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Miller termina su etapa con uno de los mejores guiones en la historia del personaje.

Números Inmortales: Daredevil Nro. 191 “Roulette”

[En la columna “Números inmortales“, hablaremos de números puntuales de Comics que por una razón u otra, merecen ser recomendados, reseñados y analizados de forma particular].

Frank Miller fue un antes y un después en la historia de Daredevil. Antes de su compromiso al tomar las riendas como autor integral, Miller ya se hacía cargo de los lápices, precisamente desde el número #158, junto a Roger McKenzie y Klaus Janson en guiones y entintado respectivamente. Es recién en enero de 1981, para el número #168 que el autor de Maryland comienza con su etapa como autor integral y lo hace de manera explosiva, con la introducción de Elektra.

Cuatro meses antes (fecha de tapa), Elektra aparecía en la tapa del CJ #58.

Pero ahora nos vamos hasta los últimos números de la etapa. Si bien el #191 marca su fin, Miller regresaría para ocasiones específicas, novelas gráficas y para un último arco que conocemos como Born Again, junto a David Mazzucchelli, pero eso no menoscaba el gran trabajo previo, que procedemos a comentar.

Se comienza por el que toca

Algo que la edad trae aparejado (y quizás sea algo que se arruinó por completo) es el empecinamiento por empezar a leer cada título o etapa desde su primer número. El mejor comic con el que podés empezar a leer es aquel que te aliente a seguir leyendo. No hace falta más que eso, y yo voy a sostener que el último número de ésta etapa es un excelente ejemplo por donde empezar (si es lo que toca). 
Veamos la premisa: Daredevil entra a una habitación de hospital con un arma en mano. El internado, completamente indefenso, es Bullseye, quien mató a la mujer que Daredevil ama. Así que éste le propone un juego de ruleta rusa, porque en éste momento emocional, le da un poco lo mismo a cual de los dos le toque la bala.
Incluso si sacamos los nombres personales, o no supiéramos quiénes son Daredevil, Bullseye o Elektra, sigue habiendo un triangulo y un conflicto fuerte. Eso funciona más allá del lore y las máscaras de turno.

El manejo de acción-tiempo-tensión es sublime en todo el número.

En la premisa se esconde algo fundamental para la estructura de la historia, y es la tensión proveniente de jugar a la ruleta rusa. Miller ejecuta el suspenso como corresponde, frenando y avanzando la narración cuando más le conviene.
Otra cosa, quizás más sutil, es que las escenas del hospital Miller las dibuja con muy pocos objetos del contexto, apenas unas luces o sombras y lo mínimo para entender el lugar. Como si de una obra teatral se tratara, donde sólo quedan los personajes, sus dramas y la acción.
En un principio, parece que quien vive y quien muere es lo único que se juega allí, pero no.

El pequeño Chucky, el legado y los temas

Matt confiesa que su principal motivación es el pequeño Chucky, el hijo de un cliente al cual, como abogado, debía defender en un caso de malversación. Éste pequeño está obsesionado con una grabación de Daredevil enfrentándose a Bullseye a los golpes, a tal punto que afirma ser el propio Daredevil. En la cena familiar aparecen marcas propias y específicas de un padre que se maneja con violencia, pistas que un poco explican el tipo de fascinación tiene el pequeño con la figura del diablo de Hell’s Kitchen. “Cuando alguien se interpone en tu camino, POW! nadie te dice qué hacer. Eres libre…” Matt escucha perplejo esas palabras del niño, pero no termina de sacar conclusiones hasta que el niño sufre una experiencia traumática, en la que su padre es atacado por Daredevil. Si su padre es malo, entonces él también lo es, piensa Chucky. Tanto Chucky como Matt fueron hijos ejemplares, que a pesar de malas experiencias, respetaban a sus padres, hasta que tuvieron que considerar que, como cualquier ser humano, éstos podían hacer cosas “malas”. Y si es así, entonces quizás ellos también fueran malos como sus padres. La culpa es casi permanente en Matt, muy expresado en la religión. Chucky, en cambio, decidió resolver su conflicto con violencia, llevando un arma al colegio.

La violencia como espectáculo

Si bien en el propio flashback vemos un poco la resolución de Matt a la agresión, la respuesta la tendrá en el presente, cuando aún le queda apretar el gatillo por última vez, cuando no es sólo él sino también Miller que se pronuncia ante éste problema. ¿Cambian al mundo en algo los superhéroes? ¿Se responde a la violencia con más violencia?

Nada de aire, nada de blanco

La respuesta funciona tanto en la diégesis de la historia como en la realidad. La diferencia, o una de muchas tal vez, es que ésta declaración es constitutiva del personaje por los años y etapas venideras, y sirve como comentario del género (se adelantó varios años a The Killing Joke), pero es más difícil de responder desde el autor y sus cambios.

Sobre la narración y la página

Es más complicado desde este medio, no visual, señalar todo lo analizable de ese campo. Miller usa de leitmotiv (aunque seguramente hay más de uno) el juego entre el ojo y la punta del revólver como encabezado, como elemento de transición de escenas, o para mantener la tensión. 

Las escenas del hospital, con el minimalismo y espacio negativo, son un claro germen de la metamorfosis de Miller como artista, que terminaría de tomar forma en Sin City (y tampoco culminaría allí). A lo largo de todo el número esa habitación es amplia, sin bordes y blanca. Su última representación es minúscula, negra y sin salida.

Los colores de Varley también son, en su minimalismo, otro tema a analizar

La etapa de Miller en Daredevil es una de las mejores tanto del personaje como en la historia de Marvel. Si pudiéramos separar este trabajo en tres cuestiones, como escritor, como dibujante y como narrador, todo se encuentra en un gran nivel. Como autor logró redefinir al personaje con tan sólo hacer aquello que tanto quería explorar y la vez cumple con esa idea de que el mundo de Marvel es el mundo que veías desde la ventana de tu casa. Si, es así, y tanto él cómo Nocenti retrataron aquella ciudad, con pandillas, violencia y niños sin hogar, que les sirvió, pero era bastante una mierda.

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Miller termina su etapa con uno de los mejores guiones en la historia del personaje.

Números Inmortales: Daredevil Nro. 191 “Roulette”

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