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“Monica” de Daniel Clowes y la experimentación como biografía

En octubre del 2023, la editorial argentina de historietas Hotel de las Ideas publicó Monica de Daniel Clowes casi al mismo tiempo que Fantagraphics, dando lugar a uno de los eventos editoriales argentinos más lindos del momento.

Cuando la leí, estaba en Corrientes, sin señal, internet o comunicación en lo que fue la gran inundación de enero del 2024. Por suerte, me había llevado esta obra y me puse a leerla esperando la línea más común de Clowes: la experimentación. Pero este no fue el caso, o por lo menos no de una forma tan radical. Pero prefiero ir de a poco.

Cómo conocí a Daniel Clowes

Daniel Clowes es un artista norteamericano reconocido en la actualidad como uno de los mayores referentes de la historieta moderna. Pero su historia comenzó a mediados de los años 80, cuando se podía saber el nombre de cada uno de los dibujantes estadounidenses y el mercado editorial no era tan grande como ahora. Fue así que incursionó en el campo del comic alternativo  para convertirse, años después, en una figura de culto y, más tarde, cautivar al público masivo con su participación en el cine por la adaptación de Ghost world en el 2001. Grande fue mi desilusión cuando me di cuenta de que esa historieta tenía una gran aceptación del público y a mí no me había causado absolutamente nada. Por lo que mi relación con Clowes es un vaivén de sensaciones entre lo hipnotizante y lo aburrido. Además, fue uno de los primeros historietistas a quienes se les reconoció el carácter de “literario” por más que él mismo no esté a favor de esta clasificación ni la de “novela gráfica”. Porque, como sabemos, hay una falsa idea de que la literatura es superior a un objeto de tanta riqueza en su intermedialidad como el de las viñetas.

Su carrera tiene una fuerte diversidad, tanto en número  como en estilos, por lo que podemos encontrar un largo desarrollo de temas, perfeccionamiento del color y la narración con el correr de los años porque, como si fuera poco, sigue produciendo.  Publicó en Eightball, a partir de 1989 hasta 1993, Como un guante de seda forjado en hierro, en blanco y negro, con extremo detalle, y reminiscencias de los trabajos de David Lynch donde el sentido se pierde y las puertas a la interpretación se abren hacia los caminos más ambiguos. Si bien es prolífico, puedo pensar en este libro en particular como una entrada a la carrera del dibujante puesto que se encuentran aquí algunos de los gérmenes que explotó y perfeccionó con el paso de los años. Y fue con esta obra que lo conocí. Por supuesto que no entendí nada, pero no podía despegarme de esas páginas bizarrísimas en las que cualquier cosa podía suceder sin explicación alguna.

“Como un guante de seda forjado en hierro”, una primera expedición a lo demencial

Como un guante de seda forjado en hierro propone algo tan simple y difícil como dejarnos llevar. Debemos, para atravesarla, confiar en su verosímil aunque se quiebre constantemente en el surrealismo y sobrepasar algunas de las situaciones más incómodas y extrañas que puede proponer este lenguaje. Una palabra que se repite en cualquier aproximación a este cómic es “pesadilla” y es completamente acertada porque, de principio a fin, solo sentí una incertidumbre onírica que me obligó a revisitar las viñetas en repetidas ocasiones buscando el sentido de lo que se está narrando y mostrando. Pero, justamente, su gran acierto es romper con todas las expectativas de linealidad argumental, coherencia y racionalidad dejándonos abandonados en un laberinto del que difícilmente saldremos. No cierra significados ni propone alivios argumentales a lo largo de sus más de cien páginas. Nos hace convivir con personajes imprevisibles y situaciones escalofriantes que no nos dejan espacio para suponer qué sucederá después ni si estaremos a salvo en esta historia. 

De todos modos, no podemos dejar de leer ni observar. Necesitamos saber a dónde nos lleva, a qué lugares recónditos e inesperados tendremos que ingresar para darle continuidad a esta iniciativa que no nos deja poner los pies en el suelo. Los eventos que viven los personajes los llevan a otros peores en un espiral que no ofrece ni pide explicaciones, lo bizarro se vuelve la regla para engañarnos y descolocarnos a cada paso porque, dentro de estos paneles, todo es natural. Quienes estamos paranoicos y espantados somos nosotros, de este lado de la página porque es un rompecabezas en el que las piezas nunca terminan de encajar, aunque sí hay elementos que se repiten y conectan, el hilo que los une permanece como una incógnita. 

Pero toda esta incomodidad e incertidumbre tendrían una explicación (insuficiente y fuera de la obra). En palabras del autor, todo esto se basa en sus sueños que, por supuesto, no estaban controlados por la lógica y que, al despertar de ellos, le permitían ver lo absurdo del mundo. Este es su modo de procesar la realidad, representarla e intentar comunicarla, sabiendo que las palabras no alcanzan para hacerlo y que quizá sea la imagen y sus atributos surrealistas los que permitan un acercamiento más profundo a los sujetos de sus trabajos. Debemos establecer un pacto de lectura, no con el diablo, sino con Daniel Clowes

Buscar la racionalidad es irrisorio pero lo que sí podemos hacer es apreciar las formas y recursos del ilustrador para romper estructuras narrativas y mantenernos atentos a sus páginas. Debemos despojarnos de nuestro propósito común: entender. Pasaremos de la sorpresa al espanto y de lo raramente humorístico a lo desagradable en un recorrido sin escalas por lo que él denomina la “integridad de la página” lograda por el uso de papel, lápiz y tinta en vez de la tecnología de las actuales tabletas digitales. 

La llegada de Monica y la verdadera experimentación de Clowes

Por su parte, Monica, a diferencia de trabajos anteriores, y esto lo comparte con Patience, no fue una parte de una serialización como Un guante de seda forjado en hierro, sino una obra de largo aliento. En sus propias palabras, fue esa la experimentación pero en el modo de la producción:

…most of my work […] are all about paring everything down to the bare minimum in a way, where each part of the story is boiled down to a little essential moment, and then those are pieced together to create a longer narrative. I felt like I was moving in that direction for a long time and Wilson was kind of a culmination of that, where there’s no exposition at all, it’s just the heightened moments of this character’s story—and after finishing that I kind of had the desire to do the opposite, which was to give myself as much space as I wanted, so if a single image felt like it was big enough to cover two entire pages, I could feel free to do that, and have a rhythm within the story where that made sense. So, it was in many ways a very different experience. It’s funny because in some ways this is probably the most readable, and worked out story, plot-wise, that I’ve ever done, but it also felt very experimental to me, because it was so different from the way I’d been normally working.

[ Traducción] La mayoría de mis obras se tratan de reducir todo a lo más mínimo de alguna manera, donde cada parte de la historia es condensada en un pequeño y esencial momento, y después todo eso es reunido para crear una narrativa más larga. Sentí que estaba yendo en esa dirección por un largo tiempo y Wilson fue una especie de culminación de eso, donde no hay ningún tipo de exposición, son solo momentos intensos de la historia de este personaje —y después de terminarlo como que tuve el deseo de hacer lo opuesto, lo que era darme tanto espacio como quisiera, de modo que si una única imagen parecía que era lo suficientemente grande para cubrir dos páginas enteras, podía sentirme libre para hacerlo, y tener un ritmo dentro de la historia que tuviera sentido. Entonces, fue, de muchas maneras, una experiencia muy distinta. Es gracioso porque de algún modo esto es probablemente la historia más legible, meditada y coherente que haya hecho, pero también lo sentí como algo muy experimental para mí, porque era muy diferente de la forma en la que he trabajado normalmente.

Así que esa fue mi sorpresa y lo que me generó intriga, ¿qué va a hacer este tipo con una historia de carácter más “tradicional”, lineal y narrativa? Intentaré establecer mis pequeñas respuestas. Al igual que en Patience, publicada en 2016 por Fantagraphics y en el 2023 por Hotel de las Ideas en nuestro país, Clowes utilizó en Monica la disposición de dos páginas. En las primeras, nos va metiendo de lo macro a lo micro cuando presenta la historia de la Humanidad, con la capacidad de sintetizar en cada viñeta un período histórico en particular. No necesitamos demasiados datos para entenderlas puesto que las imágenes utilizadas son sumamente referenciales. Como puede ser este evento que se encuentra en lo que puedo entender como un prefacio:

Lo que durante siglos se conoció como el “Descubrimiento de América”, es retomado en un único recuadro, con un barco de fondo y una persona de los pueblos originarios mirando a la distancia con un bebé en brazos. En esa mirada está la duda y la anticipación del genocidio más grande de la Historia. 

Después de esto, en el capítulo “Madriguera” nos encontramos con un episodio al mejor estilo película bélica en el que dos soldados charlan y se muestran desde la vulnerabilidad en la Guerra de Vietnam. Esta aparición, no sólo nos sitúa en tiempo y espacio, sino también en lo cíclico de la Historia, ya que, en lo que llamé “prefacio”, se hace alusión a la Guerra de Secesión estadounidense, la Primera Guerra Mundial y la Segunda con el rostro de Adolf Hitler y la aparición de la bomba atómica. 

Cinco viñetas después se inicia “Madriguera” con un tono que parece fuera de lugar, pero que nos dará una entrada enmarcada a lo que sucede en la contemporaneidad de los personajes. 

Mientras ellos conversan, las onomatopeyas rosas, amarillas y rojas ambientan el sonido de la guerra en contraposición de lo que ellos desean. Podría no sensibilizarnos y hasta parecer cliché porque nos han llenado de producciones de este género en un proceso de propaganda nacionalista de Estados Unidos que se basa en la noción de Héroe. Pero el pobre Johnny, como dice Penny (sí, la misma Penny con la que él quiere regresar y casarse) es ridiculizado en el segundo capítulo: “Mina de oro”.

Esta escena post-sexo, sucede después de la presentación de Johnny, generando una fuerte contradicción en lo que podríamos pensar de Penny, ¿podemos juzgarla por estar con otro hombre cuando no sabe si su pareja volverá de la guerra? ¿Seguimos pensando en el mandato de esperar hasta la muerte y cumplir el rol de la famosa uni vira cuando no se sabe si el otro regresará? Penny es una mujer de su tiempo, en un ambiente en el que las mujeres estaban más ligadas a la libertad sexual, la independización económica y una idea de vivir el momento en plena crisis mundial. 

Esta viñeta es una clara muestra de los mandatos de la mujer: la eterna espera. Se dedicaba al tejido, al estudio de cerámica y a llevar adelante una vida de fidelidad hasta que Leonard Krugg aparece con un discurso de chamuyo que desprecio pero que también da cuenta de las configuraciones de la masculinidad de la época. De todos modos, no deja de causarme rechazo que se relacione con un hombre que dice: 

Él presenta un discurso anti-bélico que será propio del movimiento hippie en el que Penny comienza a entrar de la mano de este tipo que no es otra cosa que un completo snob. Con él también nos adentramos en el consumo de drogas y la organización de salidas y fiestas que causarán muchos estragos en la que será nuestra protagonista e hilo conductor en la historia: Monica

Luego de que los padres de Johnny la vean besándose con Leonard, aparece la voz de Monica en cajas de texto que serán la que nos guíen en la coherencia de lo narrado. Es ella la verdadera protagonista que se sumerge en la historia y el recorrido de su madre, perdida hace años, para poder resolver cuestiones vitales de su existencia.

Monica tiene un tono de autobiografía que es, en realidad, una “novela” biográfica de un personaje inexistente que intenta descubrir sus raíces y hace una investigación que la llevará a lugares inesperados y Clowes ha encarado en más de una ocasión: sectas y religiosidades problemáticas. Monica intenta reconstruir lo anterior a su vida para encontrar a su madre pero es difícil porque sus fuentes son acotadas y drogadas.

Pero lo que más puede llamarnos la atención es el tono de autoficción que podemos otorgarle a esta pieza en particular, dado que, el historietista se basó en algunos aspectos de su propia vida y madre como lo explica en una entrevista bajo el título de “This book is about my hatred of chaos”: Daniel Clowes on Monica con John Kelly para el Comics Journal en octubre del 2023 en el que se refiere a Penny:

“She has sort of the same dynamic as my mother, in a way. Same sort of– someone entering this new world that was presented to people in 1967, ’68, and just embracing this whole way of life, and then seeing that freedom dissolve into chaos. In my own family, my parents divorced when– I don’t even think I was a year old. I don’t even remember them together. Before I was born, my parents were involved in auto racing. My father was an engineer and built his own racecar and taught my mom how to work on cars. She really took to it, and she started working with him as his mechanic. They hired a driver to drive in all these kind of small races on the Formula Junior circuit, and then my mother left my father for the driver. Which I never knew… I knew they had divorced and she remarried, but I didn’t know he was their driver, or that my dad even really knew him, until after she died.

[Traducción] ella tiene, de alguna manera, la misma dinámica que mi madre, podría decir. La misma clase de alguien que entra en este nuevo mundo que se le presentó a la gente en 1967, ‘68 y que sólo adoptaron todo este modo de vida, y después ver esa libertad disolverse en el caos. En mi propia familia, mis padres se divorciaron cuando… no creo que yo hubiera cumplido ni siquiera un año. Ni siquiera los recuerdo juntos. Antes de que naciera, ellos se vieron involucrados en carreras de autos. Mi padre era un ingeniero y creó su propio auto de carreras y le enseñó a mi madre a trabajar en los autos. Ella realmente le tomó el gusto y comenzó a trabajar con él como mecánica. Contrataron a un conductor para manejar en todo ese tipo de pequeñas carreras en el circuito de Formula Junior, y luego mi madre abandonó a mi padre por el conductor. Nunca supe eso… Sabía que ellos se habían divorciado y que ella posteriormente volvió a casarse, pero no sabía que había sido con el conductor, o que mi padre incluso realmente lo conocía, hasta que ella murió. 

La maternidad y la búsqueda de la identidad

Es en este punto donde se problematiza la maternidad. Penny no quería tener hijos pero termina dando a luz igual. Así pasa por diferentes instancias de presencia y ausencia en la vida de Monica, donde la hace partícipe de circunstancias no aptas para menores de edad: relaciones sexuales, alcohol, drogas, inestabilidad emocional y económica, desamparo hasta que todo esto deriva en el abandono. Cuando Penny, según la visión de Monica, dijo “¡Andá a cagar, EE.UU en general!”, en realidad, no estaba haciendo otra cosa que obedecer al mandato de la maternidad. Pero con una ruptura importante: es una madre soltera, independiente y sin lazos familiares. Y este es otro de los tópicos recurrentes en Clowes: la soledad. En este sentido, y en esta misma viñeta en particular, se puede ver que Monica se refiere a su madre, en la mayoría de las veces que la nombra a lo largo de su búsqueda, como “Penny”. No la pone en el lugar de madre, sino en el de mujer desconocida e inhallable. Pero para que Monica pueda contar su propia historia debe contar la de Penny porque ese es un punto que tienen en común: la búsqueda. Penny buscaba la libertad y Monica la historia de su identidad. La maternidad las atraviesa a las dos. Como se ve en la página que sigue, Penny tenía una pésima relación con su progenitora y le reclama los mandatos sociales que le fueron impuestos desde la institución familiar. Mientras que Monica no puede apartarse del trauma de su posterior ausencia y abandono.

Me gusta que, a partir de sus averiguaciones, hace un racconto de las parejas de Penny y cómo vivía su sexualidad. Salió del compromiso con un soldado servidor a su patria a estar con tipos inestables y medio pelotudos que intercambiaba uno tras otro.

Es así como Monica es testigo de conversaciones que, como niña, no debería haber escuchado; de la desconfianza y la inseguridad en las parejas; del ejercicio de la sexualidad (por parte de los adultos) a una edad muy temprana, al punto de que llega a naturalizar el hecho de que diferentes hombres ocupen su casa.

Mientras tanto, se tenían que mudar constantemente. De hecho, no hay viñetas de ellas compartiendo alguna actividad. Monica analiza a Penny e intenta subvertir su recorrido para ser la protagonista de su propia vida más allá del mito de su madre. Me encanta cómo Clowes, en una narración que aparenta cierta continuidad y fluidez, irrumpe las páginas con discursos de los personajes que son entrevistados y que presentan siempre la principal característica de Penny: ser una incógnita. 

La viñeta del medio de la anterior hilera se repetirá, casi en su totalidad, en la página 67. Cambian el contenido de la caja de texto, la frase de Johnny y la gestualidad de su rostro. Esto da cuenta de que, a medida que la historia se cuenta, y se acerca al presente, algunas pequeñas cosas pueden cambiar porque la memoria, por sobre todas las cosas, es falible y más si se trata de reconstruir la propia. 

Después del asentamiento de Penny en lo que se podría considerar como una familia, dado que había vuelto con Johnny, se habían comprometido y estaban a punto de casarse, Penny deja a Monica con sus padres, con quienes había eliminado todo vínculo.

Con ese panfleto amarillo de “La obertura” que ve Monica en el asiento de atrás del coche, comienza otro género de la historia que tiene que ver con los cultos de sectas y la investigación. 

En el capítulo siguiente, justamente, se trata este tema. Es una historia breve en la que un joven vuelve a su pueblo y se encuentra con que todo ha cambiado en un halo de misterio y misticismo. Esta puede ser una de las historias escritas por Monica, dado que ella se quería dedicar a la escritura. 

De esta manera, podríamos tomar, desde el primer capítulo, la obra de Clowes como una especie de diario o biografía del personaje, donde iba intercalando su vida y su propia escritura. Esas son las voces del “yo”, ya sea tanto desde lo que consideramos como “real” (mechado por el recuerdo y las investigaciones) y la escritura, con la formación de un estilo propio (otra forma de decirnos a través de la ficción). Otros casos son:

Duelo propio, duelo ajeno

Monica también es una historia de duelos: la madre, la infancia, la familia, la propia historia. Para contar todo esto, Clowes se sirvió de la mezcla de géneros que caracteriza a esta historieta. En la entrevista anteriormente mencionada, el autor se explaya en este sentido:

Where does it all come from? What was I setting out to do? But it all just… happens. I had that “Pretty Penny” story kind of in mind. It was a story I had wanted to do for a long time, to try and capture the way my childhood felt, the craziness of it and the kind of inexplicable chaos of that era. And I was like, “I need a narrator for this story,” and I realized, it should be through the viewpoint of Penny’s baby. And so that’s where it began. I had all these other stories in mind, but I wasn’t sure it was even going to be the same character. And then, all of a sudden it started to gel, and I was thinking about periods in my own life that felt very separate from each other– episodic almost, but somehow related, and I began filtering those emotions and experiences through this character, and all of a sudden I felt very free and I began to feel her coming to life and becoming her own person.

[Traducción] ¿De dónde viene todo? ¿Qué me estaba proponiendo hacer? Pero todo eso simplemente… pasa. Tenía esa historia de “Pretty Penny” medio en mente. Era una historia que quise hacer por mucho tiempo, tratar de capturar la forma en la que me infancia se sentía, su locura y esa especie de inexplicable caos de la era. Y yo estaba como: “Necesito un narrador para esta historia”, y ahí me di cuenta, debería ser a través del punto de vista del bebé de Penny. Y ahí fue donde empezó. Tenía todas estas otras historias en la cabeza, pero ni siquiera estaba seguro de si iban con el mismo personaje. Y luego, de la nada, comenzó a tomar forma, y me puse a pensar sobre los períodos de mi propia vida que parecían estar muy diferenciados el uno del otro, de forma casi episódica, pero de alguna manera relacionados, y empecé a filtrar esas emociones y experiencias a través de este personaje, y de pronto, me sentí muy libre y sentí cómo tomaba vida y se convertía en su propia persona.

Pasados los años del abandono de su madre, de vivir con sus abuelos maternos y comenzar sus estudios superiores, el personaje atraviesa otro gran cambio emocional y su pareja decide no acompañarla en ese golpe. Ella abandona la universidad y va a la cabaña de sus abuelos a mantenerla y limpiarla antes de que su tío la venda. Estos episodios formarán parte de su proceso de duelo porque es allí donde se reencuentra con los momentos felices de su niñez. Clowes inserta acá otra vuelta de tuerca:

La radio, mejor dicho, su abuelo, le habla. Y acá puede notarse otro recurso que Clowes utiliza bastante en esta obra que tiene que ver con recortar los globos de diálogo cuando alguna situación sobrepasa a los personajes. No les quiero spoilear qué pasa acá pero es genial.

Por otro lado, no puedo dejar de estar agradecida por la traducción bien argenta de Hernán Martignone y Mauro Golfier para Hotel de las Ideas.

Páginas más adelante, Monica intentará entrar a una secta donde supone que podría estar su madre y allí vuelven los entrañables personajes bizarros a los que Clowes nos tenía acostumbrados:

Como no podía ser de otra manera, también aparecen en escena las teorías conspirativas típicas del siglo pasado de la mano del idiota de Leonard Krugg, personaje que ya mencioné que odio más atrás en este artículo. Amo su decadencia, no puedo evitarlo.

El fin

No puedo explayarme en el desenlace de Monica porque creo que deberían (si no la tuvieron ya) tener su propia experiencia de lectura. Pero sí puedo decir que es una historieta que hace un buen recorrido por la trayectoria del artista en cuanto a géneros, temas, ilustraciones y personajes en una búsqueda que resulta no solo una autoficción en una especie de puesta en abismo sino también en un muestrario de su carrera. Obliga al ida y vuelta, a la revisión, a la pregunta sobre la incertidumbre de cómo todas estas páginas y narrativas pueden conectarse. La respuesta la encontramos en el mismo interrogante: todo es caos, un horrible e inaguantable caos que es la línea que guía nuestras vidas en la Historia cíclica y errante del mundo. Inevitablemente, para encontrar nuestra identidad o, al menos, intentar trazarla de la forma más completa posible, tenemos que volver atrás, revisitar y resignificar, nada más ni nada menos que lo que hace nuestra protagonista.

Rocío Quiroga (Kraistu)

Estudia Profesorado y Licenciatura en Letras en la Universidad Nacional de La Plata. Coordina talleres literarios y da clases de Lengua y Literatura en escuelas secundarias. Pertenece al Grupo de Lectura y Estudios de Historietas “Rorschach” de la UNLP donde, con sus amigxs, ríe y charla de viñetas hasta el último detalle. Es fanática de Evangelion, las historietas bajoneras y le gustan las películas de terror.

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