaba muy lejos de la vida real y, por eso mismo, legitimaba que un random que no conocés de ningún lado te arrincone contra la pared y te diga que si hacés X cosas te va a violar. Todo más que normal, ¿no? O, al menos, resuena. La amenaza estaba naturalizada, al igual que el silencio, y eso le pasa a las chicas de Shinjō. Hace poco volví a ella por curiosidad, recordaba que me había despertado un ruido. Ahora lo puedo vincular a un juego de rol de BDSM. La enorme y terrible diferencia es que el consentimiento y la palabra de seguridad no eran cosas que importaran en esas páginas. No había morbos, fetiches ni gustos particulares, sino simple y llana cultura de la violación.

En relación a sus personajes masculinos, que actualmente tienen mayor relevancia por sus mangas BL, explicó sobre la construcción de Akira de Ai Ore Love Me:
“I get bored if I keep drawing the same kind of character over and over again. But there are some things that you mustn’t change. He still has to be cool… Inside he’s the same as my other men: he’s rather aggressive and manly, a strong fighter, and sexy too. Those things I don’t want to change. In that sense, the only thing I changed was his appearance”. [“Me aburro si sigo dibujando el mismo tipo de personaje una y otra vez. Pero hay algunas cosas que uno no debe cambiar. Él tiene que seguir siendo cool… Por dentro es como cualquier otro de mis hombres: es bastante agresivo y masculino, un fuerte luchador, y también sexy. Esas cosas no quiero cambiarlas. En ese sentido, lo único que cambié fue su apariencia”].
En esta última cita se puede ver claramente el modelo de masculinidad que se reproducía en la época y de la que somos víctimas aún cuando pretendemos no repetir patrones que han arruinado muchos de nuestros vínculos por ser posesivos y desmesuradamente superficiales.

Porque esta era la forma de amor que consumíamos en los 90 y que se vendía exitosamente debido a su gran popularidad. No es ninguna sorpresa entonces que ahora debamos desarmar todas esas construcciones al entender que reproducen formas violentas de vincularse y que naturalizaba el abuso dentro de la pareja. Esto, sin embargo, no es gratuito. Mayu Shinjō se inscribe en un contexto misógino y patriarcal en el que se nos imponía que lo erótico se basaba en dejarse someter por la pareja para demostrarle nuestra incondicionalidad y lealtad, ya sea desde lo sentimental como desde el uso y derecho sobre nuestros cuerpos. Pero veamos un ejemplo.

Una de sus obras más reconocidas es Kaikan Furēzu (“Kaikan Phrase“, abreviada “KaiPhra” editada por Editorial Ivrea en Argentina en 17 tomos + especial). Este manga constó de 44 capítulos y se publicó entre 1997 y el 2000 en Japón. Como toda obra de gran popularidad, tuvo su adaptación a anime. Nuestros protagonistas son Ookochi Sakuya y Yukimura Aine. Él es el líder de la banda musical Λucifer (o Lucifer) y ella, después de conocerlo en un accidente, se convierte en la letrista de sus canciones. Pero, debido a la belleza exótica que tiene Sakuya, Aine debe escribir bajo el seudónimo masculino de Yukihiko Aine y así protegerse de los celos de las fangirls que acosaban al muchacho. En este manga podemos encontrar algunos de los tropos más comunes de la autora:
- Bastard Boyfriend (El Novio Bastardo): Sakuya es el tipo de chico conflictivo que, en realidad, tuvo un pasado atormentado y, por eso mismo, se intentará justificar cada una de las actitudes posesivas que tendrá con Aine.
- Heroic Bastard (El Bastardo Heroico): en relación a lo anterior, Sakuya no sólo es un bastardo por sus actitudes negativas sino que también se lo utiliza en el sentido más peyorativo de la palabra puesto que nació producto de una violación. Este origen lo conflictúa y lo impulsa a tener emociones agresivas que se explican con este argumento.

- Blue Eyes (Ojos azules): debido a su nacimiento ilícito, Sakuya tiene una particularidad física, elemento que se repite en los personajes masculinos de Mayu Shinjō, mientras que sus personajes femeninos serán todo lo contrario.
- Generic Cuteness (ternura genérica): Aine no tiene seguridad con respecto a su apariencia física puesto que se considera demasiado común y esto le produce baja autoestima frente a las chicas que persiguen a Sakuya.

- Clingy Jealous (Pegajosx celosx): Sakuya y Aine protagonizan algunas de las escenas de celos más injustificadas de la historia del manga.
- Near-Rape Experience (Experiencia cercana a la violación): Sakuya casi viola a Aine. La violencia sexual en los mangas de Mayu Shinjō es común, lamentablemente, y se la enmascara como un gesto instintivo de amor cuando, en realidad, obedece a un gesto de cosificación, obsesión y posesión con respecto a la otra persona.
- Damsel in Distress (Damisela en peligro): Si bien hay una escena en la que Aine casi es asesinada en el volumen 16, podríamos pensar que ella es una constante damisela en peligro porque, digamos que Sakuya no es la persona más fiable del mundo ni es un novio amoroso y atento.
- Coming of Age Story (Historia de crecimiento/madurez): sería lindo poder afirmar que existe una evolución en el personaje de Aine y su forma de relacionarse, aunque esto no es así. De todos modos, sí podemos relacionar esto con su devenir sexual y el conocimiento de sus placeres por la gran cantidad de escenas sexuales que juegan peligrosamente en el límite entre lo erótico y la violencia sexual.

Sería un gran gesto de avance social y cultural en cuanto al rol de la mujer si pudiéramos decir que estas representaciones se han acabado. Pero, por el contrario, no es así. Lejos de terminarse, se siguen reproduciendo y entendiendo como formas legítimas de amor. De todos modos, existen en las artes visuales y en los medios masivos de comunicación discursos que intentan desarmar estas construcciones para darle otro lugar a la mujer y alejarla de su función de objeto oprimido.
Aunque nos falta un largo camino por recorrer, podemos decir que estas expresiones de los vínculos sexo-afectivos ya no pasan desapercibidos tan fácilmente cuando intentamos enmarcarlos en dentro del género de historias “románticas” o, incluso, “eróticas”. Pero, a todo esto, ¡qué laburo desandar todo esto en nuestras cabezas millennial! ¿No es cierto?